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Capítulo 25

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Narrador omnisciente

Tres días después, Olie ya quería que la tierra lo tragara vivo. Había dejado de trabajar e ir a la universidad con tal de cuidar a su pequeña hermana, quien aún seguía en su estado incosciente. Ni los mismísimos doctores pudieron hacer nada para lograr despertarla, incluso hasta hubo un punto en el que se puso a pensar si estaban empeorando más el asunto.

Ya no sabía qué hacer.

Rogaba al cielo que esta vez no fuera nada malo o peor que el incidente de hace dos meses, habían pasado por mucho y ya habían conseguido decidir seguir adelante y empezar desde cero, pero entonces eso tenía que regresar para atormentar sus vidas, de nuevo.

Y lo odiaba.

Pero odiaba más el hecho de no haberle creído tiempo antes de que la desgracia los envuelva. Thomas le había contado todo, cada parte de la aterradora historia en la que se habían involucrado, pero él siempre se negaba a creer esas cosas. Y no fue hasta ver a Daya tirada en el suelo del elevador con una herida profunda en su vientre, desangrándose y casi muerta.

Iba a perderla.

Rascó su nuca por más de tres veces pensando en una solución que acabe con el problema de una vez por todas. Recordó a su mejor amigo hablando sobre un asesinato hace más de veinte años en el mismo lugar donde vivían, aquella información la habrían sacado del dueño del edificio, quién aún seguía dolido por la pérdida de su único hijo. No dudó en tomar su móvil e investigar sobre el incidente para ver si enrealidad había sucedido, no quería sonar paranóico en caso de que todo sea una cruda mentira y solo es álguien que intenta atormentarlos. 

Sus dudas se confirmaron.

Miles y miles de imágenes sobre el asesinato aparecieron en la pantalla como primera plana. Diferentes diarios y páginas narraban lo ocurrido con suma dedicación, y es que la mayoría de ellas solían competir como el mejor anuncio. Olie leyó con atención cada una de las teorías que se presentaban como supuestas causas por las que el joven cometió aquel macabro crímen, contenía la respiración por unos segundos antes de pasar de texto en texto. Todo le pareció demasiado espantoso e imperdonable, ¿Quién haría algo así?

— Oye, Olie. Ven a ver esto.—escuchó a Thomas hablar a su espalda. 

El rubio estaba sentado en su escritorio buscando alguna que otra noticia en su laptop. Habían estado en ese plan por toda la noche, ni siquiera habían desayunado. 

Se puso de pié evitando el cansancio que se apoderaba de su cuerpo y caminó hasta quedar al lado del chico, luego puso su atención en la pantalla. 

Leyó lo que decía en ella.

¨Morgan Demon, única sobreviviente del asesinato en el Nouvelle Maison, logró salir del centro de rehabilitación para personas con problemas mentales después de haber estado internada por más de veinte años. Fuentes cercanas nos dicen que estaría viviendo con su madre cerca al Marble Cementery, en donde yacen descansado en paz los restos de sus hermanos mayores. Hasta ahora no hemos recibido testimonio por parte de la señorita Demon, ya que, como sabemos, la última vez que emitió palabra alguna fue cuando tenía nueve años. El mismo día de la muerte de sus dos hermanos.¨

— Tenemos que ir con ella.— dijo de repente.

Ahora todo parecía tener sentido. Olie se vió sorprendido al saber que los cuerpos de los pequeños hermanos estaban enterrados en el mismo cementerio en donde habían sepultado a Andrew hace unos días, no cabía duda de que esa podría ser la razón por la que Daya se vió atormentada por unos largos minutos. 

Se dió cuenta de que ella podía verlos.

— Mala idea...— respondió el rubio.— recuerda que ella recién acaba de salir de un internado, y volver a recordarle la razón por la que la enviaron ahí sería demasiado cruel de nuestra parte.

No dudó en darle la razón a Thomas, sin embargo, estaba tan decidio en hacer lo que sea para que su hermana vuelva a ser la de antes, que hasta tomaría riesgos si fuera necesario. No esperaría un minuto más si sabe que hay una solución.

— Habrá que intentarlo.

Por totro lado, Thomas ya esperaba una respuesta como esa. Conocía a Olie como la palma de su mano, a pesar de haber estado distanciados por un largo tiempo. No se opuso a la idea de su mejor amigo y se puso de pié para ir tras él a donde fuera. De todas maneras, él también haría lo que sea para recuperar a Daya. 

Una hora después, ya se encontraban estacionados a una cuadra del Marble Cementery. Miraban a todos lados con la esperanza de encontrar a Morgan o a su madre caminando por aquellas calles, pero aún no veían nada. Habían visto algunas fotos de ellas en varias páginas de noticias, e incluso en alguos recortes periodísticos. Aunque, de todas maneras sabían que podían reconocerlas con tan solo mirarlas. Lo presenían de algún modo.




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