3. Lesam. Un Alma Libre

Capitulo 12

Semana 87 en el reino.

Estos dos últimos días habían sido un caos, ya que por primera vez en la historia, los juegos olímpicos de los reinos se iban a realizar allí. Por lo que la gente no había parado ni un segundo para preparar todo, incluyéndose David, que llevaba un día entero sin dormir.

– Caín. Dime que las pruebas de exteriores ya están acabadas – David corría de un lado a otro frenéticamente.

– Faltan unos detalles, pero las estructuras en sí ya están acabadas….

– ¿Y la limpieza del pueblo? – Agregó él.

– Está todo limpio, señor. Ni una mancha de mugre en todo el pueblo – comentó el secretario.

– ¿Y los palcos?

– Están instalándolos ahora mismo.

– Bien, bien… – David estaba nervioso –. Espero que los rebeldes se queden quietecitos y sin hacer nada.

– Señor, debería de descansar… Tiene que recibir a…

– ¡David! – Ariel entró corriendo –. ¿Qué te dije si no dormías conmigo? – Echaba humo de la cabeza.

– Ariel… Es el día más importante de mi carrera…

– ¡Y un cuerno! – Alzó la mano derecha, que estaba cerrada en un puño, y la abrió. Enseñando una especie de polvo verde que ella no dudo en soplarle a la cara. Cayendo David de lleno al suelo y dormido –. ¡Ja!

 

Más tarde…

– ¡Ah! – David se despertó de golpe en su cama y sin saber lo que había ocurrido, aunque al instante se acordó de que la culpa la tenía su esposa –. ¡Ariel! – Gritó enfadado y a continuación escuchó un buen jaleo en el exterior, así que salió de la cama y se asomó afuera, observando como el campamento de invitados se había empezado a llenar poco a poco –. ¡Ya están aquí! ¡Ya están aquí! – Salió corriendo al pasillo e intentó dirigirse hacia las escaleras para bajar cuando Falista apareció delante de él –. ¡Dios! – Se asustó.

– Estamos esperándote en la biblioteca, ¿en dónde has estado? ¿No has recibido el mensaje? – Preguntó ella.

– Ariel me ha dormido a saber cuánto tiempo, así que no, no he visto el mensaje – masculló –. ¿Ha ocurrido algo?

– Hay información nueva – Falista le agarró y se teletransportaron a la biblioteca.

– Eh… – David miró a Beatriz y a Lucas –. Siento el retraso – se acercó a la mesa.

 – No pasa nada… ¡Has hecho algo histórico, saldrás en los libros de historia! – Le dijo su amigo.

– Eso si va todo bien… – Susurró David.

– Y aunque no vaya bien, también aparecerás – añadió Beatriz –. Te lo digo como bibliotecaria…

– Bueno, ¿qué ocurre? ¿Por qué estamos aquí? – David cambió de tema.

– Por Los Merbin… – Contestó Falista.

– ¿Sabes algo? – David abrió los ojos de par en par.

– He mirado el registro civil… Y efectivamente existen… – Explicó Beatriz –. Pone que llevan toda la vida aquí, pero como ya imaginamos, es solo una tapadera – añadió –. Solo es un matrimonio que vivia en las granjas. Pero después de la cesión de sus terrenos, han desaparecido. Aunque eso no significa que no estén entre nosotros – pausó –. Aunque lo más llamativo de todo es que los papeles de los registros no estaba firmados por los reyes, si no por una sociedad que se llama LH.

– Los Héroes – soltó David inmediatamente.

– ¿Qué? – Beatriz se quedó sin palabras –. ¿Cómo es qué no me había dado cuenta? – Masculló.

– ¿Y por qué lo siguen ocultando? – preguntó Lucas.

– ¿Cómo creéis qué reaccionaria la gente si se entera de que los padres están entre nosotros? – Soltó Falista –. A más de uno le sentaría mal…

– Ósea que lo han hecho por ellos… – Susurró Lucas.

– Para protegerlos… Aun así hay cosas que se me escapan del comportamiento de ellos… – Masculló David.

– ¿Entonces no hay manera de reconocerlos, verdad? A los padres, digo – preguntó Lucas.

– No – negó Beatriz –. A no ser que los nuevos propietarios de las granjas les hayan visto la cara y podamos hacer un boceto a partir de ahí…

– Eso puede ser una opción, sí – admitió David –. Aunque me temo que hay que dejarlo para después de los juegos.

– ¿Crees que Los Héroes estarán en los juegos? – Susurró su amigo.

– Seguro que nos estarán vigilando… – Añadió Falista.

De repente, unas campanadas empezaron a sonar por todo el pueblo. Tres veces seguidas, una pausa y otras dos veces más. Lo que significaba que los reyes de los otros reinos estaban llegando.

– ¡Mierda! – David se alertó –. Tengo que irme, chicos. Nos vemos luego – salió pitando de allí.

– ¡Suerte! – Le gritó Lucas antes de desaparecer.




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