2. Lesam. El final de todo.

Capitulo 10

Semana 12. Sábado.

David se despertó a las nueve, cómo venía haciendo estos dos últimos fines de semana, ya que decidió que esos días por la mañana iban a hacer los entrenamientos de luz junto con Kate y Carlos.

Pero este sábado era algo distinto a los otros, y es que, se jugaba el primer partido de Futgía de la temporada. Y por eso, Ángela y Nicole habían madrugado mucho y se habían ido pronto a Michulles. Aunque era probable que todo el colegio hubiese hecho lo mismo.

Así que se desperezó dentro de la cama, se quitó a Kinnei de encima y se puso en pie para estirarse un poco. Viendo que las chicas le habían dejado una nota encima de la mesa. Por lo que se acercó hacia allí y la leyó.

“Esperemos que cambies de opinión y que vengas a ver el partido. Os merecéis un descanso.

Firmado por Ángela y Nicole.”

No solo ellas habían insistido en que no hubiese entrenamiento hoy, ya que Kate y Carlos también se unieron a aquella petición. Pero después de darle muchas vueltas, David se dio cuenta de que no podían perderse ningún entrenamiento. Ya que cuanto antes aprendiesen a manejar luz, antes estarían a la altura de sus compañeros y antes acabarían esos entrenamientos de ayuda.

Entonces, y de repente, Kinnei aulló perezosamente tras despertarse.

– Lo sé, lo sé – David se agachó y le acarició suavemente –. Pero solo es un día… Además, si las cosas van bien, podremos ir a ver la segunda parte…

Kinnei volvió a aullar.

– Bueno, ¿qué? ¿Estás listo para correr? – Dejó de acariciarle.

Kinnei estiró las patas y a continuación aulló en significado de sí.

– Muy bien – asintió él –. Déjame que me cambie y bajamos.

 

Tras ponerse la ropa de hacer deporte y comprobar que llevaba todo lo necesario, ambos se dispusieron a salir de la habitación cuando se dieron cuenta de que alguien les estaba esperando en el pasillo.

– ¿Kate? – Se sorprendió él –. Ya os dije que…

– No es eso – le interrumpió ella –. Quería preguntarte si podía correr con vosotros…

Kinnei fue el más rápido en contestar con un aullido corto y agudo.

– Sí, vamos – asintió él.

 

Tras estar unos treinta minutos corriendo, ambos se separaron en cuanto llegaron a la escuela. David se fue a desayunar y Kate fue a darse un duchazo rápido.

Así que nada más entrar al comedor, David se percató de algo fuera de lo común. Y es que, estaban todos los profesores desayunando en dos mesas distintas.

Pero entonces, Kinnei, que nunca antes había estado en el comedor, aulló al verse abrumado.

– ¡David! ¡Los animales están prohibidos en el comedor! – Le gritó Baruc.

– No seas tan exigente, Baruc – le comentó Fedora –. Hoy no hay nadie por aquí, así que creo que puede hacer una excepción.

Baruc masculló algo y David fue a coger su bandeja de desayuno. Pero de repente, tras coger la comida y girarse hacia las mesas, se llevó una sorpresa al ver que casi todos los profesores se habían levantado y se estaban marchando de allí.

– No te asustes – le dijo Fedora, que era la única que seguía sentada junto a Tania –. No se van por ti – agregó.

David se acercó a la mesa y se sentó frente a ellos y con Kinnei tumbado encima de sus piernas.

– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Fedora –. Todo el mundo está en Michulles. De hecho,  ellos se van hacia allí – se refirió a sus compañeros de profesión –. Para vigilar el pueblo…

– Tengo entrenamiento con Kate y Carlos – respondió él llevándose la tostada a la boca –. Baruc quiere que ellos estén a la altura del resto de la clase y no me toca más remedio que enseñarles luz… – Refunfuñó en sus interiores.

– Mmm… Es algo fuera de lo común, sí – admitió Fedora –. Ya que normalmente enseñaríamos nosotros, los profesores – explicó.

– ¿Me lo dices o me lo cuentas? – Soltó David por acto reflejo –. Perdón – se disculpó de inmediato.

Kinnei aulló porque tenía hambre. Así que David cogió una de las lonchas extra de bacón que había cogido y se la dio a su mascota.

– Si necesitas ayuda con eso, dímelo – comentó Tania por sorpresa –. Quizás pueda ayudarte.

– ¿Sabes usar luz? – Se sorprendió él.

– Todos sabemos – contestó ella.

– Sí – asintió Fedora –. Es una de las normas del profesorado, todos debemos de manejar todos los elementos que se imparten en la escuela.

– ¿Ósea que también sabes sonido, no? – Preguntó David a Fedora.

– Por supuesto – asintió ella.

– ¿Y se puede saber en dónde lo habéis aprendido? Si nos nuev…

– Durante este verano – le interrumpió Fedora.

– Y yo que pensaba que solo manejabais vuestros elementos… – Se sinceró David.




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