3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

15. Atravesando la montaña

Al día siguiente...

El amanecer se hacía con toda aquella llanura de forma lenta. Ayer, llegaron al atardecer al pie de la montaña, así que todo aquel batallón durmió en tiendas de campañas hasta que fueron despertados por el sonido del cuerno de batalla. Todos se levantaron a sus propios ritmos y observaron las montañas que tenían delante, eran enormes y no se podía ver los picos debido a unas nubes negras que lo cubrían al completo. Adormilados, entre ellos Eric, desayunaron en sus tiendas lo másrápido posible para estar listos ante la que se iba a avecinar.

Eric estaba desayunando en el interior de su tienda de campaña cuando fue interrumpido por Ryan.

– Buenos días Eric – dijo Ryanquedándose en el exterior de la tienda.

– Buenos días – respondió Eric dando un sorbo al café que tenía en la taza de metal.

– Acaba cuanto antes – le advirtió Ryan–. Stewis quiere que seamos de los primeros en subir a la montaña.

– Voy, deja que me acabe el café – dijo Eric pegando varios sorbos para acabárselo.

Una vez que terminó de bebérselo, dejó la taza en el suelo y salió al exterior. Dónde hizo un par de estiramientos para calentar antes de decirle a Ryan que ya estaba listo.

– Cuando quieras – dijo Eric a Ryan mientras echaba un vistazo a las otras tiendas de campaña que tenía a su alrededor.

Ryan empezó a andar por aquel concurrido terreno seguido de Eric. Esquivaron varias tiendas de campaña hasta que por fin llegaron al principio de todo, dónde Stewis parecía estar dando una serie de órdenes a un par de soldados.

– Ya está aquí – dijo Ryanponiéndose a su lado.

–¡Ah! Bien, bien – dijo Stewis sin parecer importarle.

–¿Qué les has dicho a esos dos? – Preguntó Ryan.

– Les he dicho que vayan subiendo por el camino – respondió Stewis–. Son la avanzadilla.

– Y cuando vamos a empezar a subir nosotros – volvió a preguntar Ryan.

Fue acabar de realizar la pregunta y empezó a sonar otra vez aquel ruido ensordecedor que había el cuerno de batalla.

– Ahora mismo – dijo Stewis empezando a dirigirse hacia el camino.

Al principio, el camino era ancho tenía una leve pendiente y estaba rodeado por una llanura. Pero a medida que iban avanzando, el camino se ponía peor. Había más piedras, ya no entraban dos personas juntas y a los lados habían terraplenes bastantes peligrosos. Lo peor llegó poco después, cuando ya entraron en plena montaña. El camino era estrecho, a un lado estaba la pared de la montaña y al otro lado había un acantilado, tenían que tener cuidado en dónde pisaban, la pendiente aumentódrásticamente y por si fuera poco, empezó a empeorar el tiempo, llovía.

–¡Tened cuidado! –Gritó Ryandirigiéndose a Stewis y Eric –. El terreno se pondrá resbaladizo y no queremos que ocurran tragedias.

Siguieron subiendo la montaña sin que nadie dijese una palabra, estaban tan concentrados en no irse por el precipicio que no sabíacómo iba el resto del batallón. A medida que subían más terreno, el tiempo empeoraba mucho más, ya no llovía, estaba nevando y la visibilidad era casi nula por una peligrosa niebla que tenían en frente.

Eric, que estaba mirando constantemente al suelo, se paró en seco al encontrarse a Ryan parado justo delante de él.

–¿Qué pasa? – Preguntó Eric mientras dirigía sus ojos hacia la cara de Ryan.

– Esto empeora cada vez más y tengo el presentimiento de que va a ocurrir algo malo – contestó él con la mirada perdida –. ¿Cómo van ahí atrás?

– No lo sé – respondió Eric girándose al completo para ver quién estaba detrás, había un hombre de edad adulta que también estaba parado. Al ver que estaba bien, se volvió a girar hacia delante viendo como el precipicio que tenían al lado se perdía en la niebla –. Están bien – respondió Eric sin saber si realmente lo estaban.

Continuaron subiendo la montaña y a medida que avanzaban vieron como la nieve empezaba a cuajar y a ganar altura en aquel horrible terreno. El frío empezaba a azotar fuerte y todos empezaron a tiritar de forma exagerada. No todo acababa ahí, de repente, todo aquella montaña vibro durante unos segundos, dando unas leves sacudidas. Todos se pararon e intentaron ver que acababa de ocurrir. A pesar de que la niebla y la nieve imposibilitaban ver mucho, a unos cien metros, dos montañas se levantaron y se empezaron a dar golpes.

–¿Pero qué? –Dijo Eric sin comprender muy bien lo que estaba viendo.

Eric intentó ver de nuevo aquello, intentó comprenderlo, pero el tiempo lo impedía, solo veía como dos trozos enormes de rocas chocaban entre sí de forma brusca y agresiva.

–¡Titanes de montaña! – Gritó Ryan con todo su alma –. Hay que irse de aquí – gritó haciendo gestos con las manos.

Cundió el pánico, literalmente, ya que los soldados empezaron a empujarse unos a otros para intentar avanzar. Por si fuera poco, uno de los titanes apareció de entre la niebla y chocó con la montaña en la que estaban ellos. Todo se sacudió fuertemente, haciendo que algunos soldados se cayesen por el precipicio al pillarlos completamente desprevenidos.




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