3. Lesam. Un Alma Libre

Capitulo 5

Semana 6. Lunes.

Había pasado siete días desde el anunció del plan A. De hecho, Emily estaba tan en contra de ello, que había vuelto con su madre a pesar de las diferencias que tenían. No hablándose entre los dos durante esos días.

David entendía la situación de su novia, y a él tampoco le gustaba aquel alocado plan. Pero a medida  que fueron acudiendo a las clases, David lo vio todo con otros ojos y creyó en que aquello podía ser el fin de todo. Pero claro, todo tenía que ir como la seda y tenían que llevar el plan a cabo a 100%.

En cambio, Lucas estaba feliz y con muchas ganas de hacer esa misión, no teniendo mucha idea de la responsabilidad que llevaba aquello y de todas las consecuencias que podía ocasionar estar tres años allí.

Aquella mañana acudieron ambos a lo que fue la última clase de preparación, resultando ser una especie de examen de tipo test para comprobar que tenían todo claro.

Tras aprobar, llegó el momento que tanto estaban esperando, el inicio de la misión. Pero antes de que pudieran hacer algo, David salió de allí corriendo y se fue a su casa por si veía a Emily, encontrándose solo con Kinnei y su padre.

– Papá, la misión… – Susurró él al verle.

– ¿La vais a llevar a cabo? – Le preguntó su padre.

– Sí – asintió David muy seriamente.

– ¿Tres años? – Le miró a los ojos.

– Tres años para mí, un suspiro para ti – David se acercó y le dio un abrazo –. Supongo que te echare de menos.

– Tú ten todo bajo control y verás que te irá bien – le dijo Guillermo.

– Eso espero… – David rompió el abrazo y se agachó para acariciar a Kinnei, que estaba restregándose en su pierna –. Vendré tres años más mayor, papa… – Acarició las orejas de Kinnei.

– Así vienes más maduro – soltó él.

– Ja, ja, ja – comentó David sarcásticamente –. Prometo ser el mismo – dejó de acariciar a su zorro y se puso de pie –. ¿No ha venido Emily, no?

– Lo siento – negó Guillermo.

– Supongo que tendré que buscarla – admitió con muchas dudas.

– David, ten mucha suerte, ¿vale? Y ten cuidado con la gente de esa época…

– ¿Por qué son inmortales? – Preguntó David.

– Por suerte lo quitaron para el año 1600 – suspiró Guillermo.

– Hasta luego, papa – David le sonrió y a continuación abrió un portal a la casa de Emily, apareciendo en el pequeño huerto que tenían delante de la casa.

– ¿David? – La madre, que estaba recolectando, se vio sorprendida.

– Eh… ¡Hola! – David se acercó –. ¿Necesita ayuda?

– No, gracias – la madre se levantó del suelo y se puso de pie a su lado –. ¿Qué haces por aquí, cariño? – La madre se limpió las manos con un trapo.

– Quería hablar con Emily, es importante – comentó él.

– Me contó todo, así que si estás aquí es porque te vas de misión, ¿no?

– Sí, eso me temo – afirmó él.

– Me da pena por ti. Eres un buen chico y no te mereces todo lo que estás viviendo – le comentó la madre algo triste –. Y si, sé que eres el único que puede hacerlo, pero es algo injusto que te quiten lo que más quieras en esta vida.

– Yo… – David no supo que decir ante esas sabias palabras –. Lo hago por La Hermandad.

– Sí, lo haces por ellos. ¿Pero y tú qué es lo qué consigues a parte de fama? – Le preguntó seriamente.

– ¿Mama? ¿Qué est… – Emily salió de casa y se quedó de piedra al verle –. No quiero hablar contigo, vete – se metió en la casa y se fue hacia su cuarto.

– Espero que al menos la saques de su habitación – la madre se agachó de nuevo al huerto –. Y espero que no la líes en tú misión. En tres años puede ocurrir cualquier cosa.

David masculló al escuchar eso e inmediatamente entró en la casa tras recibir indirectamente el permiso. Recorriendo todo el pasillo hasta llegar a la puerta de Emily.

– Emily… – David tocó la puerta tres veces, pero no ocurrió nada –. Quiero que sepas que hoy realizaremos la misión… Y quiero que sepas que nunca te olvidaré… Te quiero.

– ¿Por qué lo haces? – Escuchó desde el otro lado de la puerta.

– No lo hago por gusto, lo hago para que el resto del mundo tenga una oportunidad de tener un futuro – respondió él.

– ¿Y si la misión no sirve para nada? – Preguntó ella.

– Tiene que servir… Porque si no lo hace… Será un infierno… – Susurró él.

No hubo contestación por parte de ella.

– Gracias por todo, supongo – agregó él y al instante se giró al ver que no había ninguna respuesta por parte de su novia.

Avanzó un par de metros y creó un portal allí mismo hacia el ministerio, apareciendo en esta ocasión en planta 9.

– ¿David? – Kate se acercó a él nada más cruzar.

– Kate, ¡qué coincidencia! – Comentó David seriamente y haciendo desaparecer el portal.




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