Semana 4. Jueves.
Llevaban ya casi dos semanas con los entrenamientos. Y a pesar del desastroso primer día, el resto ocurrió con total normalidad. Es más, los chicos iban con buen paso y ya casi todos podían fusionar elementos. De forma básica, eso sí.
En cambio, David iba muy avanzado con ese tema, ya que por las tardes seguía entrenándose a tope, lo que le provocó que durante la semana estuviese más cansado.
Pero hoy, aquello le daba igual, ya que se iba a celebrar el consejo. Siempre y cuando no lo prorrogasen más, cosa que David no lo tenía del todo claro. Ya que nadie le comunicó si al final lograron infiltrarse en las oficinas de La Hermandad. Por lo que no le quedaba más remedio que seguir con los entrenamientos cómo si fuera un día normal.
A media mañana...
– ¡Muy bien Lara! Sigue así – comentó David viendo a su compañera lograr fusionar una hoja de un árbol con fuego.
– ¿Y Baruc cuando nos va a enseñar luz? – Preguntó Ángela mientras observaba a sus compañeros.
– Pues no lo sé, la verdad... – Susurró David.
– ¡Más fuerte, Alessia! ¡Con más ganas! – Gritó Ángela a su compañera –. Si hoy el consejo se lleva a cabo... Ya no nos enseñará nada hasta que estemos en clase...
David masculló al escuchar eso.
– ¿Ocurre algo? – Su amiga le miró.
– No es por hacerte ilusiones... Pero veremos si de verdad logran hacer el consejo... – Susurró él –. La Hermandad me da mala espina – agregó.
– ¿Y cuando... – Ángela se interrumpió al ver aparecer un portal justo en la puerta de la granja.
– ¿Pero qué? – Se sorprendió David.
Y a continuación, Narba salió tras el portal y se dirigió directamente hacia ellos sin si quiera saludar al que sería su futuro compañero de trabajo, Baruc.
– Buenos días, alumnos – dijo la profesora en cuanto llegó junto a ellos.
– ¿Ocurre algo, Narba? – Preguntó David interesadamente.
– Tan solo he venido para... – Pausó –. Haceros una prueba – sentenció ella.
– ¿Qué? – Se sorprendió Ángela.
– ¿Por qué? – Preguntó David.
– Porque Baruc me ha comentado que ya estabais listos – comentó Narba.
– ¿Baruc? – David miró al profesor con cara de extrañado y a continuación dirigió la mirada de nuevo a Narba.
– Es una prueba fácil – anunció ella –. Tan solo tenéis que sobrevivir.
– ¿Sobrevivir? – Se asustó Lara.
– Y solo podéis usar fuego, ¿entendido? – Agregó la profesora.
– ¿Solo? – Se mosqueó Marlon.
– Solo – sentenció Narba mientras que abría un portal a sus espaldas.
– No están preparados... – Susurró David –. No hemos hecho nada en grupo...
– Tranquilo – Ángela puso su mano derecha en el hombro de David –. Seguro que todo saldrá bien
– Vamos. A que esperáis – Narba dio dos palmadas para que los alumnos fuesen cruzando el portal.
Cuando llegó el turno de David, éste miró a la profesora antes de cruzar el portal.
– A ver cómo te las apañas – le dijo la profesora.
David no lo entendió, pero en cuanto cruzó el portal, ya vio el sentido del mensaje de Narba. Y es que, aparecieron en el interior de un volcán que iba a entrar en erupción en breve.
¿Qué cómo lo sabía? Fácil, el suelo se movía cómo si fuese un terremoto constante y la lava que había en el agujero que tenía delante, burbujeaba y se movía agresivamente.
Pero había otro gran problema, y es que, todos sus compañeros, menos Nicole, actuaron sin pensar y empezaron a escalar la montaña para huir. Cosa que no les serviría de nada, ya que no llegarían vivos a arriba.
– ¿David? – Preguntó Nicole.
– Ya lo sé, ya lo sé – contestó David intentando buscar una solución. Llegando a la conclusión de qué si todos tenían que sobrevivir, deberían de tranquilizar el volcán –. ¡Chicos! ¡Parad! – Se giró hacia sus compañeros –. ¡Parad! ¡Eso no servirá para nada! ¡No sobreviviréis!
En cuanto escucharon eso, sus compañeros se giraron hacia él y se le acercaron.
– ¿Y qué propones? – Preguntó Nico.
– ¡Vamos a morir! – Exageró Marlon.
– ¿Y bien? – Añadió Emily acercándose hacía él.
Pero David evitó a su novia y se fue directamente hacia Ángela.
– ¿Qué? – Dijo ella en cuanto vio que le miraba.
– La única forma de salir vivos de aquí es tranquilizar el volcán – le explicó David –. Y para ello habría que unir todas nuestras fuerzas, ¿se podría?
– ¿Cómo? – Quiso saber Ángela.
– Nos damos todos de la mano y nos sincronizamos todos a la vez – pausó –. Es decir, todos somos uno...
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Editado: 30.03.2022