3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

8. La Isla Fantasía

– ¿Estáis listos chicos? – Dijo la directora en voz alta, molestando a Stephen, que seguía un poco dormido.

– Si. Hemos cogido provisiones para dos días por si acaso ocurre algo – informó Katherine, que parecía que era la única en tener ganas de hacer esta expedición.

– Muy bien. Recordad, cuando hagáis el teletransporte vais a aparecer en una de las cuatro playas exteriores. Adentraos en la isla y encontrar una de las poblaciones seguras – pausó la directora –. Allí ya podréis empezar la búsqueda de la reliquia.

– ¿Cuánto tiempo vamos a estar ahí? – Preguntó Stephen mirando a Eric, ya que él seguía siendo el capitán del equipo.

– Lo suficiente como para encontrar la reliquia y volver aquí – dijo Eric firmemente.

– Vamos allá – dijo Derex mientras chascaba sus dedos y aparecía un portal al lado de él.

Mientras Stephen y Katherine lo cruzaban, Eric se fue en dirección contraria al portal, se dirigía hacía Sarah.

– Prométeme que volverás sano y salvo – susurró Sarah cuando Eric se puso en frente de ella.

– Prometido – Eric la besó.

– Y trae al equipo entero de vuelta – dijo Sarah rompiendo el beso.

– Sin ningún problema – Eric volvió a besar a Sarah, más apasionadamente.

– ¡Por dios! – Gritó la directora viendo aquella escena –. ¿Quieres irte ya? – Refunfuñó.

Eric se separó de Sarah y se fue sin dudarlo hacía el portal, dónde antes de cruzarlo, se despidió una última vez.

– Nos veremos pronto – dijo Eric mientras se adentraba en el portal.

Nada más cruzarlo, apareció en una playa, tal y como había dicho la directora unos segundos antes. Delante de él estaban Stephen y Katherine, que subían una duna mientras miraban hacía todos los lados. Con curiosidad, Eric se giró hacía detrás suya, y aparte de ver a Derex cruzar por el portal, descubrió que había un inmenso mar. Tenía curiosidad por saber que mar era y en que parte del mundo estaban, pero la pregunta se lo guardó para sus interiores y comenzó a subir la duna por la que antes había ascendido Stephen y Katherine.

Cuando ya logró el ascenso, vio que delante de él no había más arena, empezaba una serie de colinas inmensas en las que recorría un silencio absoluto. Impresionado por el cambio de bioma, se giró otra vez para ver la playa, descubriendo que tenía forma de u y que el agua era tan clara que se podía ver el fondo del mar.

– Que pasada... – Susurró Eric admirando el pasaje.

– ¿Si verdad? – Dijo Stephen acercándose –. Parece una playa paradisiaca, pero los cangrejos gigantes que viven bajo ellas hacen que sea un terreno peligroso. Y por eso nadie se acerca por estos terrenos, están muy lejos de las poblaciones y no son del todo seguras – Stephen se alejó de la duna y volvió a terreno firme.

– ¿Cuánta población vive en esta isla? – Preguntó Eric con curiosidad.

– Un par de miles, un poco más tal vez – respondió Katherine.

– Lo más sorprendente es que no sepan que hay mundo más allá que este trozo de tierra – dijo Derex apareciendo por la duna.

– Veamos – Stephen sacó el mapa –. Debemos de estar en la playa de la muerte, así que si seguimos andando por estas colinas deberíamos de llegar al lago en no mucho tiempo. Según dice el mapa, allí ya hay un camino que lleva a la población más cercana – pausó –. Hemos tenido suerte. Hemos aparecido en la playa que tenía la población más cercana – Stephen guardó el mapa –. Vamos allá.

Comenzaron a andar por aquellas colinas. Stephen iba primero al ser el guía del sitio. Justo detrás iba Katherine junto con Eric. Y cerrando pelotón iba Derex. Se notaba que todos tenían bastante curiosidad por aquel sitio, iban mirando de un lado a otro sin perderse ningún detalle. Pero poco pudieron ver, estaban rodeados de colinas y lo único raro era ver algún ave gigante que de vez en cuando sobrevolaban por encima de ellos.

Aquella caminata se vio interrumpida cuando más adelante, vieron que Stephen estaba parado en lo alto de una colina y sacaba el mapa para comprobar algo. Katherine y Eric se miraron extrañados y aumentaron el paso hasta llegar junto a él.

– ¿Qué pasa Stephen? Te veo preocupado – dijo Katherine.

– Preocupado no – respondió él –. Es que hay algo que no me cuadra. Ese rio que hay ahí no aparece en el mapa.

Los dos miraron hacia abajo y efectivamente, entre dos colinas discurría un riachuelo que venía de algún sitio y que acababa en otro. Lo más característico de todo era que el agua no se movía, estaba tranquila, además de que no se veía ningún pez nadando en ella.

– Es un riachuelo Stephen – dijo Derex apareciendo detrás de ellos –. Este mapa es antiguo, quizá no esté actualizado.

– Puede ser... – Hizo una mueca Stephen.

– ¿Cómo lo vamos a cruzar? – Preguntó Eric.

– Esta claro – Stephen se guardó el mapa –. No es muy hondo, así que pasaremos por encima – empezó a bajar la colina.

Cuando Stephen estaba llegando al rio, el resto del equipo empezó a bajar la colina mientras discutían aquella loca idea de Stephen. Si, era un riachuelo, pero en esta isla nada era normal. Y efectivamente, más adelante, a unos 50 metros, una aleta asomó por el riachuelo e iba camino de Stephen. Eric, que fue el primero en verlo, empezó a gritarle.




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