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Capítulo 18

Daya

No podía creerlo.

Simplemente, no podía asimilarlo. Andrew había mencionado el nombre del edificio y de pura casualidad tuve que compararlo con el nombre que había leído en el recorte periodístico.

Me quedé mirando al suelo intentando atrapar las imágenes que había visto y traté relacionarlas con la infraestructura de este edificio. Sin embargo, no encontré ningún parecido. Lamentablemente, habían pasado tantos años que de seguro perdería la cuenta al preguntar cuántas veces ha remodelado el dueño.

¿Y si estoy exagerando las cosas?

Puede que sí, aunque desde que mi amigo mencionó aquel nombre mi mente ha empezado a dar vueltas. Y me conozco tan bien como para no quedarme con los brazos cruzados sin saber la respuesta a mis preguntas. No me gusta dejar las cosas así sin más.

—Voy afuera un momento...Creo que sa me ha caído un brazalete— miento y empiezo a caminar de nuevo hasta la puerta.

— Pero si no llevabas brazalete—interviene el chico y las ganas de meterle un buen golpe me invaden.

Sonrío falsamente.

— Tenía uno en el tobillo, por si no lo has notado.

Él asiente no tan satisfecho.

— Vale, subes enseguida que ya está la cena.—continúa mi hermano.

Asiento y sin más, abro la puerta y salgo al pasillo. Corro hasta el ascensor y marco el primer piso. Segundos después, ya me encuentro bajando siete pisos hasta llegar a mi destino. Las puertas se abren y con prisa me dirijo hasta la puerta de entrada. Me quedo parada en frente de ella y me dedico a mirar de arriba abajo si dejar pasar ningún detalle.

Sigo sin encontrar nada.

Suelto un suspiro de frustración y ya casi me encuentro convencida de que solo es pura coincidencia, que pueden haber mismos nombres de edificios en todo el mundo y no es necesario que solo se refiera a uno. Necesitaba más pruebas y solo un simple nombre no iba a ayudar mucho. Suelto un suspiro de resignación y decido que ya es hora de subir, no vaya ser que mi hermano se enfade. Subo los pequeños escalones que me llevan hacia la puerta de entrada y enseguida me percato de algo más. Algo brillaba por encima del umbral.

Empiezo a acercarme un poco más para saber de qué se trata y poco a poco lo voy viendo, se tratan de dos placas las cuales tienen algo escrito en ellas. No logro descifrar lo que dice, debido a la pequeñez de las letras y a la distancia que me divide de ellas. Sin embargo, existe la posibilidad de que lo averigüe por medio de Internet, aunque  no son muchas las esperanzas de encontrar alguna pista. De todas maneras no pierdo nada con intentarlo.

Mientras me adentro en el edifico y espero a que se abran las puertas del ascensor, no puedo evitar pensar en el nombre. Tal vez exista la posibilidad de que esté escrito en aquellas placas ya que solo es una paranoia mía de que esa pueda ser mi única pista a toda la verdad. Sin embargo, como siempre, algo muy dentro de mí me dice que no me quedé de brazos cruzados y sin importar qué, lo busque en Internet, ya que puede que encuentre algo que me ayude.

Finalmente las puertas se abren y enseguida marco el piso ocho. Espero a que el pequeño timbre me avise que he llegado a mi destino mientras observo la pantalla que muestra en qué piso vamos.  Aparece el número siete y me voy alistando para bajar, el elevador se detiene en mi piso y espero a que las puertas se abran. Cinco minutos más tarde, sigo esperando y estas no lo hacen.

«¿Qué demonios?»

Presiono el botón de aquellas flechas para que la puerta se abra, pero no obtengo resultado. Lo hago una y otra vez y sigo sin obtener nada. Me desespero. Se me viene a la mente llamar a Olie con mi móvil, pero me llevo las manos al rostro al recordar que lo he dejado en el sofá junto con mi bolso.

— Mierda—susurro golpeando la puerta con mi pié.

Estoy a punto de gritar pidiendo ayuda, pero me veo interrumpida por el parpadear de las luces. Frunzo el ceño y levanto la mirada hacia el techo para ver de qué se trata, pero lo único que veo son dos fluorescentes led prendiéndose y apagándose. La confusión me invade por completo y un escalofrío recorre mi cuerpo enseguida. Me veo obligada a empezar a gritar y golpear la puerta hasta que alguien me escuche y me ayude a salir. Grito lo más alto que puedo y espero unos segundos por si alguien responde. No sucede nada. Hago lo mismo una y otra vez y siento que ya voy una eternidad aquí encerrada.

«Joder»

Camino hacia una esquina del elevador y ahí me quedo parada con los brazos cruzados. De repente se me viene la idea de que Olie saldrá a buscarme de todas maneras y decido esperar a que eso pase para empezar a gritar de nuevo. Ya me está cansando eso de estar parada todo un rato y decido sentarme y tomar calma. Sin embargo, mi plan se viene boca abajo cuando todas las luces se apagan sin previo aviso. Todo se queda a oscuras. Me quedo estática en el mismo lugar mientras espero a que se enciendan de nuevo en caso de que haya sido una simple falla, aunque algo dentro de mí me dice que aquella falla no existe. 

Inhalo y exhalo lentamente tratando de mantenerme serena para evitar formar un escándalo por nada.  Doy media vuelta y recuesto mi frente en una de las paredes de metal del elevador y cierro los ojos. La oscuridad me está cegando. 




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