3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

7. Todo ocurre muy deprisa

Nicole, Eric y la directora aparecieron de nuevo enfrente de la casa. Se esperaban un buen recibimiento por parte de sus compañeros, pero se dieron cuenta de que todos tenían las espadas sacadas y estaban mirando hacía las plantaciones.

– ¿Qué hacéis? – Se extrañó Nicole poniendo una cara rara.

– Están intentando entrar – dijo Stephen sin perder de vista el techo.

– ¿Qué? ¿Qué?¿Qué? – Se exaltó Nicole y se adelantó un par de metros hasta ponerse al lado de los cazadores.

– Escucha – dijo Stephen.

Todos se callaron y el silencio se hizo con todo, pudiendo escuchar como varias personas intentaban golpear una y otra vez el trozo de metal que cerraba el hueco por dónde se accedía a aquel terreno.

– ¡Mierda! –Gritó Nicole –. Preparaos para un teletransporte masivo.

– ¿Cómo nos ha seguido La Orden hasta aquí? – Preguntó la directora sorprendida.

– Eso para más tarde – dijo Nicole arrodillándose en el suelo y a continuación cerró los ojos y alzó los brazos con las manos hacía arriba –. Silencio.

El equipo seguía mirando hacia el hueco mientras que Eric y la directora miraban a Nicole, que empezó a decir palabras raras hasta que un dolor de cabeza llegó a cada uno de los que estaban ahí.

–¡Ahh!–Gritó Derex mientras llevaba su mano a la cabeza y al instante se tiraba el suelo.

Eric también notaba como aquel horrible dolor de cabeza le recorría todos los músculos y nervios que tenía. Intentaba buscar una respuesta para lo que acababa de suceder, pero no podía, su instinto hizo que se apoyase en una viga de madera de la casa y cerrase los ojos hasta que se le pasase.

– Tranquilos – dijo Nicole –. En unos segundos se os ira pasando...

La directora, en cambio, parecía tranquila y normal, ese dolor de cabeza no le había afectado apenas.

– ¿Qué ha pasado? – Preguntó Eric con los ojos cerrados todavía.

– He teletransportado todos mis terrenos a otra montaña – contestó Nicole –. Por eso estáis con ese dolor de cabeza. La presión era tan alta al teletransportar todo, que cuando el cuerpo se quiso dar cuenta, ya estábamos de nuevo en tierra. Así que ese dolor de cabeza os durará poco.

– ¿Has teletransportado todo? – Se sorprendió Eric, que ahora sí que abrió los ojos –. ¿En dónde leches estamos ahora?

– En el interior de una montaña – dijo Nicole –. No voy a decir el nombre para que esto siga en el anonimato... Y más cuando La Orden tiene un infiltrado en la central.

– ¡Nosotros no tenemos topos! –Gritó Sarah, arrepintiéndose a continuación de haberlo hecho, su cabeza le dolió más aún.

– Eso no es un tema para hablar aquí – respondió su madre de forma tajante –. Hay que volver a la central para averiguar quién es, además de planear todo para las expediciones.

– ¿Que expediciones? – Preguntó Stephen, que parecía ya casi recuperado.

– Después – respondió la directora –. Nicole. ¿Nos puedes llevar a la central?

– Sin ningún problema – dijo ella.

Y sin darse cuenta, todos menos Nicole, aparecieron en el parque que había en frente de la central. La mayoría de ellos cayeron al suelo, no pudieron soportar otro teletransporte más y sus cabezas estaban ya en las últimas.

– Vamos. Te ayudo – dijo Eric mientras ayudaba a Sarah a levantarse.

Stephen vio como Eric ofrecía su ayuda, así que no dudó ni un segundo en ayudar a Katherine y a Derex a levantarse. Esperaban algo de ayuda por parte de la directora, pero ésta se encontraba ya en la puerta de la central.

El equipo tardó lo suyo en llegar al despacho. Lo hizo con Eric ayudando a Sarah y Stephen a Katherine, mientras que Derex entró por sus propios medios de mala manera. Los tres cayeron a sus respectivas sillas, mientras que Eric y Stephen se mantuvieron en pie a pesar de que todavía seguían con un leve dolor de cabeza.

– Que quejicas sois... –Dijo la directora mirando libros y papeles.

– ¿Quejicas? –Se mosqueó Stephen –. No vamos por ahí teletransportandonos con ángeles – soltó con mala fe.

– ¡No vuelvas a decir eso! – Gritó la directora –. O te arrepentirás de ellos.

– ¡Queréis parar! Hay gente que todavía no se encuentra bien – intentó Eric poner la paz –. Estamos aquí para tratar dos cosas. Uno. Como La Orden nos ha seguido. Y dos. Las reliquias.

– ¿Habéis obtenido algo? – Preguntó Stephen mirando a Eric.

– Si. Tenemos tres localizaciones – pausó –. Bueno. Dos – corrigió Eric –. Ya que la tercera en toda una incógnita – dijo Eric recordando aquellas palabras.

– ¿Y bien? ¿En dónde se encuentran? –Dijo Katherine con pocas ganas.

– Una en La Isla Fantasía y otra en Arrepolis– habló la directora.

– ¿La ciudad submarina? – Se sorprendió Derex.

– La misma – informó la directora –. Estoy buscando las coordenadas. Las debo de tener en algún lado... – Dijo la directora buscando entre papeles.




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