2. Lesam. El final de todo.

Capitulo 11

Semana 15. Miércoles.

David se despertó un día más a la misma hora de siempre, dándose cuenta de que ya llevaban dos semanas desde el tema de Emily. Y aunque le costase reconocerlo mucho, la echaba de menos. Pero cómo no podía hacer nada, tenía que seguir con su vida. Así que se levantó de la cama en silencio y en la oscuridad, y fue hacia la persiana para poder subirla lo suficiente como para que entrase algo de luz.

Pero, cuando lo subió un par de dedos, vio que había una carta encima de la mesa, por lo qué se arrimó a ella y la empezó a leer.

       “Queridos estudiantes,

Después de pensarlo mucho y tras llegar a un acuerdo con el profesorado, durante el día de hoy se os realizará la prueba de la primera evaluación.

Sé que muchos no estaréis de acuerdo con esto, lo que nos ha obligado a decidir que la prueba solo valga el 33% de la nota final.

Os esperamos en el salón de actos a las 10:00.

PD. Ángela, estás absuelta de la prueba.

Firmado: el director y el cuerpo de profesores.”

David soltó un suplicio al leer aquello, ya que de entre todas las cosas que había, lo que menos le apetecía ahora mismo era hacer una prueba.

– ¿Ocurre algo? – Soltó Ángela con voz de dormida y aún en la cama.

– Nada, tú descansa, que tienes el día de vacaciones… – Le susurró David para no despertar a Nicole, aunque esto último poco le serviría.

– ¿Cómo? – Comentó Nicole levantándose de golpe de la cama.

– Solo tenemos que hacer la prueba de la evaluación – contestó él dejando la nota de nuevo en la mesa.

– ¡¿Qué qué?! – Gritó Nicole.

– No hace falta que grites a estas horas… – Refunfuñó Ángela dándose la vuelta en la cama.

– ¿No decían que no se iba a hacer? – Masculló Nicole.

– Discrepo con eso… – Susurró David dirigiéndose hacia la cama para ver a Kinnei.

– ¿Por qué lo dices? Tú estuviste con ellos en la reuniones – Nicole subió su persiana.

Ángela bufó al ver entrar mucha luz, así que se metió debajo de las sabanas.

– Sí – asintió él mientras que rascaba a su zorro para darle los buenos días –. Pero solo las rutinarias… Ellos tendrán sus propias reuniones privadas…

– ¿Y qué hacemos? – Quiso saber Nicole.

– Silenciarse – añadió Ángela.

– Pues nada, presentarnos a las diez en el salón de actos – sentenció él.

 

Más tarde…

Parecía ser que ningún alumno estaba de acuerdo con eso. Por lo que durante el desayuno solo se hablaba de ese tema, provocando que Tania se marcharse de allí rápidamente ante el revuelo que se había levantado.

Las asignaciones de los pruebas de segundo eran a la diez, así que vaya sorpresa se llevaron Nicole y David al llegar al pasillo del salón de actos. Ya que estaban todos los alumnos fuera, esperando, discutiendo y hasta exigiendo a David respuestas.

– ¡Está bien! ¡Está bien! – Gritó David fuertemente y haciendo que todo el mundo se callase –. Yo tampoco sabía de esta prueba, ¿vale? Pero no se puede hacer otra cosa que aceptarlo. Así que dejar de discutir, ¿entendido?

– Muy bien, alumnos – salió de repente Narba del salón de actos –. Ir entrando e iros poniendo por clases – se apartó de la puerta y a continuación los alumnos empezaron a entrar.

David se quedó justo en dónde estaba para observar que todo fuese bien y para ser el último en entrar.

– David – le llamó Narba al ver que todos los alumnos ya habían entrado.

– Entra tú primero – le indicó él mientras se acercaba a la puerta.

– Gracias – Narba entró en el salón de actos firmemente.

David la siguió de cerca y tras atravesar la puerta, vio que su clase estaba a la izquierda y que las otras dos esteben en el centro y en la derecha. Así que para evitar comentarios de sus compañeros, se sentó en la última fila del bloque de la izquierda.

– Buenas días a todos – habló el director –. Lo primero que os quería decir, era que lamentamos el haceros esta prueba sorpresa. Pero queríamos saber el cómo habéis avanzado con lo impartido en este tiempo – explicó –. Las pruebas son sencillas, no tenéis de que preocuparos. Eso sí, las harán cada clase por separado.

Hubo un revuelo de los alumnos por todo el salón de actos al escuchar aquello.

– Esta última decisión se debe a que cada clase tiene un distinto nivel de proeza – pausó –. Por lo que comenzaremos con la clase de Aris – anunció –. Alumnos – miró a los chicos y chicas –. Levantaos y seguidnos.

Los estudiantes que conformaban la clase de Aris se levantaron todos de golpe y bajaron hasta casi el escenario, dónde se adentraron por un misterioso pasillo que ellos desconocían.

– Y vosotros quedaos quietecitos ahí, ¿vale? – El director miró a los alumnos que quedaban en el salón de actos y a continuación cerró la puerta. Desapareciendo junto con la clase y haciendo que los estudiantes volviesen a levantar un revuelo.




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