365 días para adelgazar

Capítulo 4. Día 1

Empiezo a subir y bajar del banco, haciendo un tipo de nueva rutina. Me agoto a los primeros 20 segundos del ejercicio y me arrojo a la cama con gotas de sudor cubriendo mi cara.

—¡Uff! Creo que es suficiente por hoy, Marlín—Me digo a mí misma, jadeando.

 Estaba cansada, no podía creer que hacer ejercicio fuera tan agotador. En el jumping fitness no me costó nada. ¿Acaso fue porque lo estaba disfrutando? ¿Qué fue eso?

—¡Marlín! ¡Baja a cenar!

—¡Ya voy, mamá!

Bajo las escaleras con trabajo, antes de que mamá pueda voltear, me quito la banda de la cabeza que seguía ahí sin que yo me hubiera percatado.

—Cariño, estás sudando…

—¡Ah, sí! Es que hacía calor en el cuarto, eso es todo…

—Claro… Calor en el cuarto…—Repite incrédula.

Manu colocó un plato lleno enfrente. Con el cuchillo y apoyada del tenedor, partía la carne en silencio.

—Estás muy callada. ¿Qué pasa, cielo? —Pregunta manu.

—No es nada manu, sólo he tenido un largo día—Digo mientras mi cabeza divaga sobre aquel chico al que me había encontrado dos veces.

—Tengo algo que te podría animar—Dice manu con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

Manu se levanta de la mesa desapareciendo un momento detrás de la cocina. Después, llega con una caja decorada llena de moños y listones sustituyendo mi plato por aquel regalo misterioso.

—Ábrelo, mi niña—Me dice por encima de mi hombro.

Con cuidado levanto la tapa para encontrarme con 4 hermosas prendas.

—¡Wow, manu, te has lucido! —Digo desdoblando una de las camisas.

—Gracias, mi cielo. Ya no tendrás que ponerte ropa de hombre. He encontrado una diseñadora que estuvo dispuesta a hacerte este pequeño detalle.

—¿Me lo puedo probar?

—¡Claro, mi niña!

Camino hacia el baño sujetando las camisetas de sus mangas. Cierro la puerta del baño y justo cuando estoy pasando la primera prenda por encima de mi cabeza, los comentarios de Anthony surgen de repente:

—… ¡Vete de aquí, das asco!...

Me cubro la cara con ambas manos y retrocedo chocando así contra la pared de espaldas. El porta toallas cae al suelo, provocando un gran estruendo dentro del baño.

—¿Estás bien, amor? —Pregunta mamá tocando la puerta.

—Eh… ¡Sí! El porta toallas estaba mal colocado…

—Bien. ¿Ya acabaste?

—Sí, manu. Ahora salgo—Digo mirándome al espejo, secando mi rostro con un poco de papel de baño.

Salgo del baño. Manu me mira de arriba abajo y después por fin habla:

—Estás tan linda como un ángel.

—Gracias, manu—Digo con la cabeza gacha.

—¿Qué pasa?

—No me gusta ser yo—Digo sentándome en uno de los sofás.

—¡Oh, Marlín! ¿Por qué no? —Pregunta mi mamá sentándose a mi lado.

—¿No me has visto, manu? No me gusta mi cuerpo. Es horrible. Denso. Gelatinoso. Grasoso.

—No digas eso, Marlín…

—¡Es la verdad, por eso no he tenido novio! A los hombres lo único que les interesa es tu figura y nada más…

—Bueno, ¿y quién necesita de los hombres? —Dice manu parándose para hacerme cosquillas.

Me río, pero después vuelvo a ponerme triste.

—Además, yo te crie sola y, no quiero presumir, pero al parecer he hecho un muy buen trabajo—Dice manu alzando mi barbilla con su mano.

Otra sonrisa se asoma por mis labios. Manu se levanta y con una última caricia, sale del cuarto. Poco después yo también me retiro para dormir.




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