3. Lesam. Un Alma Libre

Capitulo 16

Semana 7. Domingo.

David y Kate se habían quedado dormidos haciendo los cálculos. De hecho, Kate tenía apoyada su cabeza en el hombro derecho de David y éste apoyaba la suya contra la de ella.

– Ejem, ejem. ¡Eo! – Dieron palmadas.

David alzó la cabeza y se despertó de golpe, haciendo despertar también a su compañera.

– Mierda… – Masculló él haciendo un movimiento con el cuello, ya que le dolía –. ¿Nos hemos quedado dormidos? – Se restregó los ojos y al instante vio a Emily y a Robinson.

– ¿En dónde os metisteis ayer? – Les preguntó el director.

Kate bostezó y se estiró.

– Deberéis de irte con tu equipo. Tienes una misión importante hoy – le dijo el director a Kate.

– No – contestó David al instante –. No puede, la necesito para terminar los cálculos – David abrió por fin los ojos de par en par.

– ¿Qué cálculos?

– Creo que necesitamos un café para eso – reconoció David –. Vayamos a la cafetería…

 

En la cafetería…

Más que un café, al final fue un desayuno acompañado de unas tostadas y bollería variada. Todo necesario para alimentar sus barrigas, ya que sabían de sobra que iba a ser un día bastante movidito.

– ¿Cuatro llaves? ¿Y para cada llave se necesita pasar una prueba? ¿Qué tipo de prueba? – Les preguntó Robinson.

– La verdad es que no preguntamos por eso… – Reconoció David dando un sorbo al café mientras miraba a Kate.

– Se nos paso por completo, aunque dudo que ella también lo supiera… Ya que si nadie se ha atrevido a intentarlo… – Susurró Kate.

– ¿Y cuando se tenga las cuatro llaves, aparece una puerta así sin más?

– Eso creemos… No sabemos cómo funciona ni en dónde aparece la puerta, pero al parecer, cuando las tengas todas, ocurrirá algo – comentó él.

– ¿Y las pruebas se mueven? ¡Mierda! – Masculló Robinson –. Y pensábamos que el mundo estaba seguro… Y resulta ser que hay cosas que ni si quiera conocemos…

– Es una leyenda bastante desconocida. De hecho, hasta la bibliotecaria dudaba que fuese verdad – explicó David.

– ¡¿Habéis hablado con alguien durante la misión?! – Se alertó el director.

– No pasa nada, no hay de que preocupares. Estaba todo controlado – comentó él.

– De no ser por ella, no sabríamos hacer los cálculos – añadió Kate.

– Los cálculos, eso era lo que estabais haciendo, ¿no?

– Sí. ¿Te acuerdas en dónde nos quedamos? – David miró a su compañera y se bebió lo que quedaba de café.

– ¿En el último paso, no? – Soltó ella –. De hecho, metimos los datos en el ordenador y como estaba tardando tanto en resolverlo, nos debimos de quedar dormidos…

– ¿Y decís que dan coordenadas?

– Sí, será mejor que volvamos al laboratorio…

 

Tras regresar al lugar de antes y comprobar que el ordenador había sacado los datos correctamente, los apuntaron de forma meticulosa en un cuaderno y a continuación se fueron hacia el ordenador que disponía del mayor mapamundi digitalizado que existía, lugar dónde metieron las coordenadas uno a uno.

– Allá vamos… – David empezó a meter las coordenadas hasta que salió el primer sitio –. Bolivia… – Se quedó ahí quieto durante unos segundos y al instante metió otras coordenadas más, mostrando el siguiente lugar.

– Arabia – agregó Emily rápidamente, que había estado callada desde el principio.

– Es ahí a donde se dirige Ras – pausó –. Tiene sentido, por eso le pillamos en Italia – Se dio cuenta Robinson.

– Sí, pero lo hemos perdido de vista, ¿no? – Preguntó David.

– Lleva desaparecido un buen rato, sí – admitió él –. Pero los datos no engañan.

– El tercer lugar está al este de Rusia – soltó Kate de repente.

– ¿Y ya solo queda uno, no? – Agregó Emily.

– Londres – sentenció Kate.

– ¡Lo sabia! – Se exaltó David –. Por eso Ras atacó la ciudad entera cuando fue libre. Sabía que estaba ahí y creó una distracción.

– ¿De qué hablas? – Robinson le miró de forma extraña.

– Mientras nosotros estábamos comprobando si quedaba alguien vivo, el estaba haciendo la prueba sin ninguna interrupción – pausó –. ¡Lo hizo delante de nuestras narices!

– ¿Estás insinuando qué tiene ya la primera llave?

– Por eso está camino de la segunda, ¿no?

– ¡Mierda, mierda, mierda! – Robinson se puso de los nervios –. Vosotros tres ir a Londres y comprobar que lo que dices es verdad. Yo tengo que preparar una junta de emergencia.

– ¿Estás seguro?

– ¡Sí! Y no ha tiempo que perder, ¡vamos! – Robinson se marchó de allí corriendo.




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