3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

24. La última reliquia

Todos estaban esperando impacientes a que un miembro de la resistencia apareciese con buenas noticias. Cuando lo hizo, todos se callaron para escuchar atentamente lo que decía.

– Ya está. El cónsul y su equipo acaban de abandonar el edificio.

– ¡Tú! – Señaló Justin a uno de los suyos –. Avisa a Tom de que ya puede empezar la distracción. El resto – pausó para mirar a sus compañeros –. ¡Subamos arriba y hagamos que ese muro caiga!

Toda la resistencia empezó a subir por el ascensor mientras que el equipo de los cazadores se quedó quieto.

– Bueno – habló por fin Eric –. No me fío ni un pelo de estos, así que tener mucho cuidado, ¿vale?

Eric miró como las caras serias de sus compañeros asentían uno a uno.

– Pues vamos a por la última reliquia... – dijo Eric dirigiéndose al ascensor.

Nada más llegar al tejado, tuvieron que recorrer varias azoteas hasta que llegaron a una que era colindante al edificio del cónsul. Antes de empezar la misión, miraron hacia la calle para ver cuál era la distracción que en teoría haría que todos los guardias abandonasen sus puestos. Una manifestación.

– Una buena idea, ¿eh? – Dijo Justin –. Están dispuestos a atacar si nosotros se lo pedimos.

Eric no contestó y se puso a lo que tenía que hacer, volar. No lo había hecho nunca, es cierto que había manipulado el aire para hacer que la gente no se cayese al vacío o para crear ráfagas potentes. Pero eso no tenía nada que ver con lo que tenía que hacer en ese momento. No sabía en que centrarse, no sabía que pedir a su conexión, no sabía si iba a funcionar o no. Pero dejo esos pensamientos a un lado y se centró solamente en volar.

No sabía si iba a ser capaz de lograrlo, pero cuando notó como sus pies dejaban de tocar el suelo, una sensación de euforia y alegría le llenó todo el cuerpo. Dejando esas sensaciones a parte, se centró en no caerse y en acercarse a la ventana que tenía como objetivo.

Poco a poco, la distancia que le separaba del edificio era cada vez más corta. Y sin darse apenas cuenta, ya tenía delante la ventana que tanto quería. Ahora venía la parte más difícil de todas, tenía que romper la ventana con su fuerza primigenia a la vez que luchaba por mantenerse en el aire. Lo logró, supo mantener la concentración para quedarse en la misma posición mientras pegaba un puñetazo para romper la ventana. Tras ver cómo el cristal se hacía añicos, Eric entró en las oficinas y dio el visto bueno a sus compañeros con un pulgar hacia arriba.

Una vez que todo estaba despejado, Eric tenía que hacer lo mismo que había hecho él, pero con sus compañeros. Y lo hizo, no era tan difícil como él pensaba, pero si es cierto que iba muy despacio. Así que gracias a la ayuda de Derex, se pudo agilizar un montón el proceso para llevar a la gente desde la azotea hasta el interior del edificio.

Cuando la última persona en cruzar, Derex, atravesó la ventana, el tiempo de la misión empezó a correr.

– ¡Eric! ¡Ven! – Le gritó Justin de forma exhaustiva.

– Voy – respondió Eric de mala forma.

– Toma – Justin le dio una de las tarjetas que habían duplicado –. Tres cosas. La primera, ese ascensor que ves allí – señaló al fondo del pasillo –. Os llevará directos a la planta baja. Segundo, la planta baja está lleno de controles, así que tener cuidado y no llaméis la atención. Si no recuerdo mal, cuando salgáis del ascensor, hay unas escaleras a la izquierda que os deberían de llevar al sótano. Y tercero, tienes un reloj, ¿no?

– Si – respondió sin más a esa pregunta.

– Pues ponte el cronómetro – le advirtió Justin –. En 30 minutos, ni un segundo más, tenéis que estar fuera del edificio, ¿entendido?

– ¿Pero por qué?

– ¿Entendido? – Insistió Justin.

– Si, vale – Eric cambió su reloj a modo cronómetro y pulsó para que el tiempo empezase a correr.

– Ha sido un placer conocer a un cazador primigenio. Suerte y hasta siempre – Justin se despidió de aquella peculiar manera y al instante se metió en un ascensor con sus compañeros.

– ¿Qué quería? – Preguntó Sarah acercándose a Eric.

– Nada. Solo me ha dado una serie de indicaciones a seguir – contestó él –. Tenemos 30 minutos para salir de aquí.

– ¿Por qué 30 minutos? – Sarah se exaltó.

– No lo sé, pero será mejor que le hagamos caso... – Eric se giró y empezó a andar hacía el ascensor –. Seguidme, este de ahí nos bajará a la planta baja.

Antes de que todos entraran en el ascensor, Eric los paró.

– Me ha dicho Justin que la planta baja estaba vigilada, hay controles de acceso, por lo que habrá guardias. Y para ser lo más discretos posibles nos haremos invisibles. Cuando salgamos del ascensor, hay que girar hacia la izquierda hasta que encontremos unas escaleras que bajan al sótano, ¿entendido? – Preguntó Eric.

Y sin más dilación, Eric pasó la tarjeta por el lector y a continuación se escuchó como el ascensor empezaba a subir. Mientras esperaban a que el ascensor llegase a su piso, todos comenzaron a transformarse en invisibles. Una vez dentro, Eric pulsó la planta baja y el ascensor empezó a hacer su cometido.




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