2. Cazadores Legendarios. El Demonio Mayor

5. Un nuevo líder

Al día siguiente.

Eric recorría los pasillos a paso ligero en busca del despacho de la directora. Había sido citado a las 10 e iba tarde debido a la gran afluencia de personas que había aquella mañana en el bar donde desayunaba. A Eric no le gustaba llegar tarde, sobre todo cuando tenía una hora fijada, así que iba nervioso y como un loco buscando el despacho, cosa que tardó en encontrarlo debido a la  gran cantidad de pasillos y salas que disponía la nueva central. Tras ver que no era capaz de encontrarlo, al final optó por lo más fácil, preguntar a alguien. Lo hizo, y aquella persona agradable y simpática le dijo el camino por el que tenía que ir para llegar al despacho.

Y por fin, después de estar más de 15 minutos recorriendo la central como un loco, llegó al  despacho de la directora. Antes de llamar a la puerta para poder entrar, se quedó quieto durante unos segundos para tranquilizarse, los nervios y el ir deprisa habían hecho que el corazón se le pusiera a mil por hora.

Después de que se recuperase y se tranquilizase, llamó a la puerta dos veces.

– Adelante – se escuchó desde el otro lado de la puerta.

Cuando Eric abrió la puerta y vio de quien se trataba, se acordó de todo, era Sarah. Habían pasado tantas cosas en los dos últimos días que se le olvidó por completo que ella era la directora.

– Por las barbas de… – Refunfuñó Eric mientras entraba al despacho.

– ¿Qué te pasa Eric? – Le preguntó Sarah mientras se levantaba de su asiento.

– Nada – suspiró –. Estaba preocupado por llegar tarde, y ahora al verte acabo de recordar que la directora eras tú.

– Provisional – dijo Sarah –. Directora provisional – aclaró.

– ¿Y cómo llegaste hasta este punto? – Preguntó Eric con curioseo.

– Fue mi padre – respondió Sarah mirando a los ojos a Eric –. Forma parte del consejo.  Cuando se reunieron hace unos meses, llegaron a la conclusión de que esta central necesitaba alguien joven que había luchado en la guerra contra Charles.

– Eso suena a propaganda – dijo Eric sospechando de algo raro.

– Y así es – sentenció Sarah –. Querían a alguien así para atraer a los mejores cazadores de toda América y así tener el mejor ejército de todo el mundo. Pero hace poco se han dado cuenta de que el plan no está funcionando – pausó para coger aire –. ¿La culpa? Mía, o eso dicen ellos. Creen que soy una persona que utiliza el corazón en vez de la mente, y por eso, el consejo dice que el número de cazadores ha disminuido en esta central.

– Tonterías – la interrumpió Eric –. Tú no tienes la culpa de nada, han metido a alguien muy joven y sin experiencia en un puesto muy complicado cómo es el de director. Así que no te vengas abajo por esa tontería, vas a seguir siendo una gran cazadora.

– ¿Venirme abajo? Para nada, es más, me alegro de que me sustituyan. Este trabajo es una porquería y no está hecho para mí, prefiero salir y cazar monstruos – dijo Sarah segura de sí misma.

– ¿Y cuánto tiempo te queda cómo directora? – Preguntó Eric mientras echaba un vistazo al despacho.

– No lo sé. Supongo que hasta que encuentren a alguien capaz de soportar el cargo – respondió Sarah sin tener mucha idea.

Eric guardó silencio durante unos pocos segundos hasta que volvió a hablar.

– Vaya despachito que tienes – dijo Eric algo envidiado.

– Fue idea de mi padre. Pensó que tenía que estar lo más cómoda posible mientras estuviera como directora – pausó y cambió de chip a una persona más seria –. Eric, no te he llamado para estar hablando de esto. Te he pedido que te reunieras para…

– Hablar sobre Katherine – la interrumpió Eric –. Sobre que está mejorando y que blablabla – pausó –. Yo no me creo nada de eso, mira ayer lo que hizo, nos desobedeció dos veces. ¿Qué la hubiera pasado si nosotros no estuviéramos ahí? ¿Eh?

– Eric… – Le intentó tranquilizar Sarah.

– No Sarah, hubiese muerto por culpa suya, por esa arrogancia y prepotencia que tiene ahora. Quiere ser la mejor y resolver ella sola todo – dijo Eric mosqueado y saliéndole humo de la cabeza.

– Eric, puedes… – Intentó Sarah de nuevo hablar con él.

– ¿Qué crees Sarah? ¿Qué se fue corriendo para salvar a los críos? Pues no, se fue corriendo para poder matar al monstruo con sus propias manos – pausó –. ¿Es qué no lo ves? Es adicta a matar y siempre lo será hasta que ella misma no se dé cuenta del peligro que eso conlleva.

– ¡Eric! – pegó un grito Sarah que se escuchó desde fuera –. ¿Quieres tranquilizarte? – se acercó a Eric –. Vale, Katherine desobedeció las órdenes. ¿Qué crees? ¿Qué no me enfadé? – dejo la frase en el aire durante unos segundos –. Lo hice, y mucho. ¿Pero sabes por qué la hemos traído aquí? Para salvarla Eric – dijo convencida –. Vamos a recuperarla Eric, la vamos a dejar como estaba antes. Pero para ello necesito que tú también colabores ¿vale? Y eso significa que no te vas a enfadar con ella nunca más, ¿entendido? – se puso Sarah a pocos centímetros de Eric –. Sé que lo has pasado mal con ella, pero yo creo que ya va siendo hora de superarlo ¿no crees? – llevó sus manos a los mofletes de Eric y los acarició lentamente y suavemente mientras ambos se miraban a los ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.