A. Alexa. Lazos de odio

XXX & XXXI

- No puedo creer que esto está pasando. Nunca pasó, en tantos años, nunca sucedió.

Carlos apretó la mano de Lía entre las suyas, mientras observaban a su cabaña medio inundada. Pensó que era solamente cuestión de tiempo, dadas las condiciones en las que se encontraba, pero no se lo dijo. Ella estaba demasiado angustiada para que la pusiera aún peor.

- Tranquila, sí. Cuando el río se calme, voy a tratar de arreglarla, ¿sí? Aprendí algo trabajando con Max, algo haremos.

- Papá quiso hacerlo. – dijo entre lágrimas. – Todos le dijeron que era una tontería hacer una casa ahí, invertir tanto en ella. Pero mamá, ella quería la casa más especial del pueblo y él habría hecho todo por ella. Estaba haciendo las remodelaciones para fortalecerla, cuando murió. Ese día llovió mucho y el río creció. Yo le dije que entrara, que se iba a poner enfermo, pero él no me hizo caso. Al final, la corriente lo arrastró. Recuperaron su cuerpo apenas una semana después, a dos pueblos de distancia.

Carlos se acercó para abrazarla.

- Debería odiarla por qué murió por su culpa, pero aquí crecí. No soportaría pasear por el bosque y no verla, sería como si su muerte fuera en vano.

- Ven, vamos. Te prometo que lo arreglaremos.

Le costó otros diez minutos convencerla de entrar en el auto.

- La gente va a hablar. – le dijo cuándo entraron a la cabaña de él. - ¿No te importa?

- La gente siempre habla, Lía. La pregunta sería si te importa a ti. Eres tu quien creció aquí.

- No. En realidad, no. Es el único lugar donde quiero estar.

- Bien.

Le ayudo con las bolsas que logró reunir antes de que el agua estropeara todo. Ni siquiera había llovido tanto en los últimos días, pero una construcción más arriba del pueblo había fallado, dejando que el agua se precipitara hacía abajo, con la casa de Lía en el centro del desastre.

- Si te sientes más cómoda, dormiré en el sofá. – le dijo mientras ponía sus cosas en la habitación.

- ¿Por qué harías eso? No es como si no habíamos pasado la mayoría de las noches juntos últimamente.

- Simplemente aprendí a no dar nada por sentado contigo, Ninfa. - ella se acercó para besarlo, dejando su bolso caer al piso.

- No hay manera de que duerma en tu casa y que sea sin ti a mi lado. – le confesó, mientras deslizaba su chaqueta. – Era un riesgo que asumiste al invitarme, ahora no hay vuelta atrás.

- ¿Sabes que me vuelves loco?

- Algo de eso escuché. Pero… - se escabulló de sus brazos. – Por más tentadora que sea esa idea, muero de hambre. Con todo el ajetreo no tuve tiempo de comer.

- Siéntete como en tu casa. – ella asintió y desapareció por la puerta, dejándolo con una sensación extraña en el vientre. ¿Por qué eso había sonado tan bien?

🎀🎀🎀

 - Lamento lo de tu padre. – le dijo unas horas después, acostados en la cama después de amarse una vez más. Era extraño como no podía mantener las manos alejadas de ella.

- Mi mamá era una mujer muy difícil. Provenía de una de las familias fundadoras del pueblo, estaba acostumbrada a tener todo lo que quisiera. Y mi papá la amaba tanto que haría todo por complacerla. No me malinterpretes, ¿vale? Era una gran madre para mí, solamente que no era una buena esposa para él. La criaron de una manera diferente. Por eso no le guardo rencor, ella también sufrió mucho por su muerte.

Se acurrucó a su costado, el calor del hombre reconfortándola.

- ¿Cuál es tu historia, Carlos?

Él se quedó pensativo, las ganas de hablarle sobre su vida quemándole. Quería aliviar un poco de la carga que llevaba, hablar con alguien de todo lo que le dolía. Además, presentía que decírselo a Lía seria catártico, ella sabía escuchar a la gente.

- Mi historia está entrelazada con la de Anya. No sé si me siento cómodo hablando sobre su vida también.

- Lo entiendo. No tienes por qué hacerlo si no quieres.

- No es que no quiera, Ninfa. En realidad, muero por hacerlo. Pero… ¿Cuánto te contó ella?

- Ja, ¿Qué crees? El mínimo posible. Pero, sí me contó sobre su matrimonio.

- ¿Te habló sobre Roberto?

- Sí. Le costó un poco, pero cuando se animó, parecía no poder parar de hablar. Creó que le hacía falta hacerlo, ¿sabes? Se estaba atormentado por lo que pasaba con Max, así que creo que hablar y recordarlo le hizo bien. Se dio cuenta de que no reemplazaba el uno con el otro.

- Él estaría muy contento de verla feliz, aunque sea con otro hombre. Tanto la había amado.

- ¿Se llevaban bien ustedes dos?

Se quedó callado, pensando en cuanta confusión habían creado su mentira. Fue necesario en su momento y no se arrepentía de haberlo hecho, pero ahora cuando todo estaba por terminarse, ¿Qué caso tenía seguir haciéndolo?




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