Narrador Omnisciente
Thomas se encontraba de rodillas con su pequeña Daya en brazos.
«Su pequeña», pensó y quiso sonreír por unos momentos, pero no podía. Ella no despertaba y así se había quedado durante más de veinte minutos. Algo andaba mal.
— Stevie, llama a una ambulancia—escuchó a su mejor amigo detrás de él tras haberse ido corriendo en busca de ayuda.
Sin embargo, todos los encargados del cementerio ya se habían ido y no quedaba nadie más que el agente de seguridad, quien no servía de mucha ayuda.
— Ya está en camino, joven Palmer—respondió la chica.
El tiempo en el que Daya lleva inconsciente aumenta dos minutos más y nadie sabe qué hacer al respecto. Olie no para de caminar de un lado a otro desesperado sin tener la menor idea de qué era lo que había pasado. Necesitaban respuestas. Las personas se acercaban cada vez más para ver qué le había pasado a la chica y de inmediato la confusión los invadía.
Todo era extraño.
Diez minutos después, el guardia de seguridad abre las puertas del cementerio para dejar pasar a la ambulancia. Se estaciona a solo unos metros y de ella bajan dos enfermeras con una camilla mientras que otro joven lleva una maleta de primeros auxilios. Thomas levanta la mano para llamar su atención y de inmediato se acercan a él lo más rápido posible, dejan la camilla en el suelo para luego revisar los signos vitales de Daya, quien aún sigue inconsciente. Con sumo cuidado la acomodan y entre dos la llevan para subirla a la ambulancia. Olie va tras ellos mientras que su amigo le dice que lo alcansará enseguida, ya que solo un familiar puede acompañar a la chica.
El camino es un poco largo, pero gracias a las sirenas de emergencia el tráfico se hacía a un lado para dejarlos pasar sin dificultad alguna. El hospital no estaba tan cerca así que el conductor tenía que apresurar el paso. Las enfermeras se encontraban colocándole el oxígeno a la pequeña a la vez que el joven le medía la presión, ellos intentaban encontrar cúal era el problema por el que estaba pasando Daya, sin embargo, hasta ahora lo único que tenían en cuenta era una descompensación. El hermano yacía a su lado tomando una de sus manos mientras rogaba al cielo que no sea nada malo, ella recién se estaba recuperando de un trauma y esta vez tenía miedo de que sea algo peor.
Al llegar al hospital, lo primero que hicieron es llevarla a emergencias, ya que su caso no era nada leve. Aún no se decidían bien qué era lo que tenía y por eso necesitaban a un experto que pueda diagnosticar de una vez por todas. La acomodaron en una habitación y esperaron a que el doctor haga su aparición para tratarla. Por el momento Olie tenía que quedarse en la sala de espera, necesitaban hacerle unos exámenes a su hermana y eso podría ser algo estresante. Así que tendrá que aguardar hasta que el doctor se comunique con él.
Thomas llegó unos minutos después preguntando qué era lo que le habían dicho, tras él llegaban Malorie y Freddy, quienes en ningún momento pensaban dejar a su mejor amiga sola. Olie aún no tenía respuestas, es por eso que les pidió a todos conservar la calma y confiar en que todo saldrá bien.
O eso era lo que querían creer.
***
— Deben ir a descansar, mañana tienen escuela.
Ya era el quinto café bien cargado que Olie bebía, Thomas le había dicho más de tres veces que debía darse una siesta de al menos media hora para que, en caso de que el doctor por fin se acerque a ellos, tenga más energía. Sin embargo, el chico se negaba rotúndamente a pegar el ojo por unos minutos, ya que necesitaba estar al tanto de todo lo que ocurra a su alrededor y poder hacer algo al respecto.
— No vamos a movernos de aquí hasta saber algo de Daya.—contestó Malorie.
El rubio soltó un suspiro de frustración y decidió en dejarlos que tomen su decisión. Si ellos quieren quedarse, bien. De todas maneras, no los hará cambiar de opinión ni aunque les den millones. No cuando se trata de Daya.
Una enfermera empieza a acercarse a ellos y, esperanzados de recibir alguna noticia de la chica, se ponen de pie.
— ¿Familiares de la señorita Palmer?—pregunta la señora de uniforme celeste.
Olie adelanta el paso y se pone al frente como el único familiar que su hermana tiene.
— Soy el hermano mayor.—espeta con autoridad.
La enfermera asiente y con un movimiento de cabeza le indica que debe seguirla. Él le echa un último vistazo a sus acompañantes como pidiendo permiso alguno y el rubio solo asiente como respuesta, entonces Olie da media vuelta y va tras la ella.
Por su cabeza pasaban miles de cosas, incluyendo un adelanto de cómo sería vivir solo sin su hermanita al lado. Le aterraba la idea de tener que verla morir sin poder hacer algo al respecto, sin embargo, eso le recordaba que aún no podía hacer nada ya que no sabía qué era lo que tenía. Daya había sido parte de toda su vida, y lo enfadaba cada vez más sabiendo que todo había ocurrido bajo su poder, lo que lo hacía sentirse culpable al cien por ciento.