365 días para adelgazar

Capítulo 5. Día 2

A manu se le descompuso el coche, por lo que en la mañana tomo el autobús de la escuela. Me despido de ella meneando la mano lentamente de un lado a otro desde la ventana. Me coloco mis audífonos y en todo el trayecto decido escuchar música.

Bajo del bus, me quito los auriculares para guardarlos en mi mochila. Alguien llama mi nombre:

—¡Marlín! ¡Marlín!

Volteo a todas direcciones hasta que veo al chico de la otra vez.

—¿Esta va a ser una costumbre entre nosotros? —Le pregunto.

—Bueno, verás, yo quería recordarte que hoy toca educación física, ya sabes, te aviso porque pude notar que estás interesada en acondicionamiento físico…

Me acomodo y fajo una de las camisas que manu me regaló. Me acerco más a él y le agradezco.

—¡No hay de qué, Marlín! —Dice y se va.

Antes de entrar al salón me fijo que Anthony no se encuentre, cuando el perímetro se ve asegurado tomo mi lugar. Saco mi celular y empiezo a navegar. Una mano me lo arrebata cuando ya lo iba a apagar.

—¿Qué haces, ñoña? —Pregunta burlón Anthony.

—¡Dámelo! — Grito.

Anthony se eleva de puntillas para que yo no alcance mi celular y al checarlo dice con diversión:

—¡Marlín! Con qué estás buscando cómo bajar de peso ¿eh? —Dice esculcando en mi teléfono.

¡Anthony, eso es privado! —Digo brincando.

—¡Oigan, vengan a ver como la hipopótamo salta! ¡Brinca, gorda, brinca!

Trato de controlarme y con una voz más tranquila paro y digo:

—Anthony, por favor. Dámelo

—¡Si no brincas no te doy nada!

—¿Qué?

—¡Lo que has oído, gorda!

—¡No voy a brincar!

—Bien, pero te lo advertí.

Anthony arroja mi celular contra la pared y este se estrella con un estrepitoso estruendo.

—¡Estás loco! —Grito.

Me alejo de Anthony para ir a recoger el celular. El profesor en ese momento entra y me pide que tome mi asiento. Oculto mis emociones todo lo que puedo o al menos hago un intento.

A la hora de deportes aun estoy afectada por lo que pasó a primera hora y para que nadie lo note o quieran estropear más mi celular, lo guardo en mi locker entre unos cuantos libros incluyendo mi diario.

Me coloco rápidamente mi bermuda y me quito la blusa para que no se ensucie de sudor. La frustración contra Anthony se ha convertido en un rencor y deseo de venganza; se lo merece por todo lo que me ha hecho estos últimos años.

—Muy bien, señoritas, caballeros. Hoy vamos a jugar uno de los deportes más famosos del mundo: Baloncesto. Anthony, David, ustedes eligen a los integrantes de sus equipos.

—No puede ser…—Pienso.

David empieza a escoger:

—Marisa

—Adele

—Marielle

—Jacob

—Francesco

—Adrien

Terminan de elegir. La única que queda soy yo.

—Vas—Le dice Anthony a David.

—No. Te toca.

—Te regalo a la gorda—Dice Anthony.

—¡Ay, ya qué! —Contesta David mientras me hace una señal para que vaya con él.

—Oye… Gracias, David

—Sí, como sea.

Estoy dispuesta a esforzarme esta vez. Me preparo de ala como me asignó David. Me pongo en posición. Empieza el juego.

Anthony sólo deja escapar una risa sarcástica al momento en que me mira. Aprieto la mandíbula y me preparo a quitarle el balón. Le quito el balón con éxito. Corro al otro extremo de la cancha y lanzo el balón a la canasta. El balón rebota, estoy decepcionada, pero mientras Anthony está muerto de risa tirado en el suelo, el balón le cae en su estómago sacándole el aire.

—¡Hey, Anthony! ¡Al parecer la gorda te la ha aplicado! — Grita David a todo pulmón.

Los dos equipos se empiezan a reír, yo incluida. Anthony se levanta aun sobándose el estómago y me mira con desprecio, pero no le hago caso. En mi mente comienza a sonar “truth hurts” mientras me dedico a salir del gimnasio sintiéndome por primera vez superior a él y, aunque estoy sudando, sigo conservando la esperanza de que poco a poco iré bajando de peso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.