—Haces muchos proyectos por tu cuenta. —Notó Valentina mientras terminaban la propuesta para RAGE. Jonathan asintió.
—Son casos especiales. —dijo, distraído.
—¿Sí? —Se interesó. Los últimos días estaba batallando con una necesidad constante de conocer más sobre él, pero, como no se atrevía a incursionar en el ámbito personal, se contentaba con las preguntas sobre el trabajo.
—Zania es una amiga. —explicó—. Peter es un profesional excepcional y aprendo mucho con él. —enumeró—. Y bueno, Abbey… perdería muchos empleados si los obligaba a tratar con él. —bromeó—. Sigo esperando el momento en el cual tú salgas corriendo. —añadió. Valentina sonrió.
—Yo no me voy a ningún lado. —prometió.
—Ya lo sé. Necesitas el trabajo. —Comentó Jonathan con intención—. ¿Puedo preguntar? —intentó.
—Preferiría que no. —pidió Valentina. Él asintió, en absoluto molesto.
—¿Quieres salir conmigo esta noche? —La punta del lápiz se rompió sobre el papel por la presión que ejerció Valentina ante la pregunta inesperada.
—¿Eh? —Se había quedado sin palabras. Sí, Jonathan y ella se habían acostado; se habían besado varias veces después de eso y entre ellos parecía florecer una relación más íntima, pero—: ¿Una cita? —preguntó.
—Así es como les llaman, sí. —replicó Jonathan.
—Yo… —Tuvo ganas de gritar por su propia indecisión.
—No tienes que responderme ahora. —Jonathan se dio cuenta de su turbación—. Piénsalo. —le guiñó un ojo, alterándola aún más.
Alguien tocó la puerta, rescatándola de avergonzarse aún más.
—Marín. —Jonathan se levantó para saludar a la recién llegada—. Justo a tiempo.
—¿Me llamaste? —Valentina se giró en la silla para mirar a la mujer; reconociendo una de las editoras más conocidas de la empresa.
—Sí, sí. ¿Conoces a Valentina? —preguntó, señalando a la joven. Valentina se levantó también, ofreciéndole una mano a Marín.
—No tuve el placer. —la mujer apretó su mano, pero de inmediato volvió su atención a Jonathan.
—Es la sustituta de Paloma. —explicó este, volviendo a sentarse. Por alguna razón, Valentina se sintió incómoda—. Asumo que ya recibiste la llamada del nuevo cliente. —prosiguió. Marín asintió y Valentina se debatía entre salir y quedarse.
—Así es. Mañana tendré una reunión con el representante y…
—Vamos. —La cortó Jonathan—. Haremos el proyecto juntos. —anunció.
—¿Qué? —La mujer no parecía muy contenta con el cambio—. Puedo hacerme cargo, Jonathan. —protestó.
—Lo sé. No lo dudo. —Aclaró el hombre, encogiéndose de hombros—. Solo, quiero intentar algo nuevo. —explicó—. Puedes mandarle los detalles a Valentina y coordinan juntas la reunión. —sentenció. Marín asintió, reacia y se fue de inmediato; Valentina pudo jurar que estaba murmurando algo mientras se acercaba a la puerta.
—¿Qué fue eso? —Valentina volvió a sentarse, confundida.
—Marín es un poco… difícil. No le gusta trabajar en equipo, así que de vez en cuando le pongo un desafío. —Explicó, volviendo a su labor—. Además, trabaja principalmente con escritores, será un buen ensayo para ti.
—No…
—Veo potencial en ti. —La interrumpió, se levantó para arrodillarse delante de la silla que ocupaba Valentina—. Eso no tiene nada que ver con nuestras cuestiones personales. —aclaró. Ella asintió—. ¿Ya pensaste sobre mi propuesta? —preguntó.
—Esta noche no puedo. —Valeria tenía un examen rutinario en el hospital y no podía perdérselo—. ¿Mañana? —ofreció.
—Mañana será. —decidió—. Ahora, de vuelta al trabajo.
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—Odio a la gente impuntual. —Estaban esperando al representante de la casa editorial desde hacía diez minutos y Marín se ponía intensa. De pie al lado de Jonathan, con la tablet en la mano, Valentina la miró con curiosidad.
Era una mujer hermosa y era consciente de ello. El único problema era su ego gigantesco y su respeto nulo por los demás. Miraba sus uñas con desinterés, de vez en cuando miraba hacia la puerta, solo para añadir algún comentario desdeñoso más. Valentina suspiró al escuchar las puertas del ascensor abriéndose y se apresuró a salir a recibir al hombre; si eso conllevaba escaparse un rato de la atmósfera mortífera que creaba la otra mujer, lo aceptaría con gusto.
Una sonrisa tonta apareció en su rostro al ver quien era su nuevo cliente.
—Estoy teniendo un mal sueño. —Andreas miró alrededor, como si realmente creyese estar soñando—. ¿Ya moriste y ahora me persigues en sueños? —exclamó.
—Un día esas bromas dejarán de funcionar. —comentó Valentina—. Y deberás aceptar que te preocupas por ella.
—Me preocupo por mis contratos, querida. —Andreas le quitó importancia, estrechándole la mano.
—Si eso te hace sentir mejor. —Valentina se encogió de hombros—. Ahí adentro no están contentos con tu retraso. —le advirtió.
—Valeria me comentó que empezaste a trabajar en Jameson media, pero no me esperaba encontrarte. —mencionó Andreas mientras caminaban hacia la oficina de Jonathan.
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Editado: 20.05.2022