Olivia
Mezclo el cereal con la leche mientras veo una serie que ni sé de qué trata. La verdad no le he prestado la más mínima atención, estoy tan cabreada que perderme el programa es el mínimo de mis problemas. Episodio tras episodio no he dejado de maquinar sobre los métodos que utilizaré para torturar ese cerdo hdp*.
Les resumiré este mes; Nathan ha estado saliendo a sabe Dios dónde. Nuestra relación no ha sido la mejor, a penas si hablamos. Al parecer se cansó de esperar por mí. Por Dios, lo odio tanto, y me odio más a mí por estúpida.
He estado encerrada en estas cuatro paredes más tiempo del que pensé que Olivia Irwin podría estar. Hace unos días fui al parque de diversiones y, lo irónico es que me aburrí. Admito que me estaba empezando a enamorar y es que...quién no?
Llevo meses compartiendo espacio con él, es la primera persona que veo cuando despierto y la última antes de dormir, además de que es guapo. Sucedió algo tan lógico como ilógico ya que desde que lo conocí supe leer ese cartel que lleva tallado en la frente:
CERO RELACIONES
PD:NO TE ENAMORES.
No, pero tuve que cometer tamaña estupidez.
Extraño a las chicas, incluso a mis padres. Ni siquiera cuando nos mudamos me sentí tan sola como ahora y eso es...deprimente.
Doy un profundo suspiro y sigo comiendo de mi cereal cuando la serie me indica el cambio de temporada. Reviso la hora y ya es más de media noche y él aún no da señales de vida.
Los vecinos -que nunca me habían molestado- no paran de gritar <<Golpea duro>> <<Más fuerte>> y cosas así aumentando mi mal genio. Al parecer están viendo la UFC o qué se yo, lo que sea es bastante molesto.
De pronto siento un ruido, pongo en mute la tele para intentar captar mejor el sonido y escucho el auto de Nathan estacionarse acompañado de...¿Risas?
Me asomo por la ventana y quedo helada. Nathan bajando acompañado de una chica, ambos muy sonrientes y felices.
Nunca había sentido tanta rabia como hoy, estaba a punto de explotar.
Salí disparada a recibir a la porquería que escogí como padre para mi hijo.
_Vaya, vaya- Me cruzo de brazos mirando como la sostiene de la mano para caminar hasta la casa, ignorandome por completo.
_Qué coño haces aquí?- Le digo a la Miss Plástica que tengo delante. Me mira con superioridad sólo porque sus tacones la hacen ver más alta. Da igual, eso no me amedrenta.
_Ando con él así que hazme el favor de quitarte- Me hace aún lado chocando nuestros hombros y en cuestión de milisegundos ya tengo su pelo enredado en mi mano, regresandola a su puesto.
_Oye que te pasa?- Me fulminó con la vista he hizo una mueca para nada linda_ Qué eres, su novia?
PUM!
Ahí estaba todo. Yo no era su novia, no teníamos lazos y yo no tenía porqué sentirme celosa, ni reclamarle. Aunque estaba mal que él trajera a esta despeinada a mi casa, claro.
_No, pero amiga de ella- Mentí, porque de hecho. Su única novia estaba lejos de ser mi amiga. Entonces lo más odioso de mi noche se convirtió en lo más gratificante.
_Dale duro!- Las palabras de la vecina hicieron a mi yo interior dar saltitos de alegría.
_Lo siento-Le voltee la cara de un bofetón, dejándola anonadada_ Pero es mi amiga- Me encogí de hombros aún bajo su mirada_ Ahora te pido que te largues porque ella no es de mucha palabrería y te puede partir más que una uña-La amenacé, revelandole mis mayores deseos del momento. Sin agregar nada más, entré a la casa, justo cuando ella salió y cerré los portones presionando un botón.
Busqué a Nathan con la mirada. Aún estaba muy cabreada, pero debia admitir que el golpe que le proporcioné a la despeinada mejoró un 5% mi ánimo.
Sentí el grifo así que fui a la habitación y vi por la rendija del cuarto de baño que ahí se encontraba, vomitando. Cuando terminó y se lavó la boca y las manos, salió.
Sus ojos estaban muy rojos, su piel extremadamente pálida y lo desubicado que lucía me demostraba que se había bebido medio bar. En otras circunstancias le hubiese tenido lástima, pero eso era lo que menos sentía por él justo ahora.
Lo tomé del brazo y sin mediar palabra lo saqué de la casa para luego cerrar la puerta y apagar las luces.
Ay Nathan Maxwell, me las vas a pagar.
{·Nathan·}
Me despierto por el sonido la lluvia. Al abrir los ojos choco con el dolor de cabeza más grande de la historia. Como puedo me levanto y noto que estoy en el umbral de la puerta de entrada. El agua me empapa mientras comienzo a tocar la puerta con mis nudillos. Honestamente no recuerdo una mierda, ni siquiera cómo llegué aquí. Al parecer bebí más de lo que creí.
Por más que insisto tocando no recibo respuesta y comienzo a desesperarme. Me masajeo las sienes intentando sobrepasar esta migraña de los demonios. Palpo en mis bolsillos intentando hallar mi celular y nada. Gritarle a Olivia será en vano ya que de seguro está dormida en el segundo piso y no escucharía, lo único que lograría sería empeorar mi malestar.
Ya resignado, decido meterme al auto para no seguir aquí mojándome cuando siento la puerta abrirse. Regreso al umbral y espero a que Olivia salga y me deje pasar. Sin pronunciar palabra se acercó a mí y posó una mano en mi cuello. Por un momento creí que me besaría, pero simplemente me tocó el cuello, luego la frente y dijo:
_Sin fiebre, aún resistes- Regresó adentro y volvió a pasarle llave a la puerta dejándome con cara de idiota.
¿Qué diablos fue eso?
Pasó 20 minutos y nada, insistí con mis toques para nada suaves e incluso le grité varias veces pero ella siguió ignorándome.
_Al menos déjame las llaves del auto- Susurré recostando la cabeza a la puerta.
Ella abrió una ventana, lanzó las llaves y la volvió a cerrar, tal y como había hecho con la puerta. Luego la alarma de los portones sonó, indicándome que los había abierto.