2. Cazadores Legendarios. El Demonio Mayor

20. De vuelta al valle de los dragones

Al día siguiente...

La directora había convocado una reunión en su despacho que concierna a todos. El primero en llegar fue Eric, que como siempre, llegaba lo más puntual posible. Después de la conversación que tuvieron ambos ayer, no tenían nada que decirse, así que ese momento incomodo lo tuvieron que soportar hasta que Derex y Merlín hicieron acto de presencia a través de un portal.

– ¿Qué os he dicho de los portales? – Refunfuñó la directora, que no perdía el factor de persona dura y seria.

Al cabo de unos segundos aparecieron por la puerta Stephen, Hikari y Sarah, que como de costumbre, desayunaban y entraban a la central juntos. Sarah se separó de ellos y se dirigió hacía Eric, le dio un beso en la mejilla, que hizo que la directora se incomodase, y al instante se agarraron de la mano.

Ayer, cuando Sarah volvió de aquella misión bastante peculiar, se fue directamente a buscar a Eric. Ya que no se fiaba de su madre y quería saber que estaba bien y de una pieza. Cuando lo encontró y vio que estaba entero, se alivió. Lo primero que hizo fue besarle, pero no fue un beso normal, fue un beso al más estilo de no haberme visto en meses, situación que no era. Lo siguiente que estuvieron haciendo fue hablar, se tiraron toda la tarde haciéndolo sobre la reunión que había tenido con su madre, de aquella niña bruja prodigiosa y de lo ocurrido en el infierno.

Y ahí estaban de nuevo, juntos, dados de la mano, felices y esperando a que la directora hablase. Cosa que no tardó mucho en hacer.

– Os he llamado aquí para deciros que el consejo ha negado cualquier posible ayuda para hacer el hechizo – miró hacia Merlín –. Lo siento mucho.

– ¡Venga ya! El consejo sigue igual que hace años, solo está interesada en lo suyo – se enfadó Merlín.

– No está interesada en lo suyo – le corrigió la directora –. Lo que pasa que no quieren hacer algo que va a llevar responsabilidades muy grandes.

– ¿Responsabilidades muy grandes? La única responsabilidad es mía y solamente mía – se quejó Merlín, que le salía humo de la cabeza.

– Al menos la parte del demonio mayor se la han creído ¿no? – Dijo Sarah, que apretaba con más fuerza que antes la mano de Eric.

– Si, pero no nos van a ayudar hasta que ellos crean que sea necesario – dijo la directora mirando a Sarah.

– Ósea que tenemos el respaldo del consejo, pero nos dejan solos para el tema de la poción – dijo Stephen intentando asimilarlo.

– Es imposible hacer la poción nosotros solos, ¡imposible! – Gritó Merlín desesperado.

– ¿Por qué? – Preguntó Derex con curiosidad.

– Porque para hacer el hechizo se necesita sangre de un hombre lobo que sea alfa, una pequeña cantidad de agua bendita, una pluma de un fénix, un alma y una seta Mertora – dijo Merlín mientras no paraba de moverse.

– ¿Un alma? – Se sorprendió y aterró Derex.

– ¡Eso es lo de menos! Lo que es imposible de encontrar hoy en día es la pluma de un fénix y la seta Mertora, no existen en la actualidad. Y el único sitio donde quizás había era en el almacén del consejo. Pero como no tenemos esa opción… – Negó Merlín con la cabeza –. Estamos acabados – se derrumbó moralmente.

– Puede que no – interrumpió Eric y todos se sorprendieron –. Puede que haya una opción. Loca, pero quizás sea la única que tengamos.

– ¿De qué estás hablando? – Le preguntó Merlín.

– Volver al Valle de los Dragones – soltó de golpe Eric.

– ¿Que qué? – Pillo por sorpresa a la directora.

– ¡Ni hablar! – Gritó Sarah, que no quería volver a ver a Eric ahí metido.

– Puede que sea posible… – Murmuró Merlín.

– El Valle de los Dragones está basado en no sé cuántos años antes, allí podremos encontrar los dos elementos que faltan – habló Eric –. Sé que no es la mejor opción, sé que no os gusta nadie, y a mi menos ¿vale? Pero… Es lo único que podemos hacer para salvar al mundo.

– ¿Y cómo sabes si esos elementos siguen existiendo en aquella época? – Intentó detener Sarah aquella loca idea de Eric.

– Tiene que haberlo… Existen dragones, existen criaturas fantásticas, existen especies que no sabíamos que había… – Intentó convencer a todos –. Así que por regla de tres, tiene que existir esos dos elementos que nos hacen faltan.

– ¡Es una idea loca! – Gritó Sarah intentando detener aquella misión suicida.

– Si – le dio la razón su madre –. Pero es la única posibilidad que tenéis para poder salvar al mundo. Así que yo lo haría – dijo la directora sin dudar.

– Solo se necesitaría una cosa para poder hacerlo… – Miró Eric hacía la directora –. Tu permiso.

La directora asintió y Eric entendió que tenían permiso para realizar aquella locura.

– Avisare al responsable de los portales y le diré que en un par de horas iréis, pero solo podrán cruzar tres personas como mucho, no quiero llamar la atención del consejo y no quiero tener a todo el equipo ahí dentro. Así que Eric, como líder de tu equipo, dime tres nombre – esperó la respuesta la directora.




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