Semana 87 en el reino.
Estos dos últimos días habían sido un caos, ya que por primera vez en la historia, los juegos olímpicos de los reinos se iban a realizar allí. Por lo que la gente no había parado ni un segundo para preparar todo, incluyéndose David, que llevaba un día entero sin dormir.
– Caín. Dime que las pruebas de exteriores ya están acabadas – David corría de un lado a otro frenéticamente.
– Faltan unos detalles, pero las estructuras en sí ya están acabadas….
– ¿Y la limpieza del pueblo? – Agregó él.
– Está todo limpio, señor. Ni una mancha de mugre en todo el pueblo – comentó el secretario.
– ¿Y los palcos?
– Están instalándolos ahora mismo.
– Bien, bien… – David estaba nervioso –. Espero que los rebeldes se queden quietecitos y sin hacer nada.
– Señor, debería de descansar… Tiene que recibir a…
– ¡David! – Ariel entró corriendo –. ¿Qué te dije si no dormías conmigo? – Echaba humo de la cabeza.
– Ariel… Es el día más importante de mi carrera…
– ¡Y un cuerno! – Alzó la mano derecha, que estaba cerrada en un puño, y la abrió. Enseñando una especie de polvo verde que ella no dudo en soplarle a la cara. Cayendo David de lleno al suelo y dormido –. ¡Ja!
Más tarde…
– ¡Ah! – David se despertó de golpe en su cama y sin saber lo que había ocurrido, aunque al instante se acordó de que la culpa la tenía su esposa –. ¡Ariel! – Gritó enfadado y a continuación escuchó un buen jaleo en el exterior, así que salió de la cama y se asomó afuera, observando como el campamento de invitados se había empezado a llenar poco a poco –. ¡Ya están aquí! ¡Ya están aquí! – Salió corriendo al pasillo e intentó dirigirse hacia las escaleras para bajar cuando Falista apareció delante de él –. ¡Dios! – Se asustó.
– Estamos esperándote en la biblioteca, ¿en dónde has estado? ¿No has recibido el mensaje? – Preguntó ella.
– Ariel me ha dormido a saber cuánto tiempo, así que no, no he visto el mensaje – masculló –. ¿Ha ocurrido algo?
– Hay información nueva – Falista le agarró y se teletransportaron a la biblioteca.
– Eh… – David miró a Beatriz y a Lucas –. Siento el retraso – se acercó a la mesa.
– No pasa nada… ¡Has hecho algo histórico, saldrás en los libros de historia! – Le dijo su amigo.
– Eso si va todo bien… – Susurró David.
– Y aunque no vaya bien, también aparecerás – añadió Beatriz –. Te lo digo como bibliotecaria…
– Bueno, ¿qué ocurre? ¿Por qué estamos aquí? – David cambió de tema.
– Por Los Merbin… – Contestó Falista.
– ¿Sabes algo? – David abrió los ojos de par en par.
– He mirado el registro civil… Y efectivamente existen… – Explicó Beatriz –. Pone que llevan toda la vida aquí, pero como ya imaginamos, es solo una tapadera – añadió –. Solo es un matrimonio que vivia en las granjas. Pero después de la cesión de sus terrenos, han desaparecido. Aunque eso no significa que no estén entre nosotros – pausó –. Aunque lo más llamativo de todo es que los papeles de los registros no estaba firmados por los reyes, si no por una sociedad que se llama LH.
– Los Héroes – soltó David inmediatamente.
– ¿Qué? – Beatriz se quedó sin palabras –. ¿Cómo es qué no me había dado cuenta? – Masculló.
– ¿Y por qué lo siguen ocultando? – preguntó Lucas.
– ¿Cómo creéis qué reaccionaria la gente si se entera de que los padres están entre nosotros? – Soltó Falista –. A más de uno le sentaría mal…
– Ósea que lo han hecho por ellos… – Susurró Lucas.
– Para protegerlos… Aun así hay cosas que se me escapan del comportamiento de ellos… – Masculló David.
– ¿Entonces no hay manera de reconocerlos, verdad? A los padres, digo – preguntó Lucas.
– No – negó Beatriz –. A no ser que los nuevos propietarios de las granjas les hayan visto la cara y podamos hacer un boceto a partir de ahí…
– Eso puede ser una opción, sí – admitió David –. Aunque me temo que hay que dejarlo para después de los juegos.
– ¿Crees que Los Héroes estarán en los juegos? – Susurró su amigo.
– Seguro que nos estarán vigilando… – Añadió Falista.
De repente, unas campanadas empezaron a sonar por todo el pueblo. Tres veces seguidas, una pausa y otras dos veces más. Lo que significaba que los reyes de los otros reinos estaban llegando.
– ¡Mierda! – David se alertó –. Tengo que irme, chicos. Nos vemos luego – salió pitando de allí.
– ¡Suerte! – Le gritó Lucas antes de desaparecer.
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Editado: 17.07.2022