—Te ves hermosa. —Susurró Sean detrás de ella, su aliento chocando con la piel expuesta de su cuello.
Estaban preparándose para la gala y ella volvía a sentirse conflictiva con el hecho de que llevaba un vestido más caro que todo su armario junto. Ese día se había decantado por un vestido rosa que le llegaba hasta las rodillas y cubría uno de sus hombros. Se sentía elegante y sexy. Especialmente sexy. Más aun teniendo a ese hombre a sus espaldas, alterando sus hormonas.
—Gracias. —Se las arregló para murmurar y a regañadientes se alejó, sabiendo que si no lo hacía, no se irían de ahí pronto.
Era curioso cómo, después de la primera vez con él, la tensión entre ellos crecía a tal punto que sentía que quisiera pasar cada instante a su lado. Retrocedió un paso y golpeó el tocador cuando él se rehusó a alejarse, rio.
—Vamos a llegar tarde. —Protestó cuando Sean posó los labios sobre su clavícula, bajando hacia su escote—. Sean, estoy hablando en serio. —Se removió un poco, pero sin verdaderas ganas de pararlo.
—Nadie se dará cuenta de que llegamos un poquitín tarde. —Trató de persuadirla y Leanna estaba a punto de claudicar, cuando escucharon un golpe en la puerta—. Lo odio. —Gruñó, cuando la voz de Christopher se abrió paso en la habitación.
—Los estamos esperando, tortolitos. —Se burló.
Leanna enrojeció, pero Sean no parecía para nada alterado. La tomó del brazo y salieron juntos, los demás estaban en el pasillo, por un instante no pudo discernir que significaban las miradas que le estaban dando, pero al ver la sonrisa de Shannon, se relajó.
Viajaron todos juntos, para variar. Estaba sentada entre Sean y Aria, con Christopher y George detrás de ellos, hablando de todo.
—¿Cómo fue el encuentro? —preguntó Christopher, metiendo la cabeza entre los asientos y quedando entre Leanna y Aria.
Leanna se encogió de hombros.
—Normal. Fue un grupo más numeroso esta vez, pero fue lindo.
—Por cierto —Jack estaba sentado adelante y giró un poco para mirarla—, ¿le contaste a jefe sobre...?
Leanna negó con la cabeza, virando hacia Sean.
—Una de las participantes tiene manager y este quiere hablar contigo esta noche en la fiesta.
—¿Y eso? —preguntó George, inclinándose hacia ellos él también.
—Ni idea. Fue algo bastante extraño, ¿verdad? —Hizo la pregunta para Jack, este asintió con solemnidad.
—Bueno, supongo que veremos qué quiere en poco tiempo. —Concluyó Sean con tranquilidad.
—¿Lo vas a escuchar? —Shannon, quién hasta entonces se mantenía fuera de la conversación, habló con incredulidad.
—No creo tener otra opción, ¿ustedes?
—Yo le dije a la chica que eso no cambia en nada las reglas de concurso, pero tuve la sensación de qué... no sé cómo explicarlo. —Dudó.
—Como si no le importara nada de lo que dijéramos, las cosas serían como dice su manager. —Terminó Leanna, Jack asintió.
—Justo así. Fue raro, jefe, muy raro.
—Con más razón lo tendré que escuchar entonces. —Zanjó, tomando el celular entre los dedos y empezó a teclear algo ahí.
Sintiéndose como una intrusa, Leanna giró hacia Aria, pero no empezó una conversación, ya que la otra mujer estaba también enfrascada en su aparato. Finalmente, apoyó la cabeza sobre el respaldo y se dejó llevar por el vaivén del coche navegando por las calles de la ciudad. Seattle le gustaba mucho, era una ciudad donde se podía ver viviendo en algún futuro. Casi soltó una carcajada por ello, como si eso fuera posible. Se contuvo, no quería llamar la atención sobre sí misma. Todos parecían metidos en sus cosas y por primera vez en esa gira, se sintió sola. Todos a su alrededor eran amigos de Sean, ella solo era un agregado, cuando él terminara las cosas entre ellos dos, estos también desaparecían.
Eso la deprimió, en ese estado vulnerable le escribió a Mariana un escueto mensaje diciéndole que la extrañaba, aunque sabía que era una estupidez hacerlo, no había vuelta atrás.
Hasta había más periodistas afuera del local que las otras veces. Parecía como si el universo se estuviese multiplicando en esa ciudad y no le gustaba para nada, porque cuando algo así sucedía en su vida, siempre le seguía algo malo. Se quedó relegada, caminó junto a Jack y, aunque pudo ver que Sean la buscaba con la mirada, no hizo nada para acercarse a él. Mientas la prensa se concentraba en los dueños de la productora y en los miembros de jurado, ellos dos pasaron desapercibidos y fueron los primeros en cruzar las puertas del local. Los recibió Sanie, la manager del lugar y los guío hasta su mesa, aunque Jack desapareció de inmediato porque tenía cosas de las que encargarse. Leanna se quedó ahí por un momento, sola, esperó a que los demás entraran. Al ver que todavía ni siquiera pasaron las puertas, se levantó y empezó a mezclarse con la gente ella también.
Saludó a varios participantes que había conocido esa misma mañana, ellos fueron amables con ella y se acercaron a platicar un poco, pero rápidamente desaparecían, en busca de gente del medio, aprovechando la oportunidad para hacer amistades y darse a conocer. Se apoyó de la pared y observó la multitud a su alrededor. Tal vez ella debería estar haciendo lo mismo, pensó, buscar encajar en ese mundo que por tanto tiempo la había fascinado. Extrañaba cantar, era una parte fundamental de su ser y estaba tan privada de ello que sentía los signos de abstinencia. Pero, usar la gala de Sean para abrirse camino para sí misma le parecía poco ético, así que rápidamente desechó la idea.
#4672 en Novela romántica
#999 en Novela contemporánea
amor decepcion dolor, el amor no se compra, musica cantante productor
Editado: 04.04.2022