3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

3. La realidad

Eric se despertó y miró la hora en su reloj, las 9:47. Se había quedado dormido, raro en él, pero es cierto que algunas veces le pasaba. Se giró de forma perezosa hacia su otro lado y se encontró con Sarah, que estaba dormida mirando hacia el techo. Ya despierto, las probabilidades de volverse a dormir eran nulas para él, así que lo mejor era levantarse y hacer algo productivo. Lo hizo con cuidado y de manera lenta para no despertar a Sarah. Se levantó, cogió sus zapatillas y salió al salón de forma silenciosa. Cerró la puerta de la habitación y ya se podía mover un poco más ligero. Quería desayunar, así que se dirigió a la cocina. Pero cuando pasó al lado de una mesilla, vio que el bolso de Sarah se estaba iluminando. Con curiosidad de saber lo que era, no pudo evitar abrir el bolso hasta que encontró lo que era, el móvil. Al sacarlo y al comprobarlo vio que tenía tres llamadas perdidas de Stephen y una de Derex. No solo eso, si no que tenía por lo menos veinte mensajes. Alertado, Eric sacó su móvil y de encontró que lo tenía apagado. Lo más probable es que sin querer, lo habría apagado mientras estaba dormido. Una vez encendido, vio que tenía exactamente las mismas llamadas, pero muchos menos mensajes. Cuando abrió el primero para leerlo, se encontró con lo siguiente: "¿En dónde leches estáis? Nos vamos a España a ver el consejo de cazadores de allí. A las 10:30 tenemos la salida".

– ¡Mierda! – Susurró Eric –. Me tengo que marchar de aquí... – Miró a la habitación de Sarah –. Lo mejor para ella es que se quede aquí.

Antes de marcharse corriendo, tenía que comer algo, así que se fue a la cocina y descubrió una caja de cereales detrás de la puerta. Lo abrió sin romper la caja y se llevó un puñado de cereales a su boca. Después de digerirlos, volvió a coger otro puñado y a continuación dejó la caja en donde estaba. Finalmente, salió de la cocina y antes de marcharse comprobó que llevaba todo.

 

Minutos después...

Eric llegaba justo a las 10:30 a la sala principal de la central. Estaban Stephen y Derex, que se preguntaban en dónde leches se habían metido esos dos. Pero al ver la cara de Eric ambos se tranquilizaron un poco.

– ¿En dónde leches estabas? – Preguntó Stephen con curiosidad.

– Perdonad. Apagué el móvil y me quedé dormido, he llegado en cuanto he podido – pausó Eric –. ¿Entonces al final nos vamos a Madrid?

– Si. La directora no llegó a contactar con el consejo de allí. Ella piensa que es porque están ocupados, así que ha decidido que es mejor ir sin cita... –Le explicó Stephen.

– Eso suena muy mal. ¿Parece una trampa no? – Eric se extrañó.

Stephen lo único que hizo para responder a esa pregunta fue refunfuñar.

– ¿Qué te pasa Stephen? – Dijo la directora apareciendo detrás de él.

– Nada, nada – respondió él de manera rápida e incómoda.

– Hombre. Has llegado a tiempo, Eric – le dijo la directora mientras le miraba –. ¡Preparar el portal! – Ordenó a los responsables.

– ¡Un momento! – InterrumpióDerex–. ¿No esperamos a Sarah?

– No puede venir – respondió la directora mirando como a Eric se le ponía cara de incómodo y enfadado –. Y si no hay nada más de lo que hablar. Por favor, crucemos el portal.

Al instante, el portal se abre delante de ellos y la directora lo cruza inmediatamente. Detrás fue Stephen y ahora era el turno de Eric, pero Derex lo paró un segundo antes de cruzarlo.

– Dime la verdad Eric –Derex le agarró por el hombro –. ¿Por qué no puede venir Sarah?

– Esta mala – Mintió Eric –. Fuimos a cenar a un restaurante indio y le sentó mal la cena. Ha estado toda la noche vomitando. Así que cuando me he despertado he pensado que lo mejor para ella era que descansara – dijo Eric intentando parecer convincente.

Después de esto, Derex le soltó el hombro y Eric cruzó el portal. Aparecieron en una calle estrecha y en la que no había nadie. En ese momento a Eric le entró curiosidad por saber en el que parte de Madrid estaban. Cuando Derex cruzó el portal, todos empezamos a andar por una serie de callejuelas hasta salir a una plaza que Eric reconocía perfectamente, La Plaza de las Cortes, estaban en pleno centro.

– ¿Estamos en el centro de Madrid? – Dijo Eric sin apenas creérselo.

El equipo siguió caminando hasta llegar al Congreso de los Diputados. Parecía que iban a entrar por la puerta principal, pero se metieron por la pequeña calle que había a la derecha hasta que se pararon en el lateral del Congreso. La directora miró que no había nadie a su alrededor y puso su mano izquierda en un bloque de ladrillo que tenía el tamaño justo para una mano. De repente, una puerta de madera apareció a la derecha de ella y sin decir nada, la abrió y entró. Los tres se miraron con cara de sorprendidos, pero echaron valor y también entraron.

Estaban en una sala pequeña y acogedora. En frente, había una mesa que ponía que era la recepción, pero, no había nadie y estaba completamente vacía.

– Esto tiene mala pinta. Stephen y Eric, vais a venir conmigo – ordenó la directora mirándolos–. Os haréis invisibles para no llamar la atención. Derex, tú te quedaras aquí vigilando, serás nuestra últimalínea de defensa por si pasa algo.

Todos asintieron y se pusieron manos a la obra. Derex se quedó en el mismo sitio en el que estaba y Stephen y Eric utilizaron la runa de invisibilidad, desapareciendo ante la vista de ellos.




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