Semana 7. Domingo.
David y Kate se habían quedado dormidos haciendo los cálculos. De hecho, Kate tenía apoyada su cabeza en el hombro derecho de David y éste apoyaba la suya contra la de ella.
– Ejem, ejem. ¡Eo! – Dieron palmadas.
David alzó la cabeza y se despertó de golpe, haciendo despertar también a su compañera.
– Mierda… – Masculló él haciendo un movimiento con el cuello, ya que le dolía –. ¿Nos hemos quedado dormidos? – Se restregó los ojos y al instante vio a Emily y a Robinson.
– ¿En dónde os metisteis ayer? – Les preguntó el director.
Kate bostezó y se estiró.
– Deberéis de irte con tu equipo. Tienes una misión importante hoy – le dijo el director a Kate.
– No – contestó David al instante –. No puede, la necesito para terminar los cálculos – David abrió por fin los ojos de par en par.
– ¿Qué cálculos?
– Creo que necesitamos un café para eso – reconoció David –. Vayamos a la cafetería…
En la cafetería…
Más que un café, al final fue un desayuno acompañado de unas tostadas y bollería variada. Todo necesario para alimentar sus barrigas, ya que sabían de sobra que iba a ser un día bastante movidito.
– ¿Cuatro llaves? ¿Y para cada llave se necesita pasar una prueba? ¿Qué tipo de prueba? – Les preguntó Robinson.
– La verdad es que no preguntamos por eso… – Reconoció David dando un sorbo al café mientras miraba a Kate.
– Se nos paso por completo, aunque dudo que ella también lo supiera… Ya que si nadie se ha atrevido a intentarlo… – Susurró Kate.
– ¿Y cuando se tenga las cuatro llaves, aparece una puerta así sin más?
– Eso creemos… No sabemos cómo funciona ni en dónde aparece la puerta, pero al parecer, cuando las tengas todas, ocurrirá algo – comentó él.
– ¿Y las pruebas se mueven? ¡Mierda! – Masculló Robinson –. Y pensábamos que el mundo estaba seguro… Y resulta ser que hay cosas que ni si quiera conocemos…
– Es una leyenda bastante desconocida. De hecho, hasta la bibliotecaria dudaba que fuese verdad – explicó David.
– ¡¿Habéis hablado con alguien durante la misión?! – Se alertó el director.
– No pasa nada, no hay de que preocupares. Estaba todo controlado – comentó él.
– De no ser por ella, no sabríamos hacer los cálculos – añadió Kate.
– Los cálculos, eso era lo que estabais haciendo, ¿no?
– Sí. ¿Te acuerdas en dónde nos quedamos? – David miró a su compañera y se bebió lo que quedaba de café.
– ¿En el último paso, no? – Soltó ella –. De hecho, metimos los datos en el ordenador y como estaba tardando tanto en resolverlo, nos debimos de quedar dormidos…
– ¿Y decís que dan coordenadas?
– Sí, será mejor que volvamos al laboratorio…
Tras regresar al lugar de antes y comprobar que el ordenador había sacado los datos correctamente, los apuntaron de forma meticulosa en un cuaderno y a continuación se fueron hacia el ordenador que disponía del mayor mapamundi digitalizado que existía, lugar dónde metieron las coordenadas uno a uno.
– Allá vamos… – David empezó a meter las coordenadas hasta que salió el primer sitio –. Bolivia… – Se quedó ahí quieto durante unos segundos y al instante metió otras coordenadas más, mostrando el siguiente lugar.
– Arabia – agregó Emily rápidamente, que había estado callada desde el principio.
– Es ahí a donde se dirige Ras – pausó –. Tiene sentido, por eso le pillamos en Italia – Se dio cuenta Robinson.
– Sí, pero lo hemos perdido de vista, ¿no? – Preguntó David.
– Lleva desaparecido un buen rato, sí – admitió él –. Pero los datos no engañan.
– El tercer lugar está al este de Rusia – soltó Kate de repente.
– ¿Y ya solo queda uno, no? – Agregó Emily.
– Londres – sentenció Kate.
– ¡Lo sabia! – Se exaltó David –. Por eso Ras atacó la ciudad entera cuando fue libre. Sabía que estaba ahí y creó una distracción.
– ¿De qué hablas? – Robinson le miró de forma extraña.
– Mientras nosotros estábamos comprobando si quedaba alguien vivo, el estaba haciendo la prueba sin ninguna interrupción – pausó –. ¡Lo hizo delante de nuestras narices!
– ¿Estás insinuando qué tiene ya la primera llave?
– Por eso está camino de la segunda, ¿no?
– ¡Mierda, mierda, mierda! – Robinson se puso de los nervios –. Vosotros tres ir a Londres y comprobar que lo que dices es verdad. Yo tengo que preparar una junta de emergencia.
– ¿Estás seguro?
– ¡Sí! Y no ha tiempo que perder, ¡vamos! – Robinson se marchó de allí corriendo.
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Editado: 17.07.2022