Zackhary en multimedia...
Narrador omnisciente
Cuando Daya se dio cuenta de que tenía que correr por su vida, ya era demasiado tarde. Sus pies se habían quedado plantados en el suelo y su cuerpo había dejado de moverse. Su respiración entrecortada no le permitía soltar ni una palabra a la vez de que sentía por todo su cuerpo aquel escalofrío que la mortificaba.
No podía hacer nada.
Aquella extraña sensación que le impedía escapar del peligro la envolvía por dentro hasta más no poder. Él la estaba observando de pies a cabeza con esa sádica sonrisa dibujada en su rostro, miles y miles de lágrimas rogaban por salir a la luz debido al miedo que recorría por sus venas, pero no podía soltarlas.
— Bienvenida, Daya...
Zackhary empezó a acercarse más a ella hasta quedar a solo centímetros. En lo único en lo que él podía pensar era que jamás en su vida había visto a una chica tan hermosa, ni mucho menos en su muerte. Quería quedársela para él solo y hacer lo que que quiera con ella, como si de una marioneta se tratara. Su plan de eliminar su alma y poseer su cuerpo había sido interrumpido por la belleza de la chica, es por eso mismo que otra idea se le había cruzado por la cabeza, y todo para hacerla suya como sea.
Andrew.
Literalmente la muerte del chico era una forma de salvarle la vida a Daya. Poseer su cuerpo iba a ser más fácil si la castaña decide poner de su parte, era un plan demasiado brillante. Lo primero que haría era destruir el alma de Andrew para evitar que ella lo encuentre, después de eso ya se encargaría de lo demás. No contaba con ningún problema, así que se decidió en seguir con lo planeado sin ninguna interrupción.
— Me alegra verte de nuevo...
Por otro lado, Daya no dejaba de odiarlo con todas sus fuerzas mientras aún seguía parada frente a él con las ganas de salir corriendo. Su cuerpo temblaba y sus manos sudaban hasta más no poder, pero desgraciadamente no podía hacer nada por ello. Defenderse es lo último que quiere hacer antes de que termine atravesándola con sus grarras de nuevo.
Necesitaba despertar ya.
— Uh, sí, sobre eso...no será posible.
Daya se vió confundida en ese momento. ¿A caso lo habrá dicho en voz alta? ¿Cómo es que respondió a lo que ella había pensado entonces? Aunque lo peor de todo era, ¿Cómo es que al verlo tan humano le daba aún más miedo que al verlo convertido en un monstruo? Imposible de creer.
— ¿De qué hablas?
Su voz ya no se escuchaba como antes, era apagada y sin vida. La pena la carcomía por dentro y esa era una de las razones por las que se sentía rota. Quería volver con su hermano, ver a sus mejores amigos de nuevo, incluso hasta se le había pasado por la cabeza perdonar al idiota de Thomas. Sin embargo, ya no sabía si todo aquello iba a cumplirse.
Zack sonrió de lado como si la pregunta fuera muy obvia. Sin embargo, no respodió. Prefirió dejarlo para otro momento, quizá cuando sea la hora.
Cuando por fin empezó a alejarse, Daya sintió la tensión desaparecer, pero aún no se sentía segura con él tan cerca. Se preguntaba miles de veces en qué momento acabaría con ella o qué esperaba para hacerlo.
— ¿Por qué lo hiciste?—pregunto, sin embargo.
No completó la pregunta debido a que él mismo se daría cuenta a qué es lo que se refería. Zack la volvió a mirar a los ojos, pero esta vez había algo más en ellos. De un momento a otro, aquella detestable sonrisa que tenía dibujada en su rostro se borró. Ahora no reflejaba nada más que la perdición en su mirada.
Fue ahí cuando ella se dió cuenta de que la pregunta no era de esperarse, ni mucho menos el cambio de humor. Entonces recordó los gritos que los pequeños emitieron con tal de llamar su atención, le decían que corriera lo antes posible para no ser atrapada, sin embargo, ella no hizo caso. Lo dejó pasar por alto.
Y ahora se arrepentía.
— La cosa es que el asunto ya está hecho...—respondió en un tono seco.
No fue la respuesta que esperaba, pero se conformó con eso.
No había tiempo. Presentía que algo malo estaba a punto de pasar y necesitaba escapar cuanto antes. El terror que la envolvía hasta el alma fue opacado por la adrenalina y no vio la hora ni el momento para huir lejos, no ser encontrada por aquella criatura espantosa.
— Pagarás por eso.—dijo, entonces.
Solo bastaron esas tres palabras para que Zackhary vuelva a su forma diabólica. Daya cerró los ojos de inmediato esperando el ataque, pero lo único que escuchó fueron los gritos que emitía el chico antes de que todo se vuelva silencioso.
Cuando por fin los abrió, abrió los ojos tanto como pudo al darse cuenta de dónde se encontraba ahora.