9 verdades

Los sentimientos de Alai

-Sofia, necesito que ubiques a Paloma. La batería de mí teléfono está muerta y necesito que venga por mí...– Solicitó Emiliano desde el otro lado de la línea. –Es una emergencia.–

Sofi indagó sobre lo que estaba pasando, siempre quería detalles. Él se limitó a responder que su vida no corría peligro y después solo con monosílabos, para desagrado de mí amiga. Aún no la perdonaba. Según él, jamás lo haría, pero Sofía no era de las que aceptaban un no por respuesta, y yo sabía que no tenía que rendirse, porque el cariño especial que le tenía seguía ahí, dentro de su pecho. Se que Emiliano le duele tanto estar peleado con Sofía, como le dolía en su momento que yo cortara la comunicación entre nosotros. La verdad estaba a simple vista sin importar lo que dijera. Siempre recurrían el uno al otro cuando había un problema porque sabían que a pesar de todo del otro lado solo recibirían apoyo, ayuda, comprensión y cariño incondicional. Creo que sí el destino fuera un poco más sabio y la vida justa, ellos dos tendrían que haber terminado juntos. Pero no fue así... Él jamás pudo amarla de la forma en la que ella necesitaba, y ella no era de las que se conformaban con compartir el corazón de un hombre con otra. Sofía no quería sobras, ella lo quería todo. 
Tantas veces desee ser más como ella, fuerte, decidida, segura... 
Y la admiré un incluso más en el instante en el cual decidió pisotear su orgullo y le suplicó a Emiliano que le diga su ubicación para ir a buscarlo, aunque él insistió en que aquello no era necesario.

–Emiliano yo...– Intentó articular una frase pero se detuvo, y ví como su mirada se transformaba en una tormenta a punto de estallar. –Esta bien... Salgo para allá.– Y simplemente, cortó la comunicación. Intento esbozar una sonrisa, intento aparentar que todo estaba bien, pero ojos azules se volvieron casa vez más tristes y se apagaron lentamente. La frialdad de su trato le rompía el corazón, y todo su ser lo gritaba.

–Alai... tengo que ir con él, no puedo dejarlo solo.– dijo rompiendo el silencio. –No me importa que no me quiera ver, o que me odie... Yo...– tartamudeo nerviosamente, luchando por no romperse frente a mí.

–Esta bien Sofía. No te preocupes por mí. Búscalo, arreglen las cosas. Se que Emiliano no te odia, simplemente... Es Emiliano. Él no entiende la vida no es bueno o malo, blanco o negro, que hay muchas cosas que nos empujan a hacer lo incorrecto creyendo que es lo correcto... Él te quiere, siempre te quiso y lo que siente ahora es decepción... Pero aún estás a tiempo de solucionar las cosas. Habla con él, hazle entender que es parte de la naturaleza de las personas equivocarse, que él también se equivocó mil veces, y se equivocara mil más seguramente. Abrí tu corazón con él, como hiciste conmigo. Se que va a entender tus razones...– Ella solo me abrazo y sin decir más, salió casi corriendo en dirección a su auto. Le rogué al cielo que arreglaran las cosas, que todo volviera a su lugar, por el bien de ambos.

Cerré la puerta cuando se perdió de mí vista, y el silencio me pegó con violencia, acabando con el despojo de fortaleza que le permitió a Sofía marcharse sin sentir el peso de la culpa. 
No quería llorar más, pero no era algo sobre lo que pudiera tener control. Mí corazón es quien manda y este ordena que las emociones estallen y me hagan trizas. Derrotada, arrastro los pies hasta el baño. Estoy una eternidad bajo el agua, intentando que esta se lleve las penas junto con las lágrimas y los rastros sutiles del perfume de Alex que aún quedaban en mí. Lucho con todas mis fuerzas por borrarlo de mis pensamientos, de mí cuerpo y de mi alma, porque siento que sin él me duele hasta respirar... Me duele mucho más de lo que recordaba. Me duele tanto que en mí interior se desata una guerra. Razón contra corazón. Y es que aunque me prometí que está vez sería para siempre, que ya no había vuelta atrás, siento que la poca fuerza de voluntad que me queda para no salir corriendo detrás de Alex se desvanece con cada segundo que pasa.

–Esta bien... Voy a estar bien... De amor no se muere y no voy a morir por vos Alex.– Me repitió hasta el cansancio con la voz quebrada por el nudo de angustia que cierra mí garganta. Pero miento. Me miento a mí misma, y es inútil porque puedo mentirle al mundo pero yo sé que nada va a estar bien sin él. Me caigo a pedazos por dentro de solo pensar que jamás voy a volver a tenerlo conmigo. Siento que me arden los labios por las incontrolables ganas de besarle, que cada centímetro de mí late en su nombre suplicando por una caricia más, que sus tristes ojos grises son el abismo en el que quiero perderme para siempre... Y es que la razón grita que ya no tengo espacio para una sola cicatriz más, mientras mí corazón me empuja a sus brazos aunque estar a su lado termine por consumirme hasta que no quede nada...

Camino en dirección a mí habitación dejando un rastro de huellas de agua con cada paso, y cuando me dejo caer en la cama nuevamente siento el fuerte y doloroso golpe de los recuerdos. Es imposible no mirar en cualquier dirección y viajar en el tiempo hasta esos momentos en los que me hacía acariciar el cielo con las manos.

Me cubro los ojos con el antebrazo, porque ya no quiero ni puedo ver su fantasma en cada rincón, pero es inútil, porque estás dentro mío...
y sin que pueda evitarlo vuelve a mí la sensación de sus labios sobre los míos, esa última vez. Sus dedos acaricianban mí piel desnuda como si fuera el más delicado cristal y mí corazón palpitante estaba prácticamente en sus manos cuando me susurró al oído el último:
--Te amo.-- antes de que su mano soltara la mía.

Las lágrimas comienzan a brotar sin control una vez más. Si tan solo hubiera sabido que sería la última vez que me sentiría así, quizás no lo hubiera dejado ir tan pronto. Aunque siento que si le hubiera arrebatado mil besos más me sentiría igual, ya que lo que me duele es pensar en todo lo que fue y jamás volverá a ser. 
No puedo evitar pensar en que dulce y embragiador era vivir en la completa ignorancia de las cosas, en la inocencia de pensar que nunca terminaría, que nada podría con lo que teníamos, que podíamos alcanzae nuestro para siempre.
El pleno conocimiento de la verdad solo me hace sentir... vacía...




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