2. Lesam. El final de todo.

Capitulo 21

Semana 34. Jueves.

Habían pasado 23 días y hoy a las 11:23 se tendrían que reunir David con Alexandre en el mismo punto de hace tres semanas. Pero por desgracia, no iba a ser tan fácil, ya que Adam habló más de la cuenta y se lo contó todo al ministerio. Lo que provocó todo tipo de comentarios e ideas entre los miembros del consejo. De hecho, eran las 8:30 y ya estaban todos reunidos para realizar una votación que decidiría el plan a realizar.

– Buenos días a todos – habló Robinson –. Y gracias por acudir a esta reunión. Empecemos.

David bostezó del sueño que tenía.

– Ya sabéis cómo funciona la votación – continuó hablando –. Escribís en el papel vuestra decisión y a continuación se teletransportará para hacer el conteo – pausó –. Buena suerte a todos – sentenció justo cuando las papeletas hicieron acto de presencia.

David cogió la suya y votó lo que tenía que votar. Pero lo que más le preocupaba, era el voto de los demás. Ya que esos últimos días hubo bastantes especulaciones y cualquier resultado podría ser posible.

 

Tras realizarse la votación, y quedarse todo el mundo mirándose todos  con todos, concluyó por fin el recuento.

– Ya está el resultado – anunció Robinson y al instante todos miraron hacia el centro de la mesa, ya que era el lugar dónde se proyectaba el resultado –. Adelante.

Y de repente, un conjunto de letras se proyectaron y comenzaron a girar en círculo para que todo el mundo lo pudiera ver.

– No puede ser… – David se quedó boquiabierto al ver que el resultado de la votación había sido la de dar las partes restantes de los tótem a Alexandre.

– La votación ha hablado – comentó Robinson seriamente –. Se procederá a realizar las acciones necesarias para sacar los tótem de los escondites – pausó –. Gracias a todos. Os podéis marchar. David, tengo que hablar contigo para ver cómo procederemos. Sígueme – se giró y se marchó a su despacho.

David, en shock por la decisión que se había tomado, se levantó de su sitio torpemente y abandonó la sala de reuniones bajo la atenta mirada del resto del consejo.

– ¿Cómo? – Fue lo primero que dijo David tras cerrar la puerta –. ¿Cómo ha sido posible ese resultado?

– No puedo explicártelo, yo tampoco lo sé – Robinson, nervioso, empezó a buscar unos papeles en su mesa.

– ¿Pretenden destruir el mundo? – David se acercó a la mesa y se quedó mirándole fijamente.

– No creo que quieran eso, pero…

– Pues sí que lo parece – le interrumpió David.

– Da igual – pausó –. Da igual el resultado de la votación – se levantó y también le miró a los ojos –. ¿Sabes por qué? Porque no vas a decirle eso a Alexandre.

– ¿De qué estás hablando? – A David se le iba a salir el corazón pro la boca.

– Vas a reunirte con Alexandre a las 10 y…

– ¿Cómo? Sí…

– Shh – le interrumpió ahora Robinson –. Vas a reunirte con él a las diez y vas a decirle que no vamos a darle los tótems.

– Pero… El resultado ha sido todo lo contrario. ¿Quieres qué mienta? – Le preguntó.

– Es por el bien de todo el mundo, David…

– Pero… Si desobedezco una orden del consejo, yo…

– Pasaras a la lista negra y todo el mundo te estará buscando – sentenció Robinson –. Pero yo te sacaré de ahí, te lo prometo.

– ¿Quieres qué huya? – Preguntó David con algo de miedo.

– Solo hasta que todo esto se haya resuelto.

– ¿Y las clases?

– Hablaré con Adam y los profesores – pausó –. No te pasará nada, no vas a repetir curso…

– ¿Y a dónde quieres qué huya? Si…

– Tendrás que ir a algún sitio que no conozca nadie. Ni tus amigos, ni tu familia y ni los profesores. Ya que será probable que los interroguen…

– Pero…

– Y tienes que dejar el móvil, por supuesto. Es la forma más fácil de rastrearte – le advirtió Robinson.

– Mmm… – David estaba completamente fuera de lugar –. ¿Le contaras a mi padre todo? ¿Le dirás qué estaré bien?

– Por supuesto, no lo dudes… Al fin y al cabo soy yo el que te está metiendo en este charco – le comentó.

– ¿Y si te pillan? – Le cuestionó él.

– Se cuidarme la espalda, tranquilo – le respondió seriamente –. Entonces, ¿aceptas el plan?

– ¿No tengo otro remedio, verdad? – Masculló él.

– Hablaré con mi contacto y haré que os reunáis a las diez, ¿vale?

– ¿En el bosque?

– Sí, en el mismo sitio que hace 23 días – le miró a los ojos –. Suerte, David. Confío en que no te atrapen…

David no supo que decir al respecto y a continuación se marchó del despacho y regresó a la escuela con los pensamientos muy nublados.

Pero no pudo ni entrar en el edificio principal, cuando se encontró con su clase entera en el patio.




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