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Capítulo 2

26 años después...

Daya

Miró el reloj y descubrió que aún tenía media hora para llegar a la escuela. Se acomodó el cabello en una cola de caballo y se echó perfume cerca al cuello. Tomó su mochila que estaba en una silla al costado de su ropero y se la colgó en el hombro. Nombró una y otra vez todo lo que tenía que llevar para no olvidarse de nada y después salió de su habitación.

Su hermano la estaba esperando en la cocina con el desayuno listo, él también tenía que salir temprano sino querría llegar tarde a su primer día de trabajo.

—Que onda, Olls—saludó dándole unas palmaditas en el hombro.

Olie estaba friendo los huevos mientras que, a un lado, se enfriaba el Bacon.

—Si sigues así, te aseguro que te ganarás siete días de detención por tus tardanzas acumuladas.

Ella puso los ojos en blanco para luego ofrecerle una sonrisa.

—No te alteres—musitó—son sólo dos días que voy llegando tarde, además, todavía falta media hora.

El chico frunció el ceño y enseguida sacó su celular del bolsillo de su pantalón, lo encendió y vio la hora que salía en la pantalla.

—Error—dijo—faltan ocho minutos.

Daya se ahogó con el sorbo de jugo de naranja que había tomado y abrió los ojos tanto como pudo. Tomó una servilleta y se la pasó por la comisura de los labios limpiando los residuos del jugo derramado.

—¡Joder!—exclamó exaltada—¡Por eso hubieras empezado!

Corrió hasta el frutero y tomó una manzana para comérsela en el camino. La guardó en su mochila para luego correr hacia la puerta y salir rumbo a la escuela, no sin antes de dejar un casto beso en la mejilla de su hermano.

—¡Nos vemos, Olie!—se despidió en lo que giraba la perilla—¡Te veo luego!

Y si más, comenzó a correr rumbo a la estación de buses antes de que el suyo la deje.

 

                                                                                           ***

 

—Entonces, ¿no vas a hablarle?—habló su amiga mientras caminaban a la cafetería por su almuerzo.

—No he dicho eso—respondió—es sólo que...no lo sé, es complicado.

Malorie rodó los ojos y miró al suelo llevándose las manos al rostro.

—Sabes que él no se dará por vencido, ¿verdad?

Daya se encogió de hombros sin mostrar algún interés.

Y es que se había cansado de hablar tanto del chico que ya la estaba hostigando. Más de dos semanas había dejado de hablar con él que hasta se podría decir que todo había terminado.

Un mes después de haber iniciado su noviazgo.

Mason Deninson había decidido hablarle por primera vez en la clase de Química. Había estado tan cegada por esa cabellera negra y esos ojos verdes que ni siquiera logró prestar atención a cada una de sus palabras, lo que le hicieron pasar el momento más vergonzoso del día. Daya no se había dado cuenta que lo tenía parado en frente hasta que el morocho decidió dar la vuelta e irse por otro camino, viendo como movía los pies alejándose cada vez más. Al rato, Malorie la sermoneaba por no haber escuchado al cuerote de la escuela y a la vez le decía que se había perdido la mejor oportunidad de su vida.

Mason la había invitado a salir.

Fue ahí cuando se dio cuenta de que había sido más estúpida que nunca. La Reyna de las estúpidas para ser más exactos. Desde que se inscribió a la escuela y lo vio por primera vez, no dejaba de soñarlo junto a ella. Caminando de la mano en la playa hablando de un próximo futuro juntos, muy cliché. Y justo cuando estaba a punto de cumplirse, los nervios la traicionan y comete lo que se llamaría el error de su vida.

Sin embargo, había algo que le llamaba más la atención. ¿Por qué Mason la había invitado a salir si ni siquiera se hablaban? Sí, es cierto y no dudaba que había sido un gusto a primera vista, pero ¡jamás habían intercambiado una palabra! Y lo peor de todo es que él era el chico popular de la escuela y ella no llegaba ni a los talones de ese tipo de clase. Sólo conocía y hablaba con unos cuantos incluyendo al club de matemáticas...Alerta nerd.

Daya se había repetido miles de veces que lo que decía Malorie era una broma. Que la chica había escuchado mal y que lo había malinterpretado todo, aunque algo en ella muy en el fondo le decía que sus sueños ya no eran sueños, sino realidad. Mason la había invitado a salir en carne y hueso, él mismo se había acercado, pero de todas maneras no evitaba sentir un poco de intriga...¡De todas las chicas que hay en la escuela, la había elegido a ella! No cabía duda de que ese tema era de locos. Mason era el chico más deseado y le parecía raro que ella fuera la afortunada en tener una cita con él, sabiendo que habían chicas como Lauren Daniells o Christen McMahon, quiénes eran del equipo de porristas. Una de capitana y la otra era de sus seguidoras...Típico en las escuelas.




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