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Capítulo 9

Daya

—¿Qué tal está?—pregunta observando cada uno de mis movimientos.

Cierro los ojos unos segundos mientras disfruto del rico sabor de la lasagna que acabo de probar. Miles de sensaciones se producen en mi boca y no puedo evitar abrir los ojos tanto como puedo debido a lo deliciosa que está.

— Déjame decirte...—hago una pequeña pausa a la vez que lo miro a los ojos- que es la mejor lasagna que he probado en mi vida.

Thomas sonríe de inmediato para luego seguir disfrutando de la cena.

Los dos comemos en silencio.

Ya ha pasado una hora desde la llamada de mi hermano y de la llegada del hermano de Ava a nuestro departamento. Me sentí un poco culpable ya que lo hice cocinar de un momento a otro debido a la falta de alimentos en la cocina, pero el rubio no tuvo la molestia de traer unas cuántas bolsas del supermercado y prepararme una rica cena.

Lo que agradecía mucho, de hecho.

Lamentablemente Winnie y mi amiga no podían acompañarnos, ya que las dos estaban en el hospital para unos chequeos que tenían que hacerle a la última.
Entonces, eso significaba, que Thomas y yo estábamos completamente solos.

—¿Y cómo van las clases?-pregunta sacándome de mis pensamientos.

Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos mieles.

—Todo bien, menos mal-respondo- solo con la diferencia de que me quedo dormida en algunos cursos, pero...

Alzo los hombros sin tomarle importancia.

Él suelta una pequeña risita.

—Si tu hermano lo supiera, te mataría.

Río al igual que él.

—Es por eso, mi querido Tommy, que no dirás nada al respecto.

Frunce el ceño y me observa detenidamente.

Siento como la piel se me eriza debido al nerviosismo y acto seguido desvío la mirada hacia otro lado. No entiendo como de un momento a otro el silencio se tornó incómodo y ya estoy deseando que la tierra me trague para luego escupirme lejos.

De inmediato, en el rostro del rubio aparece una sonrisa burlona.

<<Que alguien me ayude>>

—De acuerdo...Pero con una condición.

Los colores se me suben al rostro y la confusión me envuelve por completo. Levanto la mirada y lo veo limpiarse la barbilla con una servilleta para luego dejarla sobre la mesa.

Nos quedamos así, mirándonos detenidamente, sin decir una palabra y sin mover ni un músculo. La incomodidad llega a mí en estos segundos, en los cuáles, me siento acorralada entre aquella mirada miel y la cocina. Me siento malditamente hipnotizada ya que no hago nada para evitar quedarme estática en mi lugar.

Estoy en problemas.

El rubio sigue sin despegar su mirada de mí, y es cuando por fin soy capaz de desviar la mía hacia otro lado fingiendo que no ha pasado absolutamente nada. Sin embargo, algo inesperado ocurre justo cuando él esta a punto de decirme algo.

Las luces del departamento se apagan repentinamente dejando todo a oscuras.

Frunso el ceño y me veo obligada a sacar mi celular del bolsillo y prender la linterna para poder ver aunque sea un poco, pero Thomas se me adelanta ya que ahora se encontraba iluminando mi rostro con la suya.

—Tom...mis ojos-le digo cubriendo mi vista con una mano.

La luz molesta.

—Oh...lo siento.

De inmediato cambia de mano y ahora lo sostiene con la izquierda.

Nos quedamos viendo a nuestro alrededor con la poca luz que teníamos.

—¿Qué crees que haya pasado?

Se queda en silencio unos segundos pensativo.

Se me ocurre mirar hacia la ventana para ver si ha sido algún problema que afecte a todo el barrio, sin embargo, me llevo una gran sorpresa al ver que las luces de la calle siguen encendidas.

—Tal vez un corte circuito en el edificio.

Sin dudarlo, decido ir hacia la puerta y abrirla para ver si el pasillo también está igual de oscuro. Me levanto del asiento y me paro en frente de Thomas para pedirle prestado su móvil y así ver por dónde voy.

—Ten cuidado—me dice mientras empiezo a caminar a pasos no tan apresurados.

Al llegar, tomo la perilla y sin contar los segundos la giro para abrir la puerta. Sin embargo, me veo sorprendida ya que esta no se abre como si le hubieran echado llave.

Tiro de ella varias veces y no logro conseguirlo. La desesperación comienza a invadirme tanto que me hace pensar en tumbar la puerta de un solo patadón. Dejo de hacerlo un minuto para poder calmar mis nervios e intentarlo nuevamente un poco más calmada.

—¿Sucede algo?-lo escucho preguntar desde su lugar.

—No abre—le respondo enseguida.

Tras decir eso, al parecer opta por levantarse y venir a ver, ya que escucho como la silla se mueve siendo arrastrada. Alumbro el camino con el celular y en menos de un segundo ya se encuentra a mi costado observando la manija.

—Esto es raro.

<<Concuerdo contigo, Tommy>>

Se me viene a la mente la vez pasada en la que el dueño nos habló sobre este problema, nos dijo que ya lo había arreglado solo que tenía que estar en uso varias veces para que no suceda lo mismo. Sin embargo, debido a que hemos tardado más de lo previsto en mudarnos, parece que está volviendo a endurarse.

Olie y yo nos habíamos olvidado por completo de este problema. Ahora el rubio y yo estamos pagando factura.




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