3. Cazadores Legendarios. Las Reliquias del Rey Mistico

27. Una lucha interior

De vuelta en la central…

Eric y Sarah se despertaron de forma exhausta y echaron un vistazo a su alrededor para ver quien había sido el responsable del regreso inesperado. Fue Stephen.

– ¿Qué ha pasado? ¿Por qué me habéis despertado? – Preguntó Eric de inmediato.

– Se trata de La Orden – dijo Stephen muy nervioso –. Ya están aquí. Se encuentran en la puerta.

– ¿Qué qué? – Gritó Sarah mientras se levantaba de la silla.

– ¿Pero qué dices? – Eric no se lo podía creer y también se puso de pie –. ¿Por qué no nos han atacado todavía?

– No lo sabemos – dijo Katherine –. Están todos fuera, esperando a algo o a alguien.

– Están esperando al portado de las reliquias – Eric miró a Sarah con una cara de preocupación que nunca antes había puesto.

– ¿Y qué hacemos? – Preguntó Derex expectante.

– Vamos a darle lo que quiere – respondió de forma vacilante Sarah y a continuación se marchó de la sala.

– ¡Pero qué dices! – Gritó Eric saliendo detrás de ella y detrás de él el resto del equipo –. ¿Estás loca? Sabes que eso es lo que quieren, ¿no? Que salgas de la central.

– Si, lo sé – asintió Sarah mientras seguía con la mirada fija hacia los pasillos que recorría –. Pero si quieren verme, lo van a hacer.

Eric intentó agarrarla para frenarla, pero dio un sprint en el último segundo y su brazo se chocó con la pared.

– Sarah, ¡para! – Volvió a gritar Eric –. Pensemos en un plan todos juntos.

– No hay plan que valga para una guerra – respondió ella.

– ¿Es qué se te ha subido a la cabeza lo de las reliquias? – Eric se hartó, pero vio que su novia no paraba y seguía firme –. Acuérdate de que hay gente que te quiere – añadió Eric.

Por un instante parecía que Sarah se iba a parar, pero pegó otro acelerón y recorrió los pocos metros que le quedaban hasta llegar a la salida.

– Por favor, Sarah… – Suplicó Eric cómo su último recurso.

Ella seguía sin hacerle caso y sin más dilación salió al exterior.

Delante de la central había un auténtico batallón que les estaba esperando. Estaba formado por gigantes, hombres lobos, elfos y vampiros, además de propios soldados de La Orden. Y por si fuera poco, también estaban los tres portadores de las reliquias, que estaban expectantes y con ganas de luchar.

En ese momento, Sarah se dio cuenta de la estupidez que había cometido al salir al exterior. En frente, cientos o miles de enemigos que tendrían que luchar contra tan solo una treintena de cazadores. ¿Lo lograrían? Por supuesto que no, era una misión imposible.

– ¿Dónde están los refuerzos? – Preguntó Eric apareciendo por la puerta.

– Hemos avisado a los aliados hace escasos minutos – informó Stephen –. Así que tardaran unos cuantos minutos hasta que todos estén aquí.

– ¡Mierda! – Gritó Eric bastante mosqueado –. ¿Me estás diciendo que tenemos que entretener a ese batallón hasta que lleguen los refuerzos? – Miró a Stephen, que no dijo nada ni se movió si quiera –. ¡Y ahora qué hacemos! – Refunfuñó.

– Tengo una idea – dijo Sarah dando un paso al frente.

De repente, Sarah se concentró e intentó hacer lo mismo que había conseguido hace unos segundos, utilizar la gema. Así que hizo que ese cosquilleó desapareciese de su cuerpo transformándolo en poder. A continuación, y sin saber cómo lo hacía, creó una cúpula mágica transparente y de color naranja que rodeó a toda la central, logrando así que estuvieran protegidos por un breve tiempo.

– ¿Es una…

– ¡Capa mágica! – Interrumpió Derex a Katherine.

– ¡¿Pero cómo lo has hecho?! – Gritó Stephen bastante sorprendido por su compañera.

– No dejas de sorprenderme… – Dijo Eric mientras se acercaba a ella. Le dio un pequeño empujón para animarla, pero ni se inmutó –. Venga mujer… ¿No me digas qué estas enfadada? – la rodeó, se puso delante y descubrió que se le habían ido los ojos, literalmente, estaban más blancos que la nieve  –. ¡Sarah! – Gritó Eric mientras la meneaba fuertemente con esperanza de que se despertarse.

– ¿Qué pasa? – Derex se acercó a Eric para ver lo que estaba ocurriendo. Cuando lo vio, también se puso tenso y preocupado.

– ¡Mierda! – Eric desistió y se giró de forma desesperada hacia la capa mágica.

– ¿Ha sido la gema? – Sugirió Katherine al ver a su compañera.

– ¡Imposible! – Soltó Eric.

– Esta viva, está bien – informó Derex –. Pero parece que su mente está en otro lado.

– ¿Quién la podría hacer eso? – Preguntó Stephen poniéndose también nervioso –. ¿Magia?

– No es magia – contestó Derex –. Parece otra cosa, algo antiguo. No sé. No lo he visto nunca.

– ¿Algo antiguo? – Eric se dio cuenta de algo. Así que dio varios pasos al frente y echó un vistazo hacia el ejército enemigo.

– ¿Qué buscas? – Katherine le siguió.




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