El infierno, un lugar que está lleno de demonios y criaturas malignas que se merecen estar ahí, ya sea por motivos políticos, sangrientos, violentos, e incluso gente que ha sido desterrada de la Tierra por el mismísimo Dios.
Los monstruos sufren la ira del mal, un poder que al cabo de los años hace volverse loco o hace que te hagas más y más fuerte, convirtiéndote en una persona peligrosa para los seres humanos e incluso los Ángeles. También existe una posibilidad de que ese poder no te afecte de ninguna de las dos maneras, convirtiéndote en uno de los pocos seres que podrás vivir tu merecida vida eterna con otro tipo de sufrimientos, como ser quemado vivo, golpeado hasta sangrar, ser cortado en trocitos, etc.
En los confines del infierno, un demonio que llevaba una capa hasta la cabeza, que era tapada por la capucha, entró en una gran sala en la que había una silla tipo rey, que estaba ocupada por alguien.
– Señor – dijo el demonio entrado exhausto –.El ascenso a la Tierra está listo – se arrodilló ante él.
– Bien hecho – dijo él levantándose y dirigiéndose hacia el demonio, descubriendo así su aspecto.
Tenía un aspecto de una persona, un hombre concretamente, o eso se podía averiguar por su voz, ya que su aspecto no lo aclaraba del todo. Media dos metros por lo menos y el cuerpo estaba hecho de piedra oscura, parecía ceniza. Lo único que no era negro eran sus ojos y su boca, que eran rojos como la lava del mismo lugar del que proviene. Su cabeza acababa con dos cuernos, similares a los que tienen los toros, pero no acababan puntiagudos como los del animal, si no que terminaban planos. Además, los cuernos estaban unidos entre sí formando una U pero con la diferencia de que los ángulos son rectos y no curvos.
– ¿Tenéis todos los lugares señalados para atacar? – Preguntó de forma imponente.
– Así es mi señor – pausó el demonio y alzó la vista desde el suelo –. Toda América marcada y preparada para ser atacada. Como bien dijo usted, no se han enterado de nada.
– Así me gusta – se empezó a reír –. Ir preparándolo todo, voy enseguida – dijo el demonio mientras volvía a su trono.
– Entendido – se levantó del suelo el demonio y se fue por la puerta por donde había entrado.
– Sangre de Cazadores – pausó –. Que rico… – Dijo el demonio saciándose.
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Editado: 19.05.2024