2. Cazadores Legendarios. El Demonio Mayor

3. La nueva central

Sarah y Eric aparecieron a través de un portal en un estrecho y largo pasillo, el cual Eric reconoció al instante de tantas veces que lo había recorrido, estaban en el edificio dónde se encontraba su antiguo apartamento. Avanzaron juntos unos pocos metros hasta que se pararon en frente de la puerta que daba acceso al apartamento de Eric. Sarah metió su mano en el bolsillo izquierdo y sacó una llave, dándosela a Eric sin explicación alguna.

– Adelante – dijo Sarah apartándose de la puerta –. Ábrela.

Antes de introducir la llave en el cerrojo, la miró detenidamente hasta descubrir que era la suya, lo delataba aquel arañazo que tenía en la parte superior.

– ¡Vamos!

Eric, agobiado por la prisa de Sarah, metió la llave en el cerrojo y la giró hasta abrir la puerta. Dio un par de pasos y se adentró en lo que fue su casa durante unos meses y que lo volvería a ser durante un periodo de tiempo. Cuando entró en el salón vio que todo estaba como lo dejó, ordenado y todo en su sitio, pero le llamó la atención lo limpio que estaba todo, cosa rara al no pisar el apartamento durante varios meses.

– Sarah, ¿por qu…

– Eric – le interrumpió bruscamente –. Me tengo que ir a la central, acomódate y descansa, pásate mañana por las nuevas oficinas ¿vale?

Sarah se disponía a marcharse cuando se paró en seco y volvió a mirar a Eric.

– Por cierto, antes de buscarme ve al gimnasio y a la sala principal, allí encontrarás a los nuevos integrantes de nuestro grupo – ahora sí, se despidió y se marchó del apartamento.

Eric se quedó solo en el salón, pensando en el motivo de porque Sarah llevaba su llave encima. Interrumpió su pensamiento al ver la puerta de su habitación, así que se dirigió hacia allí y entró.

– ¡Que lúgubre está esto por dios! – Dijo Eric echando un vistazo a su alrededor –. Tengo que darle más vida a esto – pausó y volvió a mirar a la habitación –. Yo creo que con poner unos poster, rellenar los muebles y pintar la pared con un color más alegre servirá – asintió con la cabeza –. Pero… Ya lo haré otro día, primero hay que descansar.

 

Al día siguiente…

Eric salió del edificio y anduvo hasta la pequeña plaza que tenía delante. Desde allí miró al norte, dónde se encontraba la central, que estaba reconstruida completamente después de lo ocurrido en la batalla. Toda persona que no “era especial” seguía viendo el típico edificio abandonado en el que nadie se fijaba. Eric siguió inspeccionando la zona, miró al oeste, dónde estaba el edificio de los apartamentos, que estaba exactamente igual a como lo recordaba.  Al este se encontraba un pequeño edificio que tenía en la planta baja diferentes tiendas, en las que se encontraba el bar a dónde iba siempre a tomar algo. Y finalmente, en el sur estaba la ciudad.

– Que buenos recuerdos – dijo Eric mirando hacia aquellos enormes edificios de Nueva York.

A pesar de que Eric tenía ganas de entrar a la nueva central, no tenía más remedio que desayunar primero, así que para ello se fue a su sitio preferido.

Al cabo de media hora, Eric salía del bar con una cara de satisfacción y felicidad inmensa al recordar lo bueno que estaba la comida de ese sitio. Con ganas de volver a entrar y de pedirse unos gofres, cruzó la pequeña calle hasta adentrarse de nuevo en la plaza, dónde torció a la derecha para dirigirse al fin a la central.

Cuando llegó a la puerta principal, descubrió que el control de la entrada seguía siendo la misma, poner la mano y esperar a que el sistema comprobase que eras un cazador. La única novedad era que te avisaba de cuando podías entrar a través de una luz verde. Eric abrió la puerta y entró en el edificio, llevándose una sorpresa al ver que se encontraba en una sala de recepción y no en un pasillo estrecho como el de la antigua central. A la derecha había una pequeña recepción con dos secretarias bastantes simpáticas que le saludaron al verle. Eric les devolvió el saludo y caminó hasta llegar al fondo, justo dónde estaban los ascensores. Antes de llamar a uno, se percató de que a su izquierda había un pasillo que parecía que llevaba hacia la enfermería. Después, giró su cabeza hacia el panel y pulsó el botón para llamar al ascensor, que no tardó mucho en aparecer para el agrado de Eric.

Ya dentro del ascensor, se fijó en el panel y rápidamente pulsó el –1 al ver que tenía debajo una inscripción de una G, “gimnasio”. Después de descender durante unos segundos, se abrió la puerta, dejando a la vista el gimnasio. Dio unos pasos hasta salir del ascensor y se situó en medio de la sala, echando un vistazo a su alrededor. El gimnasio tenía el aspecto de cualquier otro, con sus taquillas a un lado, los baños en otro, máquinas de hacer deportes esparcidos por toda la sala, el ring en una esquina y como no, con aquel asqueroso olor a sudor.

– ¿Y a quien tengo que buscar yo? – Se preguntó Eric viniéndole a la cabeza las palabras de Sarah.

Echó un vistazo hacia las máquinas de ejercicio en busca de alguien característico, pero no encontró a nadie, tan solo había los típicos cazadores fornidos a los que le gustaban hacer deporte. Se giró hacia el otro lado de la sala y vio que estaba a punto de empezar en el ring una pelea entre una chica asiática y un chico fuerte y prepotente.

– Esto no me lo pierdo – dijo Eric aproximándose al ring para ver la pelea cerca.




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