9 verdades

Para siempre

–¿Que paso entre Alex y vos?– Pregunta molesta Amaia. Alai solo la mira, sin saber el porqué de tanto escándalo, haciendo que pierda el control y se vuelva aun más demandante. –¡Contéstame tía! No me digas que follaste con él Lia...–

–¡Puedes calmarte de una vez Mai!– Ordena Ali cansada del interrogatorio. –No paso nada entre nosotros, pero si hubiera pasado ¿Que? ¿En que te afecta? ¿No eras la primera en decir que cada cual era libre de hacer lo que quisiera con su vida? ¿Que teníamos que ser libres y a tomar por culo lo que piensen los demás?–

–Pero no me refería a que te metas con Alex otra vez, joder.–

–¿Que diferencia hay entre Alex y cualquier otro desconocido? Todos mienten y manipulan para conseguir lo que quieren...– Responde decepcionada. –No es como si quisiera ser su novia o algo así, pero la química que tengo con él no la tuve con nadie y sigue intacta a pesar del tiempo que hace que no estamos juntos.–

–¡Pero Alex es una mala persona joder!– Golpea su mano sonoramente contra la mesa.

–Alexander es mas sincero que muchos de esos a los que llamaba amigos.– La mira directamente a los ojos. –Incluso mas sincero que vos al parecer. ¿Nunca vas a decirme que pasó entre ustedes después de que me fui? No me trago el cuento de que simplemente no te cae bien Amaia.–

–Es que Alex no te ama.– Dice Mai intentando inútilmente desviar la conversación. –Ese tío no puede amar a nadie Lia. Solo eres como una jodida adicción para él, está obsesionado contigo porque eres la chica que se la puso difícil... ¡Se va a cansar de ti y va a volver a dejarte hecha trizas!– Las lagrimas cargadas de frustración recorren sus mejilla. –Alexander va por la vida destruyendo a todas las personas que tienen cerca, y no quiero que te ocurra lo mismo una vez más porque a pesar de todo eres mí hermana.–

·Tranquila Amaia.– Se acerca a ella y la abraza protectoramente. –Se que quieres cuidarme, pero Alex es una persona diferente ahora.– Intenta explicarle, pero Amaia no quiere escuchar y la interrumpe

–¡Se como termina esta historia tía!–Se aparta de Ali, intentado recuperar la compostura. –Te esta vendiendo un espejismo, sigue siendo la misma basura. Las personas como él no cambian, solo te muestran la cara que les conviene para obtener lo que quieren...–

–¿Sabes que Amaia? Dímelo lo que sabes de Alex de una vez. Si no me das ahora mismo una buena razón para alejarme de él, voy a investigar por mí cuenta que es lo que me ocultas y no te lo voy a perdonar nunca.– Mai solo hace silencio, y seca sus lagrimas con el dorso de su mano. –Esta bien, si no quieres hablar no hables, pero te di la oportunidad de hacerlo. Me tienen cansada tus reclamos. Todos quieren controlar mi vida, déjame tomar mis propias decisiones.– Toma las llaves de su moto, su Mai la sigue asustada de que valla tras Alex nuevamente.

–Espera tía, ¿a donde vas?– indaga evidentemente preocupada.

–Lejos, necesito pensar y contigo no puedo, solo me traes más dudas.– toma su casco, sube a su moto y escapa de todo sin que nadie pueda detenerla. Lo malo es que sin importar que tan lejos vallas, los pensamientos van contigo a donde sea que te dirijas. Aumenta aun mas la velocidad, sin embargo no tiene un rumbo fijo, solo escapa. Una vez más escapa. Para cuando se da cuenta, esta a la vera del rió de la plata y tiene a Romano justo frente a ella, con la mirada perdida en el horizonte. Maldijo al destino. Buenos Aires tiene el tamaño de media España y justo tienen que coincidir en el mismo lugar. Se iba a marchar sin decir nada, lo último que necesitaba era hablar con él, pero justo en el instante en el que estaba volviendo tras sus pasos Romano voltea.

–Espera por favor vida mía.– Se pone de pie rápidamente, haciendo que se quede estática. Camina a paso lento hasta ella. –Dime que no estoy soñando, que no eres un espejismo, porque te veo en todas parte y estoy enloqueciendo.– La chica extiende su mano. acaricia su rostros, y cuando sus miradas se encuentran la invade el dolor al ver a través de sus ojos su alma rota. Su fortaleza se rompe, y por un segundo deja de lado el orgullo y el enojo y simplemente lo abraza. Le duele, su dolor le duele. –Por favor, perdóname Ali– Susurra a su oído, y entonces la chica siente como una de sus lagrimas cae sobre la piel desnuda de su hombro. Romano esta llorando.

–No digas nada. Solo quédate en silencio.– Le suplica y se deja invadir por la calidez que emana su cuerpo, mientras sus pulmones se inundan por su perfume, ese que tanto le fascina. –No quiero pensar en nada. No quiero saber nada del pasado, ni del presente, ni del futuro.–

–No Alai, tienes que escucharme. Aunque sea por última vez, escúchame.– Se separa un poco de ella y la mira a los ojos. –La última vez que hablamos no fue de la forma mas civilizada, pero tengo demasiadas cosas que decirte y tal vez nunca tenga otra oportunidad.– Duda. Tiene miedo de que lo que le diga pueda terminar de destrozar la frágil estabilidad emocional que logró conseguir, pero tampoco puede negarse.

–Esta bien...– Lo invita a sentarse en el mismo lugar en donde estaba anteriormente junto a ella. Es incapaz de mirarlo, porque sabe que si lo hace no podrá mantener por mucho tiempo su mascara de seguridad y se prometió ya no flaquear. –Solo una cosa, ya no vuelvas a pedirme perdón. Estoy cansada de que lo hagas... Como si una simple palabra solucionara algo... No importa que tanto alcohol hayas tenido en el sistema, si pudiste hacerlo con ella estabas lo suficientemente consiente para saber lo que hacías y el arrepentimiento jamás que me hayas besado y hayas fingido que no pasó nada.–

–Yo...– Se traga el "Lo siento" que está a punto de escapar de sus labios. –Sabes... Desde que me pediste que me alejara de ti, estuve tratando de borrar todo nuestra historia, porque se que es lo correcto, porque tengo que dejarte ir porque tomaste tu desición y solo me queda aceptarla,
pero no pude hacerlo.– Confiesa, logrando que el corazón de Alai se sobresalte. –Nunca voy a poder olvidar el cariño que me entregabas o tus palabras bonitas de aliento cuando algo iba mal. Sos todo lo que está bien en este mundo, por eso no puedo arrancarme de la piel la necesitad de tus abrazos, de tus caricias, de tus besos.–




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