Esta historia se la dedico a RRDays, a quien agradezco por sus buenos consejos y el gran apoyo que me ha brindado. Les invito a pasar por sus novelas.
Espero te guste...
3 de Agosto de 1992
3:00 am
Todo se le había ido de las manos. No sabía como detenerlos a pesar de que estaban a su cargo. Les había gritado más de cinco veces tratando de llamar su atención, sin embargo, ellos estaban tan ocupados en corretear de un lado a otro que no lo habían escuchado.
Zackhary estaba perdiendo la paciencia y comenzaba a pensar en otras medidas para que aquellos niños malcriados le hagan caso de una buena vez.
—¡Quédense quietos, pedazo de mocosos!—gritó desesperado jalándose de los cabellos.
Desde las nueve que venía queriendo dormir, pero no podía ya que tenía que cuidar a los hijos de la amiga de su madre. Lo que era un castigo debido a la falta que había tenido con la señora hace unas semanas, había chocado su coche y como no tenía dinero para arreglarlo, esa era la única opción que le quedaba.
—¡Oye Morgan, mira esto!—gritó uno de los pequeños desde la cocina.
Se trataba de Sky. Tenía nueve años y su fuerte eran las travesuras extremas a comparación de sus dos hermanos.
Sky tomó uno de los platos que estaban en el repostero de la cocina y lo lanzó como si fuera un boomerang contra la pared. El ruido del plato haciéndose trizas se escuchó por todo el apartamento, causándole un susto tremendo a Zack.
—¡¿Qué mierda?!—gritó el chico saliendo de su habitación a toda prisa directo hacia la cocina. Donde encontró al menor retorciéndose de risa señalando el plato partido en mil pedazos que se encontraba en el suelo.
—¡Eso sí que está de locos!—gritó Morgan. Ella tenía ocho y era la cabecilla de la pequeña pandilla. Y aunque no parezca, tenía un don especial.
El tercero se llamaba Wesley. Era el hermano gemelo de Sky y por si lo piensan, no, él no era lo opuesto. Mas bien era peor.
—¡No seas tarado, Sky!—gritó—¡Lo hubieras tirado por la ventana!
Zackhary no aguantó más y en ese momento perdió la cordura.
Tomó al pequeño Sky de la muñeca y lo jaló con todas sus fuerzas botándolo al suelo, justo donde estaban los vidrios rotos. El niño pegó un grito de dolor para después comenzar a llorar agarrando su mano izquierda. Al apoyarse para evitar caer de rostro, uno de los vidrios se le incrustó en la palma causando un corte profundo.
—¡Más te vale que me lo dejes limpio todo!—ordenó enfadado—si no quieres que te deje durmiendo en la calle.
Los otros dos niños observaban asustados a su niñero. Corrieron hasta donde estaba su hermano y se arrodillaron a su costado tratando de ayudarlo. En ese momento, Zack los jaló de los cabellos y se los llevó a la sala. Ellos comenzaron a gritar de dolor para luego ser lanzados sobre el sofá.
—Más les vale que no se muevan de aquí, sino lo lamentarán.
Morgan había detectado la oscuridad en los ojos de Zack. Ése era un don con el que había nacido. Podía saber que tan buena o mala era una persona, hasta podía sentir las energías que ésta pueda irradiar. Y todo eso era absolutamente lo que había sentido al mirar los ojos del chico. Maldad pura descansaba dentro de él y más vale no despertarla más de lo que ya estaba. Sin embargo, todo eso ignoraba su hermano. Wesley tomó uno de los adornos que estaban en una mesa pequeña en frente de ellos y se lo lanzó directo a su cabeza. Zack se tambaleó por el impacto para luego llevarse una mano a la zona afectada, sintió un líquido acuoso y de inmediato supo que era sangre.
—¡Niño malo!—grito el pequeño Wes sin saber lo que su acción estaba a punto de causar.
—Ahora vas a ver, pequeño demonio.—le dijo Zack en un tono neutro.
Caminó los únicos tres pasos que lo separaban del los niños y al llegar tomó a Wesley del cuello levantándolo poco a poco.
—¡NO!—gritó Morgan con lágrimas en el rostro.
Pero no podía hacer nada. Zackhary estaba tan cegado por el enojo que podría hacer cualquier cosa que se le pasara por la mente. Y eso incluía hacerle daño al pequeño.
Wesley se retorcía y pataleaba tratando de soltarse de su agarre, sin embargo, lo único que lograba era enojarlo más de lo que ya estaba. Sky, al escuchar el grito de su hermana menor, se apresuró en envolver el trapo en su mano para tapar la herida y fue corriendo a ayudarlos. Al ver lo que estaba pasando, no dudó ni un segundo en tirarse sobre Zack, haciendo que éste suelte a su gemelo y caiga al suelo dándose un buen golpe en la cabeza.
—¡Deja en paz a mis hermanos, idiota!—rugió a todo pulmón y comenzó a darle manotazos aprovechando que aún seguía tirado boca arriba. Wesley se sumó a la pelea lanzando patadas a su estómago.