803

Capítulo 6

Daya

Ya han pasado dos semanas desde que Olie y yo nos mudamos al nuevo departamento. Y déjenme decirles que, hasta ahora, no he podido cerrar los ojos para dormir aunque sea cinco minutos.

Todas las madrugadas suelo levantarme a la misma hora por alguna razón inespecífica. En clases ya me voy durmiendo dos días seguidos y por suerte con los profesores he pasado desapercibida. Cuando me veo al espejo, lo primero que hago es ponerme maquillaje bajo los ojos, ya que ahí es donde el cansancio me pasa factura.

<<Estoy muerta en vida>>

Le he rogado mil veces a mi hermano que me deje dormir aunque sea en la sala, ya que ahí es donde la luz de la calle llega y la vez podría sentirme acompañada con el ruido de los autos al pasar, sin embargo, él siempre se niega con la excusa de que puedo pescar una terrible alergia por causa de la humedad.

<<Te detesto humedad>> 

Mi habitación no está del todo arreglada, solo faltan algunas cosas por desempacar para recién sentirme completa. Sobre la decoración, ne me he decidido todavía. No soy de ese tipo de chica que suele pintarlo con el color que le gusta o pegar un diseño en las paredes. Me basta con el cuadro donde salimos nuestros padres y nosotros dos en una de las vacaciones familiares que hemos tenido. Solo eso.

Pero bueno, si esto es lo que me toca vivir desde ahora en adelante, no me queda de otra que aceptarlo. De todas formas con el tiempo todo irá cambiando.

 

       En estos momentos me encontraba con Malorie en el salón de ciencias esperando al profesor Queper, quién, como siempre, llegaba unos minutos tarde. Estábamos sentadas en nuestros respectivos lugares leyendo el libro con anticipación, ya que en cualquier momento podría presentarse uno de esos exámenes sorpresa. Aunque, de todas maneras, yo no tardaba en recostarme sobre mi pupitre para descansar aprovechando el tiempo.

Escucho un suspiro por parte de mi amiga.

— Debe de haber alguna forma para que dejes de dormir en clase—comenta.

Hago caso omiso y cierro los ojos sintiendo como estos me arden por dentro.

— Lo digo enserio, D'...Si sigues así vas a acabar por sufrir un trastorno mental.

Me incorporo en mi asiento y la miro a los ojos.

— ¿Y qué quieres que haga? 

Ella se queda pensando unos segundos tratando de buscar las palabras correctas, pero justo cuando estaba a punto de abrir la boca, el profesor hace su ingreso al aula. Minutos después todos estamos mezclando y hallando sustancias según las fórmulas que nos indican en el pizarrón. 

— Ve a casa y trata de dormir aunque sea una hora—dice— lo necesitas.

<<Si tan solo fuera fácil>>

— No sabes cuánto desearía hacerlo, pero me es difícil...

Y esas son últimas palabras que digo antes de seguir con el experimento.

 

***

 

Eran las doce del medio día y me encontraba en el gimnasio junto a mis dos amigos. Por suerte, su profesor había faltado y, junto con todos los demás, los habían mandado con nuestro grupo.

Ya éramos casi cincuenta y se me hacía difícil pensar que el profesor podría con todos nosotros.

— Son treinta planchas y cien abdominales. El primero en terminar, corre a toda velocidad para tocar la campana. Quienquiera que sea, su equipo logrará cinco puntos...—explicaba.

Todos escuchaban atentos.

— No creo que vaya a resistir cincuenta metros planos...No se sorprendan si me desmayo en plenas planchas.—susurro cruzándome de brazos.

Siento que en cualquier momento voy a caer desmayada al suelo...o tal vez dormida.

— Queper no te dejará descansar al menos un segundo ni aunque le dieras la mejor excusa—espeta Freddy.

Hago una mueca debido a que tiene razón.

— A menos que apliques la de Jonas—le sigue Malorie y una pequeña risita se me escapa.

<<Ese idiota>>      

Hace un año, a nuestra aula llegó un alumno nuevo. Su nombre era Jonas Avon. Era un niño regordete de mediana estatura que se la pasaba durmiendo todo el día en las clases. A diferencia de mí, él lo hacía por una simple razón: flojera. Y obviamente, los docentes no tardaban en sancionarlo y mandarlo a detención en las horas de receso.

Un día como cualquiera, así como hoy, tocaba educación física (o como lo llamen ustedes en su país). Todos los alumnos nos dirigíamos al gimnasio para correr nuestras vueltas respectivas como calentamiento antes de empezar los ejercicios. Ya habíamos formado grupos de dos y nos paramos en la línea de salida esperando a que el profesor dé la orden, pero justo en el momento en que ya estábamos por comenzar, un compañero cae desmayado al suelo repentinamente. No tardamos en alterarnos cuando un hilo de sangre empezaba a caer por su nariz. 

Queper se vio envuelto en un manojo de nervios a la vez que gritaba pidiendo ayuda a cada persona que pasaba por ahí, pero debido a esos gritos, no tardaron en llegar algunos profesores que se encontraban por la misma zona, incluyendo algunas enfermeras del tópico. Los susurros y habladurías se escucharon por todo el gimnasio en menos de diez minutos, y es que se había oído por ahí que toda esa escena no era nada más que una pérdida de tiempo, ya que el desmayado estaba actuando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.