3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

20. El rescate

Revisaron las coordenadas y vieron que el lugar estaba en medio de la sierra madrileña, tal como lo había contado la chica. El equipo tenía intención de hacer un portal directamente a esa posición, pero al final dijeron que no por si acaso la base tuviese algún detector o algo parecido. Al final, decidieron aparecer en El Escorial y allí cogerían un coche y subirían hacia esas coordenadas.

Tras ver que era imposible llevar el coche al sitio exacto, lo dejaron aparcado en un camino y desde allí continuarían andando hasta que llegaron a las coordenadas. Sabían, gracias a que antes habían analizado el terreno con ayuda de varios satélites, que había dos entradas a aquella base. Una, la principal y la que estaría protegida, y dos, una escalera vertical que no sabían si estaría vigilada.

– ¿Cuál es el plan? – Preguntó Stephen mirando a su alrededor.

– Lo he estado pensando durante todo el camino – anunció Eric –. Vamos a entrar en una base de La Orden en la que trabajan personas inocentes. Así que la incursión no va a ser triunfal, todo lo contrario. Derex y yo nos haremos invisibles y entraremos por la entrada secundaria. Una vez en el interior, buscaremos la sala de control y desactivaremos las alarmas. Cuando este hecho, os avisaremos para que entréis y os encargaréis de luchar para despejar el camino para cuando huyamos. Mientras lo hacéis, Derex y yo buscaremos las celdas y rescataremos a las personas – pausó y miró a sus compañeros –. ¿Alguna duda? – nadie se movió ni dijeron nada –. Pues vamos allá, entonces.

Todos se movieron rápidamente y cruzaron un pequeño descampado hasta que llegaron a dónde supuestamente debería de estar la segunda entrada. Buscaron cuidadosamente por el suelo hasta que por fin lo encontraron. La tapa que escondía la escalera estaba bien tapada con hojas y ramas, haciendo que casi pareciese inadvertida. Stephen iba lanzado a abrirla, pero Eric le paró.

– ¡Quieto! – Gritó Eric –. ¡No lo hagas todavía! Primero nos haremos invisibles y después ya puedes abrirla.

Stephen asintió y a continuación Derex empezó a realizar el hechizo que le haría invisible. En cambio, Eric tenía ya la runa que le permitiría cambiar a ese estado. Así que esperó a que Derex se convirtiera en invisible para después hacerlo él.

Llegó el momento, Derex se estaba haciendo invisible poco a poco, así que Eric intentó activar la runa a través de la mente, pero se vio interrumpido por Sarah.

– Eric – se acercó a él –. Suerte – le dio un beso en la mejilla.

– Vale – Eric la miró fijamente –. Estate atento al móvil, ¿vale? Te enviaré un mensaje cuando las alarmas estén desactivadas.

Eric se giró para mirar cómo estaba Derex y se lo encontró prácticamente invisible, así que activó su runa y él también desapareció de la vista de sus compañeros. Nada más hacerlo, vio que podía ver a Derex, por lo que significaba que él ya era completamente invisible.

Detrás de ellos, se encontraba Stephen, que se dirigía hacia la tapa para poder abrirla. Cuando lo hizo, las escaleras se hicieron visibles gracias a la luz del exterior. Pero no era lo único que estaba sucediendo, empezó a sonar una alarma que avisaba de que la puerta estaba abierta. Rápidamente, Derex se metió en el agujero y empezó a descender. Eric le siguió, pero se paró nada más meterse para poder cerrar la trampilla. Una vez que hizo esto, la alarma dejo de sonar. Pero eso no significaba que no tuvieran visita. Más abajo, en el pasillo, se escuchaba a gente corriendo y gritando.

Consiguieron bajar la mitad de la escalera cuando se tuvieron que parar al ver cómo dos soldados miraban con linternas el agujero de la escalera. Gracias a la fantástica idea de Eric, los soldados no podían verlos, así que tras echar otro vistazo, el soldado de la derecha cogió la radio y empezó a hablar.

– Aquí no hay nadie. Tiene pinta de que la alarma haya saltado. ¿Podéis mandar a alguien para revisarlo? – El soldado esperó respuesta.

– Entendido. Mandamos a Luis para que lo revise – se escuchó de la radio.

Una vez que los soldados se habían marchado, Derex y Eric continuaron su descenso hasta que por fin pisaron el suelo. Se encontraban en un pasillo estrecho, no muy largo y que a sus lados había diferentes habitaciones, salas de mantenimiento, aseos, duchas, salas de reuniones y habitaciones para dejar las cosas y poder cambiarte.

Echaron un vistazo a su alrededor y vieron que al final del pasillo había una puerta que llevaba a algún lugar, así que corrieron hacia allí. Cuando llegaron, observaron a través de los dos pequeños cristales que tenía la puerta. Había otro pasillo, estaba muy concurrido y la gente parecía que iba corriendo de un lado a otro. La intención de Derex era abrir la puerta, pero Eric le paró.

– No – susurró –. Como vean la puerta abrirse sola...

– Si – Derex rectificó y se echó para atrás –. Tienes razón. Pero, ¿cómo lo atravesamos entonces?

– ¿No había una sala con taquillas ahí atrás? – Eric echó un vistazo al pasillo –. ¿Y si entramos, cogemos ropa de soldado y nos las ponemos?

– ¿Pasarnos por soldados? – Entendió Derex –. Es una jugada muy complicada.

– Si. ¿Pero qué otra opción tenemos? No vamos a abandonar estando ya aquí.

– Entendido. Vamos – dijo Derex empezando a caminar hacía la sala.




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