9 verdades

Idílico infierno: parte 1

Idílico, ideal, paradisíaco, utópicos, esas son las palabra que describieron a la perfección las siguientes semanas, al menos para Ali y Alex. Ambos dedicaban casi por completo a recuperar el tiempo perdido, cómo solía decir Alexander. Nuestro badboy hábilmente había logrado dispersar la gran mayoría de las dudas que tenía Alai, y con Lucia y Romano lejos de panorama, no había nada que les impidiera estar juntos sin ningún tipo de limitaciones. Era como el tiempo hubiera dado marcha atrás y estuvieran una vez más en el momento exacto donde todo se había roto entre ambos. No había pasado. Solo el hoy y el ahora, y un futuro prometedor para ambos. 
Alex siempre tenía un detalle o un mensaje con el que le demostraba que la amaba más que a nada en el mundo, le dedicaba canciones como solía hacerlo cuando recién comenzaron a salir, y cada vez que la besaba lo hacía con tanta pasión que sentía que todo su cuerpo ardía. Su corazón latía con tanta fuerza con cada una de sus caricias que parecía que estallaría, y cuando la abrazaba lo hacía como si fuera la última vez. Y es que aunque ambos estaban comprometidos a seguir a pesar de todo, pero estaban construyendo un paraíso en el medio del infierno, y tarde o temprano las llamas los alcanzarían. Ambos estaban seguros de aquello...

Es noche no hay una sola estrellas en el cielo. El viento soplaba gélido y húmedo, y las primeras gotas comenzaban a caer. Alai había llegado a La casa de Alex al horario acordado, sin embargo, a él se le había hecho tarde porque el tránsito estaba fatal. Rebuscó en su mochila, hacia algún tiempo él le había entregado un juego de llaves (que había recibido prácticamente por obligación) para situaciones como esas. Abrió la puerta, encendió las luces, y se vio invadida por el silencio y la soledad. Se dejó caer sobre el sillón derrotada, cansada y aburrida. Su mirada recorrió cada rincón de la habitación, y pronto se encontró con una foto de ambos, aquella primera foto que tenían juntos y que apenas recordaba que existía. Se puso de pie y caminó hasta ella casi en transe. Si hacía cuatro meses alguien le hubiera dicho que estarían juntos nuevamente, que se volvería adicta a su calida y brillante mirada gris que le regalaba solo a ella, a su voz seductora con la que profesaba por igual las palabras más románticas y al mismo tiempo las más jodidamente sucias capaces de hacerla sonrojar, a su perfume, al calor que emanaba su piel cuando la tenía entre sus brazos, a todo su ser, le hubiera dicho que estaba completamente desquiciado. Y allí estaba, parada en el medio del comedor, sonriéndole como una idiota a una foto, locamente e irrevocablemente enamorada de su ex, al que odio con tanta fuerza como ahora lo ama. Para algunos estaba tropezando una vez más con la misma piedra (entiéndase por otros a Amaia, Sofía y Emiliano) pero en aquel momento no le importaba ya que al menos, si las cosas salían mal, no se quedaría con su torturadora conciencia preguntándole constantemente "que hubiera pasado si...".

Volvió a colocar La foto en su lugar y de inmediato noto algo que llamo si atención. Sobre La mesa del comedor había un sobre de papel madera con el nombre de Lucía. No sé había permitido pensar en ella por un buen tiempo. Lo último que supo es que el ADN había dado positivo, pero Alex evitaba hablar del tema y ella tampoco preguntaba, porque eran dos negadores compulsivos. Su conciencia le decía que no tenia que abrirlo, pero ¿Como ganarle a la necesidad de saber? 
Y entonces solo lo hizo, el sobre ya había sido abierto previamente así que no tuvo que forzarlo. Era una ecografía en la cual se distinguían, con toda la perfección que dar una ecografía 4D, los rasgos del rostro del bebe y una simple nota autoadhesiva en la cual escribía:

"El doctor dice que todo perfecto. Mirá creo que se parece a vos."

Alai sintió como si de pronto se hubiera reventado la burbuja en la cual había vivido las últimas semanas. Allí estaba ese pequeño ser inocente que solo podía generar ternura. No le quedaba mucho para nacer, solo 3 meses, y cuando llegara a este mundo se tomaría de lleno con un lugar frío y hostil, con un padre ausente y una madre que lo utiliza como moneda de cambio. No pudo evitar sentir tristeza, y de cierta forma culpa... Si ella no estuviera en la vida de su Alex, quizás lo hubiera siquiera intentado con Lucía.

Tan abstraída estaba en sus pensamientos que antes de que pudiera reaccionar Alex estaba de pie detrás de ella.

–Llego esta mañana...– dijo haciendo que la chica de un brinco.

–Alex, yo... No quería invadir tu privacidad... no tendría que haberlo abierto, lo siento.– intento disculparse apresuradamente.

–No te preocupes Ali, la dejé ahí porque quería mostrartela de todos modos.– Responde restándole importancia al asunto. –Entre nosotros no van a existir secretos, y eso incluye a la relación que tengo con Lucía... No quiero que te pongas mal, sé que es difícil para vos toda esta situación.–

–Es que... No puedo evitar pensar en que tú hijo no va a tener un padre por mí culpa. Tal vez si no estuvieramos juntos...– antes de que complete la frase, él la interrumpe.

–No es así. Mi hijo me va a tener en su vida, lo que no va a tener es una familia falsa, a un padre amargado que terminará por odiarlo a él y a su madre porque está obligado a permanecer junto a ellos. Y si quieres formar parte de esto también tendrá a La madrastra más linda del mundo.– Ella solo asintió y él la beso con ternura silenciando sus palabras y desvaneciendo sus miedos. Pero los besos dulces no eran algo de lo que disfrutarán particularmente. Era casi increíble para ambos como un simple roce de labios encendían cada fibra nerviosa de su cuerpo, como la razón se veía nublada por el deseo. Sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo de forma lenta e impúdica, mientras le quitaba una a una las prendas que la cubrían y al mismo tiempo dejaba que Ali se deshiciera de las suyas.




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