3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

4. Una traición a la vista

Horas más tarde...

Eric se despierta. Abre los ojos lentamente y descubre que está en la enfermería, su sitio favorito durante estos últimos días. Se dio cuenta de que estaba mirando hacía ventana y descubre que ya era casi de noche, estaba atardeciendo. Giró su cabeza hacia el otro lado y vio a Sarah, que estaba entretenida leyendo un libro. También se fija en Roberto, que estaba en una camilla más alejado que la última vez, casi al lado de la puerta.

– Te has despertado – habló Sarah mientras deja el libro en la mesilla.

– ¿He estado durmiendo durante todo el día? – Preguntó Eric con curiosidad.

– Te han operado de la pierna Eric. Ya está en su sitio y arreglado, pero tienes que estar dos días en cama – informó Sarah.

– Vaya – se lamentó Eric –. Me esperan unas horas bastante entretenidas...

– Me distes un susto de muerte Eric. Cuando te vi caerte al suelo... Pensé que...

– No – le interrumpió Eric –. Sabes que no me iré de este mundo tan fácil. Además, ¡no te abandonaré nunca!

– ¿Entonces por qué no me despertaste? – Se enfadó levemente Sarah.

– Sarah. Habías perdido a un ser querido – bajó la voz Eric para que Roberto no lo pudiera escuchar –. Hace falta tiempo para poder recuperarse...

– ¡Ya estaba recuperada! – Se quejó Sarah.

– No lo estabas, mi amor – Eric la acaricia con todo el cariño del mundo –. Y lo sabes...

Sarah empezó a sollozar brevemente, pero pudo controlarse y solo cayeron un par de lágrimas.

– Lo superaras... – Intentó Eric animarla –. ¡Por cierto! ¿Y tú madre? ¿Qué tal esta? – Se acordó Eric de que ella también cayó inconsciente.

– Bien. Está en otra habitación aparte. Los doctores pudieron recuperar el brazo. Así que está bien, con ganas de salir y volver a mandar – le contó Sarah mientras se secaba las lágrimas.

– ¿Y Stephen?

– Bien. Solo fue una conmoción leve. Está en su casa descansando – pausó Sarah y cambio de tema –. ¿Así que es verdad? Lo de la orden digo. Mi madre me ha contado lo que paso en el edificio.

– Si – asintió Eric –. Van muy en serio... Y encima se pueden permitir matar a quien les dé la gana... Pero eso va a cambiar muy pronto...

 

Al día siguiente...

Sarah se despertó y comprobóque Eric seguía dormido. Decidió levantarse para ir a asearse y de paso a desayunar algo. Cuando iba dirigiéndose a la puerta se dio cuenta de que Roberto ya estaba despierto y en un abrir y cerrar de ojos le estaba saludándola.

– Hola Sarah – dijo Roberto alegremente.

– Hola. Tú también te has despertado pronto – Sarah bostezó.

– No he podido dormir mucho. Estos dolores me matan – se quejó Roberto –. Por cierto. Os escuche ayer hablar de La Orden – pausó –. Creo que tengo información que te puede ser útil.

– ¿De qué hablas? – se extrañó Sarah, que seguía adormilada.

– Veras. Hace 3 meses, me mantenía con contacto con un amigo que trabajaba en una base de La Orden en Nevada. Pero al parecer, lo cerraron y se llevaron todo a Europa. ¡Incluso a los trabajadores! No he vuelto a saber nada de mi compañero... – Habló Roberto bastante pensativo.

– ¿Y qué me quieres decir con esto? – Sarah no había pillado el significado de la frase.

– Significa que la base de La Orden sigue allí, pero vacía. O no. A lo mejor se olvidaron de algunos papeles o dejaron una pista de algo útil – Roberto no dudaba ni un segundo de las palabras que salían de su boca –. Se fueron antes de que empezaran la invasión. ¿No te das cuenta? ¡Puede que allí haya algo de información!

– ¡Qué buena idea! – Sarah se animó al escuchar que tenían alguna posibilidad de averiguar algo más sobre La Orden –. Dame las coordenadas y avisaré a Stephen para ir.

– ¡Ni se te ocurra! – Escuchan ambos, era Eric –. ¡Puede que sea alguna trampa! Como ha ocurrido en Madrid.

– ¡Eric! ¡Esto es una oportunidad única! – Gritó Sarah de alegría –. ¡Hay que aprovecharla!

– Si. Pero primero hay que ver los planos del edificio, hay que planear un ataque y tienes que disponer de un equipo – dijo Eric alzando la voz.

– A la porra todo eso. ¡Me voy! – Dijo Sarah marchándose corriendo de la sala de enfermería.

– ¡Sarah! – Gritó Eric bastante cabreado.

 

Pasados unos minutos…

Sarah y Stephen atravesaron un portal y aparecieron en Ely, Nevada. Las coordenadas que dio Roberto llegaban a ese pueblo. Investigaron el supuesto sitio abandonado de La Orden. Según las noticias que pudieron encontrar en internet, contaban que una gran empresa de informática se instaló en Ely, haciendo que la población aumentase bastante por los trabajadores. Pero, hace justo 3 meses, esta empresa decidió marcharse a otra ciudad, o eso dijeron los responsables. Total, que era toda una mentira para cubrir la base de La Orden, o eso pensaron Stephen y Sarah.




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