A. Alexa. La melodía de tu amor

12 Samuel

El día prosiguió con más tranquilidad, los candidatos pasaban con rapidez y se dejó llevar por la música y el ambiente festivo que reinaba en el ambiente. Comieron unos sándwiches en sus puestos, como había más gente que las otras veces no se dieron el lujo de ir a un restaurante. Para cuándo llegó el turno de Amelia, tuvo que reconocérselo a sí misma que había esperado ese momento con ansias. La chica había elegido Perfect de Ed Sheeran, pero se veía incómoda cantándola. Cómo si había cambiado de canción a último momento. Al ver la mirada de Samuel puesta en ella y no en su representada, supo que era así. Esa era la canción que la misma Leanna cantó en el festival donde la "encontró" y que Amelia la cante en ese momento era solo una provocación.

—Para tantos rayos y centellas —habló Jack detrás de ellos—, no me siento muy impresionado.

Todos lo pensaban, se dio cuenta Leanna. También se dio cuenta de que esa chica tenía mucho potencial, pero que Samuel estaba convencido de que obtendrían el contrato por otro medio, así que había dejado la parte del canto —la parte más importante— de lado y saboteó a su propia protegida. Si no sintiera lástima por la chica, hasta se reiría de su estupidez.

La propia Amelia pareció darse cuenta de ello al terminar de cantar, sabía que no había manera de pasar a la siguiente fase con esa presentación. Le echo un vistazo a Samuel y después volvió a esbozar la misma sonrisa coqueta que había visto la noche anterior, dirigida a Sean. Si él se dio cuenta, no dio señales de ello, simplemente prosiguió con los demás participantes.

A partir de entonces, las cosas volvieron a fluir con normalidad. Eran pasadas las ocho cuando terminaron, declinó la oferta para salir a comer algo y se sintió aliviada al escuchar que Sean hacia lo contrario. Ella tomó un taxi y en el camino le escribió a Mariana, su amiga ya estaba en su habitación, esperándola.

Ni siquiera se molestó en subir a la suya, fue directo a su encuentro. Mariana ya estaba en pijamas y con una copa de vino en su mano, le tendió otra a Leanna.

—Supongo que lo vas a necesitar. —Explicó.

—No tienes ni idea. —Se acurrucó en el sofá y dio un sobró largo. —¿Cómo van las cosas en el bar? —Empezó, debía darle tiempo al vino para atontarla antes de pasar a temas personales.

—No están mal. Ana le dejó el local a un sobrino suyo, aunque él todavía no aparece. Mientras tanto, el abogado nos dijo que si podemos hacerlo funcionar, sigamos con el trabajo. Fue un poco difícil al principio, pero ya nos estamos acostumbrando.

—Que bien. ¿Y qué saben del sobrino ese?

—Literalmente, nada. No da señales de vida.

— ¿No te parece raro eso?

Mariana se encogió de hombros.

—Sabes que Ana no fue muy unida a su familia y su muerte fue tan inesperada. Quizá el tipo solo necesita tiempo para organizarse. Aunque, te digo, las cosas están bien como están. No necesitamos a nadie quien nos arruine todo.

—Supongo que tienes razón. —Asintió, entregándole la copa vacía para rellenársela—. Este está muy bueno. —Elogió, riendo.

—Ahora, ¿me vas a contar que te tiene tan mal? Lo último que me contaste es que tu jefe hermoso y tú... concretaron las cosas.

Leanna soltó una carcajada ante la elección de palabras.

—Ajá. No tiene que ver con él. O bueno, no completamente. Me encontré a Samuel.

—¿El Samuel?

—Ajá. Y no fue un encuentro placentero, te lo aseguro. Menos porque Sean estaba alrededor.

—¿Me vas a contar finalmente que te hizo ese tipo?

Le había contado a su amiga que había trabajado con Samuel y que todo el asunto terminó siendo una gran decepción, pero nunca había entrado en los detalles. Siendo sincera, no le había contado la verdad a nadie.

—Vendió la historia de que era ese manager exitoso que podría hacer que todos mis sueños se cumplan.

—¿Fue una mentira?

—Me consiguió un par de presentaciones, ya sabes. Durante los primeros meses todo fue a pedir de boca, el dinero no faltaba y todo eso. Pero el álbum, todas las cosas que prometió, no llegaban. Finalmente me enteré de que no había ninguna productora detrás de él, en realidad nosotras éramos su vía a su propio contrato.

—Quería que ustedes triunfarán y lo llevarán a la fama a él. —Dedujo Mariana.

—Algo así. Aunque, ese no fue el problema principal, ¿sabes? Yo estaba tan agradecida con él que lo habría hecho sin dudar. El problema apareció cuando quiso cambiar de estrategia. No llegaba a ninguna parte con la música, así que pensó que podríamos hacer nuestro camino por otros métodos.

—Oh. —Entendió Mariana sin que tuviera la necesidad de usar las palabras exactas.

—Yo no iba a hacerlo, claramente, así que nos peleamos. No lo sé, tal vez pensó que podría convencerme más tarde, así que siguió dándome trabajo al igual que a las demás. —Al ver que Mariana estaba absorta en su relato, se sirvió otra copa ella misma, sintiendo como el alcohol le quemaba la garganta y a la vez aliviaba el sabor amargo de los recuerdos—. Hasta que mi mejor amiga se acostó con él y le convenció de que no podía seguir manteniéndome en los conciertos si no estaba dispuesta a luchar por ello.




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