2. Lesam. El final de todo.

Capitulo 15

Semana 19. Viernes.

Después de unos días llenos de incertidumbre, anoche recibieron una carta en la que se les informaba que durante el día de hoy fuesen a la escuela para poder retomar las enseñanzas el lunes. Así que David aprovechó y se levantó tarde a su manera, ya que eran las diez de la mañana cuando ya estaba despierto.

Tenía una vez más a Kinnei durmiendo en su regazo. Y tras echarle un vistazo detenidamente y confirmar que su mascota había crecido aunque solo fuese dos centímetros, se desprendió de ella con mucho cariño y se fue a la cocina pensando en Ángela.

 

Luego…

David había desayunado, había ordenado su habitación, se acababa de asear y ahora iba a preparar su mochila, cuando de repente se topó con Ángela.

– ¿Ángela?

Ella soltó su equipaje de golpe y se fue directamente hacia David para darle un abrazo.

– ¿De verdad que estás bien? – Fue lo primero que dijo ella tras abrazarle.

– ¿Y por qué no iba a estarlo? – Se sorprendió él.

– Por la pelea del ministerio, no sé… – Respondió Ángela –. Me tienes que contar todo lo que ocurrió, ¿vale?

– Sabes que nunca te diría que no…

– ¿Y por qué no me llamaste? ¿Por qué no me escribiste? ¿Por qué no me lo contaste? – Quiso saber ella –. Me enteré el día de después y gracias a mis tíos… Creía que confiabas en mí… – Susurró.

– Pues claro que lo hago, ¿eres boba? – Masculló él –. Acabamos a las 7 de la mañana y me fui a casa – pausó –. Estaba tan cansado que dormí casi un día entero…

– ¿Y por qué no me dijiste nada? Me podías haber enviado aunque sea un mensaje – refunfuñó ella –. ¡Aunque fuese el día de después!

– Está bien, tienes razón – afirmó David –. Lo siento. Estaba tan exhausto tras la batalla, que ni si quiera se me pasó por la cabeza el escribirte…

– Me tenías muy preocupado, David. Yo creía que… – Suspiró Ángela.

– Sabes de sobra que siempre serás la primera persona en enterarte – le contó él –. Y por cierto, ¿estás más morena? – Cambió de tema –. Si estamos en pleno invierno, ¿qué habéis hecho?

– Mis tíos… Me han llevado a conocer todo tipo de lugares y por eso he acabado así – contestó ella.

– Pues que sepas que ese morenito te hace más guapa – soltó él.

– ¡David! – Ángela le empujó algo avergonzada.

– ¿Qué? – Refunfuñó –. Si es verdad…

Kinnei salió corriendo de la habitación y se fue directamente a los brazos de Ángela entre aullidos de alegría al verla.

– ¡Oh! Yo también te he echado de menos… – Sonrió ella acariciando al zorro.

– ¿Y a mí no me dices eso? – Preguntó David.

– A ti te tenía que haber dado una paliza por no escribirme – masculló ella.

– Está bien, está bien. Ya lo he pillado… – Susurró él –. ¿Entonces? ¿Qué tal con tus tíos?

– Mmm… – Ángela puso cara de seria –. Me he sentido como una extraña, no se… Ha sido algo raro.

– Al principio te sentirás así porque no los conoces, pero luego ya verás como…

– Lo sé, lo sé – le interrumpió ella –. ¿Y tú? ¿Sabes algo de Emily?

– Que voy a saber…

– ¿La quieres, no?

– ¿Otra vez esa pregunta? – Masculló él –. Sí, la quiero. Pero lo que me hizo me dejó huella… Y temo que todo este tiempo sin vernos vaya a pasar factura también…

– David, no deberi…

– ¿Quieres desayunar? – Cambio de tema David.

– Me he tomado un café ya, aunque sí que es cierto que necesito algo de comer…

 

Más tarde, sobre la 13…

– ¿No deberíamos de ir en taxi? – Le preguntó Ángela.

– ¿Para qué? Lo único que tengo que hacer es concentrarme para saber en dónde abrir el portal – agarró bien su mochila –. ¿Estás listo, Kinnei? – El zorro aulló.

– ¿Tendría que preocuparme?

– Ya sabes que lo he hecho con anterioridad – respondió él –. Lo único que tengo que cambiar es aparecer en el patio y no dentro – se centró al máximo en esa zona y al instante abrió un portal –. Pues vamos allá… – Cogió aire y lo cruzó.

Apareció justo en dónde había pensado, en el patio y al lado de la entrada. Aunque había un factor en el que no había pensado, la nieve. Ya había caído la primera nevada, y por cómo había hundido el pie en ella, había entre 30 y 40 centímetros de grosor.

– Mmm… No había pensado en esto… – Susurró él.

Kinnei aulló a su lado e inmediatamente David se giró hacia él, viendo cómo el zorro estaba hundido por completo en la nieve.

– Ven aquí, chico. Yo te llevo – se agachó y agarró a su mascota para llevarla en brazos.

– ¿En serio? – Ángela cruzó el portal y tenía la misma cara que él –. Para esto…




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