2. Lesam. El final de todo.

Capitulo 14

Semana 19. Lunes.

David estaba durmiendo tan tranquilamente en su cama, cuando de repente, alguien le despertó al entrar en su habitación gritando y dando la luz de golpe. Lo que hizo que diese un bote en la cama del susto que se llevó.

– ¡David! ¡Despierta! – Escuchó David de una voz de una mujer –. ¡No hay tiempo que perder! ¡Levanta!

David, que no sabía si eso era un sueño o no, miró que hora era. Viendo que era aún las dos y cuarto de la madrugada, así que lo único que pudo hacer fue soltar un bufido.

– ¡David! ¡Vamos! – La voz se acercó a él y le quitó las sabanas de encima.

– ¿Pero qué pasa… – Soltó él con la voz ronca.

– Te lo explicaré de camino, vamos – le dijo exhaustivamente aquella voz.

David, cansado, abrió los ojos por fin, pudiendo ver que se trataba de…

– ¡Jennifer! – Entró también Guillermo a la habitación –. ¿Qué diantres es todo esto?

– Necesitamos a David, ¡ya! – Contestó la profesora.

– ¿Pero a estas horas? ¿Para qué? – Quiso saber su padre.

– Están atacando ahora mismo el ministerio – le contó ella.

– ¿Qué? – Guillermo se quedo estupefacto –. ¿Quién?

– La Hermandad.

Fue decir aquella palabra, y David se levantó de golpe de la cama.

– ¿La Hermandad? – Masculló David aún dormido.

Kinnei aulló de repente.

– Sí, La Hermandad – afirmó Jennifer –. Y por eso he venido, porque necesitamos tú ayuda, son demasiados. Ni los profesores ni los guardias somos capaces de luchar contra todos.

– ¿Cómo? – Se sorprendió su padre –. Eso puede ser catastrófico –. ¿Qué puedo hacer yo?

– Pedir ayuda. Cuanto más, mejor – le respondió ella.

– Entendido – Guillermo salió corriendo de allí.

– ¿Y tú quieres hacer el favor de salir de ahí y de ponerte un calzado adecuado para una batalla? – Miró a David.

David se miró y vio que llevaba puesto su pijama de Star Wars.

– No hay tiempo que perder, eso da igual – le comentó ella.

David salió de la cama refunfuñando y se acercó al zapatero para coger las primeras deportivas que viese.

– ¿Y por qué La Hermandad está atacando el ministerio? – Preguntó él tras coger unas zapatillas azules.

– Ya habrá tiempo de sobra para eso después – le contestó ella.

– ¿Tenéis alguna suposición, verdad? – Tiró las zapatillas al suelo para ponérselas inmediatamente –. Robinson tiene alguna suposición, ¿no? – Rectificó.

– Cree que están atacando el ministerio porque piensan que allí se encuentran las partes restantes del tótem – le contó Jennifer apresuradamente.

– O también puede ser que les apetezca destruir el ministerio – agregó David tras ponerse una zapatilla e ir a por la otra.

– Sea el motivo que sea, hay que detenerles…

– ¿Y habéis avisado a alguien más? ¿O solo a mí? – Se ató la otra zapatilla y se levantó por fin del suelo. Cogiendo seguidamente una sudadera gris para ponérsela encima del pijama, ya que por mucho que lucharían, no quitaba el hecho de que seguían en invierno.

– Solo a ti – contestó ella –. ¿Ya? ¿Estás listo?

– Eh… Sí…

– Pues vamos, no hay tiempo que perder – Jennifer salió de su habitación –. ¡Ah! Una cosa – se giró hacia él en cuanto llegaron al comedor –. El ataque afecta a un par de manzanas, por lo que estamos divididos en grupos para poder cubrir toda la zona.

– ¿Un par de manzanas? – Se sorprendió David –. ¿Está afectando a la gente normal?

– Me temo que sí – afirmó Jennifer –. Aunque hemos puesto una cúpula mágica sobre toda la batalla para que nadie no mágico no pueda ni salir ni entrar.

– ¿Cómo? ¿Y si necesitan ayudan?

– ¿Quieres que la gente salga corriendo y diga al mundo entero que la magia existe? – Le preguntó seriamente su profesora –. ¿Y qué de paso hay una batalla de magos?

– Pero… – David se auto interrumpió –. Está bien, lo que tú digas.

Jennifer no añadió nada más y se giró al salón para abrir el portal.

– ¡David! – Guillermo apareció de repente –. ¿Ten mucho cuidado, vale? Esto es serio…

– Tranquilo, yo le protegeré – respondió Jennifer –. Tú encárgate de conseguir toda la ayuda posible – se despidió de él y a continuación cruzó el portal.

– Ya la has escuchado – miró a su padre –. Me protegerá – pausó y al instante salió corriendo al portal.

En cuanto atravesó el portal, David se dio cuenta de que aparecieron en la mitad de una batalla que se estaba llevando a cabo en una calle larga y peatonal, abandonando así la tranquilidad que había en su casa.

– ¡David! – Le gritaron a su espalda.

David, que se había dado cuenta de que los que luchaban eran guardias del ministerio, se giró de inmediato hacia la voz, viendo que Jennifer estaba siendo rodeada por demasiados enemigos. Así que corrió hacia ella lanzando varias bolas de fuego que fueron impactando en diferentes enemigos, lo que provocó que llamase la atención de otros. Cómo un Teleport, que apareció delante de él con una espada en la mano.




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