Semana 12. Sábado.
David se despertó a las nueve, cómo venía haciendo estos dos últimos fines de semana, ya que decidió que esos días por la mañana iban a hacer los entrenamientos de luz junto con Kate y Carlos.
Pero este sábado era algo distinto a los otros, y es que, se jugaba el primer partido de Futgía de la temporada. Y por eso, Ángela y Nicole habían madrugado mucho y se habían ido pronto a Michulles. Aunque era probable que todo el colegio hubiese hecho lo mismo.
Así que se desperezó dentro de la cama, se quitó a Kinnei de encima y se puso en pie para estirarse un poco. Viendo que las chicas le habían dejado una nota encima de la mesa. Por lo que se acercó hacia allí y la leyó.
“Esperemos que cambies de opinión y que vengas a ver el partido. Os merecéis un descanso.
Firmado por Ángela y Nicole.”
No solo ellas habían insistido en que no hubiese entrenamiento hoy, ya que Kate y Carlos también se unieron a aquella petición. Pero después de darle muchas vueltas, David se dio cuenta de que no podían perderse ningún entrenamiento. Ya que cuanto antes aprendiesen a manejar luz, antes estarían a la altura de sus compañeros y antes acabarían esos entrenamientos de ayuda.
Entonces, y de repente, Kinnei aulló perezosamente tras despertarse.
– Lo sé, lo sé – David se agachó y le acarició suavemente –. Pero solo es un día… Además, si las cosas van bien, podremos ir a ver la segunda parte…
Kinnei volvió a aullar.
– Bueno, ¿qué? ¿Estás listo para correr? – Dejó de acariciarle.
Kinnei estiró las patas y a continuación aulló en significado de sí.
– Muy bien – asintió él –. Déjame que me cambie y bajamos.
Tras ponerse la ropa de hacer deporte y comprobar que llevaba todo lo necesario, ambos se dispusieron a salir de la habitación cuando se dieron cuenta de que alguien les estaba esperando en el pasillo.
– ¿Kate? – Se sorprendió él –. Ya os dije que…
– No es eso – le interrumpió ella –. Quería preguntarte si podía correr con vosotros…
Kinnei fue el más rápido en contestar con un aullido corto y agudo.
– Sí, vamos – asintió él.
Tras estar unos treinta minutos corriendo, ambos se separaron en cuanto llegaron a la escuela. David se fue a desayunar y Kate fue a darse un duchazo rápido.
Así que nada más entrar al comedor, David se percató de algo fuera de lo común. Y es que, estaban todos los profesores desayunando en dos mesas distintas.
Pero entonces, Kinnei, que nunca antes había estado en el comedor, aulló al verse abrumado.
– ¡David! ¡Los animales están prohibidos en el comedor! – Le gritó Baruc.
– No seas tan exigente, Baruc – le comentó Fedora –. Hoy no hay nadie por aquí, así que creo que puede hacer una excepción.
Baruc masculló algo y David fue a coger su bandeja de desayuno. Pero de repente, tras coger la comida y girarse hacia las mesas, se llevó una sorpresa al ver que casi todos los profesores se habían levantado y se estaban marchando de allí.
– No te asustes – le dijo Fedora, que era la única que seguía sentada junto a Tania –. No se van por ti – agregó.
David se acercó a la mesa y se sentó frente a ellos y con Kinnei tumbado encima de sus piernas.
– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Fedora –. Todo el mundo está en Michulles. De hecho, ellos se van hacia allí – se refirió a sus compañeros de profesión –. Para vigilar el pueblo…
– Tengo entrenamiento con Kate y Carlos – respondió él llevándose la tostada a la boca –. Baruc quiere que ellos estén a la altura del resto de la clase y no me toca más remedio que enseñarles luz… – Refunfuñó en sus interiores.
– Mmm… Es algo fuera de lo común, sí – admitió Fedora –. Ya que normalmente enseñaríamos nosotros, los profesores – explicó.
– ¿Me lo dices o me lo cuentas? – Soltó David por acto reflejo –. Perdón – se disculpó de inmediato.
Kinnei aulló porque tenía hambre. Así que David cogió una de las lonchas extra de bacón que había cogido y se la dio a su mascota.
– Si necesitas ayuda con eso, dímelo – comentó Tania por sorpresa –. Quizás pueda ayudarte.
– ¿Sabes usar luz? – Se sorprendió él.
– Todos sabemos – contestó ella.
– Sí – asintió Fedora –. Es una de las normas del profesorado, todos debemos de manejar todos los elementos que se imparten en la escuela.
– ¿Ósea que también sabes sonido, no? – Preguntó David a Fedora.
– Por supuesto – asintió ella.
– ¿Y se puede saber en dónde lo habéis aprendido? Si nos nuev…
– Durante este verano – le interrumpió Fedora.
– Y yo que pensaba que solo manejabais vuestros elementos… – Se sinceró David.
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Editado: 30.03.2022