A. Alexa. Milena (#1 Cuentas pendientes)

2

Se había recuperado pronto del impacto, tenía que reconocérselo. Las miradas penetrantes le quemaban la espalda a medida que caminaba entre el gentío, pero los ignoró deliberadamente. Ella había rogado tantas veces por un poco de atención en ese pueblo infernal y ellos hicieron lo mismo. Caminó hasta la barra y esperó a que el hombre que la atendía le preste atención.

– Vodka. Puro. – el hombre arqueó una ceja, pero no dijo nada y pronto deslizó el vaso hacia ella. El champagne estaba bien, pensó, pero nada se compraba al ardor que le provocaba la otra bebida.

Novak se había quedado con Logan, discutiendo algo sobre la campaña. Presentarse a elecciones en ese lugar era una locura, tenían que andarse con cuidado. Ganar era prácticamente imposible, pero sus años al lado del ruso le habían demostrado que hasta lo imposible tenía su precio.

Frunció el ceño al sentir que ya no estaba sola en el rincón oscuro del salón que había adoptado como su refugio y viró un poco para observar a su acompañante. Sonrió de lado, nada decepcionada con la compañía.

El hombre que tenía en frente era la definición de... caliente.

Le quitó el aliento, algo que hace tiempo no le sucedía. Tratando de disimular un poco su reacción, apuró el líquido por su garganta, haciendo apenas una mueca. El hombre sonrió.

– Debo decir que estoy... impresionado. – se refería a su habilidad de tomar, pero eso no le impidió deslizar la mirada por la figura de la mujer que tenía delante.

Se removió un poco, tratando de no dejar en evidencia cierta reacción de su cuerpo, pero para Milena no pasó desapercibido. Con otra sonrisa encantadora, bajo la mirada apenas un instante, antes de volver a llamar al barman.

– ¿Me pones otra? – preguntó, después miró al desconocido debajo de las pestañas. – ¿Me acompañas? – él asintió, pero negó hacia el barman cuando se disponía de servirle lo mismo que a ella.

– Ponme una cerveza. – le dijo, sonriéndole a la mujer con disculpa. – Temo que soy una criatura de costumbres.

Milena soltó una risita, acomodándose un poco en la butaca, provocando que su escote se pronunciara un poco más. El barman dejó sus bebidas unos segundos después, mirándolos con incomodidad.

La había reconocido, pensó Milena. O simplemente la había visto llegar del brazo de Novak. Razones suficientes para que en ese pueblo la juzgarán, pero no le importaba. Estaba demasiado entretenida con la compañía.

– No lo había visto en la presentación. – tanteó, él hizo una mueca.

– ¿Ahora no me tuteas? – preguntó en cambio, tratando de desviar la conversación.

Ella no respondió, se concentró en beber de su copa, echando miradas hacia el salón de vez en cuando. Novak había desaparecido, pero reconoció unos cuantos de sus guardaespaldas por ahí, cuidándola.

– ¿Hace calor aquí, no? – se bebió el resto del vodka de golpe, levantándose. Se tambaleó un poco, pero el desconocido fue lo suficientemente rápido para agarrarla del brazo y evitar que cayera.

– ¿Estás bien? – Milena asintió, después negó, soltando una risita. El hombre sonrió a su vez, levantándose él también, dejando su cerveza olvidada. – Ven, vamos a que tomes un poco de aire.

Puso una mano en su espalda, para ayudarla a caminar. Fue un error garrafal, puesto que podía sentir el calor que emanaba la piel desnuda de la mujer a su lado, provocándolo aún más. Sorprendentemente, ella caminó sin tropezarse ni una vez más, pero no se pudo convencer de retirar su agarre.

Cuando salieron por la puerta lateral del club, el aire fresco otoñal les dio la bienvenida. Milena se estremeció un poco, pero ignoró el frío, caminó hacia la barandilla desde donde se podía ver el jardín del club. A diferencia del edificio, este si parecía cuidado.

– Pensé que este dinosaurio se me vendría encima en cualquier momento. – bromeó, haciendo alusión a la estructura. Se sorprendió al ver que él reía con ella.

Giró un poco la cabeza para enfocarlo mejor, ahí bajo la luz de la luna le parecía aún más guapo que en el interior. Se mordió la lengua al darse cuenta de que estaba a punto de decirlo en voz alta.

– ¿Te sientes mejor? – Milena trató de discernir si la preocupación en su voz era genuina, o solamente una actuación, pero luego decidió que no le importaba.

Asintió con la cabeza, deslizando con disimulo su anillo de casada en su bolsa de noche, decidiendo que sería un estorbo para lo que quedaba de la velada.

Internamente rezó para que no lo hubiera notado antes, pero era un riesgo que estaba dispuesta a asumir.

– Voy a dar un paseo. – sentenció, invitándolo con la mirada. Al ver que se debatía, batió las pestañas en un intento de seducción, antes de tomarle la mano.

Pudo ver el momento exacto en el que se rindió, apretando el agarre de sus manos y tirando suavemente de ella para empezar a caminar.

Milena giró una vez, averiguando si alguien los seguía. Sabía que los hombres de Novak estaban por ahí, pero le pareció que nadie estaba detrás de sus pasos. Al ver un hueco entre dos paredes de la construcción, jaló al hombre que la acompañaba hacia allí. El espacio era estrecho, haciendo que sus cuerpos colisiones.




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