803

Capítulo 21

Daya

Una semana después...

En estos momentos me encontraba tratando de ponerme un vestido negro que, a pesar de ser el adecuado para la ocasión, odiaba ponerme. El negro y yo nunca nos hemos llevado tan bien desde el fallecimiento de mis padres, lo odiaba en absoluto. Odiaba tener que vestir el color que me recordaba a la muerte cada vez que lo veía, la manera en la que se siente tan triste incluso hasta cuando lo ves. Es insoportable.

Aunque siempre ha sido una manera de respetar a los no vivos.

Me miro al espejo y no puedo evitar pensar que, a pesar de haber obviado tanto los entierros, siempre va haber uno al cual asistir. Y no podemos negarlo. Sin embargo, nunca imaginé ir al de una persona a la que recién conocía y que de una manera inesperada se fue. Así de la nada, dejándome solo con aquel recuerdo en el parque de diversiones. Quise llorar a mares y destrozar todo lo que tenía al paso, pero no podía. Lo único  hice fue ponerme a pensar el porqué alguien le haría tremenda maldad a un chico que no ha hecho nada más que vivir su vida y seguir adelante. Empecé a hacerme miles de preguntas al principio que, obviamente, no pude responder. Eso hasta que Thomas terminó diciendo que todo había ocurrido en el departamento en donde vivíamos mi hermano y yo, fue cuando cobró sentido. Esa cosa no había podido conmigo, pero tuvo que enfadarse por eso hasta el punto de conbrárselas con un alma inocente que no tenía nada que ver en esto. Tanta fue la venganza que, así de manera cruda y fría, lo llevó a un extremo de hacerlo irreconocible. Si no hubiera sido por la billetera que se encontraba en el bolsillo trasero de su pantalón, ni las autoridades hubieran dado con el ADN.

Aún no puedo evitar escuchar el llanto del padre al verlo en una camilla envuelto con una bolsa de plástico, listo para llevar a la morgue. Me vi obligada a apagar la televisión y seguir prestando atención a todo lo que me estaba diciendo el rubio, quien supuestamente estuvo junto a mi hermano en el instante en el que encontraron el cuerpo de mi amigo tirado en el suelo de la sala de estar, bañado en sagre y sin vida. Contuve la respiración por unos segundos pata evitar que se me salieran las lágrimas, a pesar de que en mi mente me decía que siempre es bueno soltarlo todo en momentos como este.  

En fin.

Lo único que me queda hacer es dejarme el vestido puesto durante dos horas para después quitármelo de encima, algo que ya anhelaba. 

— ¿Ya está lista, señorita Palmer?—escucho que dicen a mis espaldas y por lo que veo en el espejo sé de quién se trata.

Asiento con una media sonrisa.

— Vale, deberíamos irnos. Su hermano la está esperando en el auto.

Vuelvo a asentir y luego tomo mi bolso en donde solo llevo mi billetera y mi móvil, para después salir de la habitación siguiéndole el paso a Stevie. Una oficial de alto rango a la que mandaron para cuidarme las veinticuatro horas del día sin pegar el ojo, lo cuál se me hace muy estresante. Ella siempre está ahí cuidanto mi territorio y haciendo que las personas normales me vean como una extraña. Observando a todos lados en caso de que aquel supuesto asesino decida atacarme en cualquier momento, cosa que no va a pasar, ya que el asesino no es una persona, sino algo más aterrador que nadie más que Thomas y yo podemos ver a la perfección. 

Dejo de lado aquellos pensamientos y subo al auto (que para mi buena suerte también es de color negro) y tomo asiento al lado de Olie, quien parece un zombie andante debido a las ojeras que se notan debajo de sus ojos. Sin embargo, la vestimenta que lleva puesta le da un toque de vida. 

— Ese vestido se te ve bien—comenta regalándome una de sus cálidas sonrisas que puede hipnotizar a cualquier chica. 

Se la devuelvo al instante y recuesto mi cabeza en su hombro para poder cerrar los ojos un rato y dormir durante el trayecto. Solo espero que no sea tan largo.

***

— Buen hijo, buen hermano, buen amigo, buena persona. Nuestro señor lo acogió en su Reino en donde no existe la ira ni el odio, ni el rencor o la envidia y en donde la palabra venganza es opacada por el amor. Nuestro querido Andrew se ha convertido en un ángel para cuidar de los suyos, amar por sobre todas las cosas...

Y entonces mi mente se perdía de nuevo. Aquellas palabras que el padre expresaba desaparecían con el sonido del viento y el de los árboles moverse de un lado a otro. No cabía duda de que este contexto no debía aparecer en mi lista. En serio intentaba hacer el esfuerzo de seguir el rollo en donde las personas que no se conocen, pero que tienen en común con el fallecido, se dan el pésame o comparten lágrimas mientras hablan de algunos inolvidables recuerdos, pero simplemente no podía. Me es imposible asimilarlo. Muchas personas me preguntaban o incluso intentaban hablarme un sinfín de cosas sobre Andrew, sin embargo, me veía obligada a alejarme lo antes posible para evitar entrar en ese círculo vicioso.

¨Daya...

Me quedo estática en mi lugar y empiezo a mirar a todos lados en busca del dueño de aquella voz.

Nada.

Sacudo la cabeza de un lado a otro y vuelvo a mirar al frente en donde yace el padre bendiciendo el ataúd antes de dar inicio al entierro. Le digo a mi mente que solo es una imaginación de mi parte debido a tanta preocupación e inhalo y exhalo hondo para relajarme. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.