3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

6. La biblioteca de los ángeles

Nicole, Eric y la directora aparecieron delante de unas escaleras que llevaban a un edificio inmenso de color blanco.

– Ya que estamos por aquí, voy a realizar un par de cosas. Nos vemos aquí en una hora, ¿entendido? – Dijo Nicole mientras volvía a teletransportarse.

– ¿Qué crees que hará? – Preguntó Eric curioseado.

– Da igual. Tenemos que entrar en la biblioteca y buscar el libro de las reliquias – respondió la directora empezando a subir las escaleras.

Eric la acompañó. Y a medida que subían se iba dando cuenta de que todo era más grande de lo normal. Las ventanas que había en los laterales eran enormes, las columnas que sujetaban la entrada eran más grandes de lo habitual y la puerta de acceso era descomunal, pesaba tanto, que Eric tuvo que ayudar a la directora a empujarla. Cuando ya estaban dentro, empezaron a andar hacia algún lugar sin saber exactamente a dónde. El interior era como el de cualquier biblioteca, pasillos con estantes llenos de libros. Al igual que pasaba en el exterior, el interior era igual de grande, las estanterías eran enormes, pero los libros que albergaban tenía todo tipo de tamaños.

– Voy a ir a por el encargado. Yo creo que tardaremos menos preguntando que buscándolo nosotros mismos – dijo la directora –. Tú quédate aquí – le ordenó.

Eric, que estaba tan embobado mirando el interior de aquel espectacular edificio, iba a contestarla cuando se dio cuenta de que ya se había ido. Volvió a mirar a las estanterías y justo en frente de él, le llamó la atención una que ponía España. Así que con cuidado, caminó mirando hacia todos los lados para que nadie le viese.

Cuando llegó a la estantería en sí, pudo ver los títulos de los diferentes libros, Geografía Española, Recetas Españolas, Presidentes Españoles, Ciudades Españolas, Reyes de España, etc. Podía tirarse un buen rato mirando todos los libros que había, pero se paró en uno que le llamó la atención, Hechos Importantes de España. Con mucha curiosidad, cogió el libro y antes de abrirlo, comprobó de nuevo que no había nadie a su alrededor. Una vez comprobado, abrió el libro y algo inesperado sucedió. Se metió en el libro, literalmente, empezó a ver imágenes, algunas en color y otras en blanco y negro. Algunas las podía reconocer, atetando de ETA, el presidente Zapatero en alguna charla, el ascenso al trono del rey Felipe VI, cuando España ganó el mundial, etc. Pero otras no las podía reconocer en absoluto.

De repente, todo se puso en negro y volvió a donde estaba antes, en la biblioteca. En frente, la directora con el libro que había cogido segundos antes, con la diferencia de que estaba cerrado. Al lado de ella, un hombre que media por lo menos tres metros, empezó a disminuir de tamaño hasta optar por el de un humano normal.

– ¿Cómo es eso posible? – Dijo el hombre.

– Es un Cazador Primigenio – le contestó la directora.

– Curioso – el hombre inspeccionó a Eric con la mirada –. La tierra vuelve a sorprenderme.

– Siento las molestias que he podido ocasionar – se disculpó Eric.

– Para nada – dijo el hombre –. ¿Qué buscáis exactamente? – les preguntó.

– Estamos buscando la localización de las reliquias del rey místico – dijo la directora –. Nos preguntamos si hay algún libro en el que lo podamos encontrar.

– Oh, sí claro. Todo se puede encontrar en esta biblioteca – dijo el hombre –. ¿Me seguís por favor?

Ambos asintieron y empezaron a caminar entre salas y pasillos que estaban llenos de libros y de mesas, con la curiosidad de que no se cruzaron con ninguna otra persona. Cuando salieron a una sala en la que había una mesa repleta de libros, se toparon con alguien inesperado, un ángel. Pero no era un ángel cualquiera, era el que había salvado a Katherine.

– ¿Qué haces tú por aquí? – Dijo el ángel empezando a disminuir de tamaño.

– ¿Le conoces? – Preguntó la directora a Eric.

– Pues claro que nos conocemos – respondió el ángel –. Nos vimos en el Templo de la Paz.

La directora miró a Eric sorprendida y gesticulo "¿Es este?". Eric asintió y la directora se volvió para ver al ángel.

–  Así que tú eres el que salvó a Katherine... – Dijo la directora sin creérselo –. Gra, Gracias – tartamudeó la directora.

– ¡Oh! Hermano Zacarías – dijo el encargado –. Veo que sigues con tu investigación.

– Así es Albert, uno no puede descansar hasta que todo esté tranquilo en su sitio – respondió Zacarías.

– Ni que lo digas... – Dijo la directora en voz baja.

– Albert. Te puedes ir a tu puesto. Ya me encargo yo de estos – dijo Zacarías.

– Como tú quieras – el encargado se fue por donde había venido.

– No me dejáis de sorprenderme – habló Zacarías –. ¿Qué hacéis por aquí?

– La Tierra está en peligro – le advirtió la directora –. Tenemos que conseguir la ubicación de las reliquias ¡ya! Estamos perdiendo el tiempo aquí.

– Tranquila, tranquila – dijo Zacarías –. Aquí el tiempo es distinto a la Tierra. Va más despacio... Además, el libro que buscáis está aquí al lado. Acompañadme.

Zacarías comenzó a andar. Salió de la sala en la que estaban y se metió en un pasillo hasta que se paró en una estantería. Miró hacia arriba y alzó la mano para coger el libro.




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