Enzo estaba hablando de una operación exitosa que habían llevado a cabo, jactándose de su mente estratégica y de su fuerza y poder. A sus espaldas, Milena rodó los ojos pensando en si se daba cuenta de que hablando sobre eso a los cuatro vientos era una estupidez monumental.
— Disculpen la tardanza. — interrumpió su monólogo, rodeando su silla para volver a sentarse a lado de Novak.
Por el rabillo de ojo vio a Martín entrar, se preguntó porque de todos los días había decidido dejarse caer por el club justamente entonces. Todos sabían que evitaba ese lugar como la peste.
— Deberían venir a visitarnos a Italia. — ofreció Enzo con una sonrisa que todos sabían era falsa, pero que igualmente no quitaba de sus labios.
— Oh, nos encantaría. — aceptó, aunque sabía que aquello nunca ocurriría, jamás cometerían la insensatez de pisar el territorio de Enzo.
— Creo que deberíamos ponernos en camino. — habló Irina por primera vez en media hora. — Nikita quiere una reunión contigo antes de que regreses a Italia. — le recordó.
— Ah, Nikita, sempre pensando que puede manejar el tiempo de todos. Un giorno alguien lo va a tener que bajar de esa nube. — soltó una risa incómoda al darse cuenta de que sus palabras habían creado mucha tensión en la mesa. — Andiamo, Andiamo. — se levantó, apresurando a Irina y saliendo casi sin despedirse.
Milena se quedó pasmada por un segundo, luego soltó una carcajada.
— Idiota loco. — masculló, riendo con incredulidad.
— ¿Alguien entendió algo, cualquier cosa, de su verborrea? — exigió Logan.
Novak seguía tensó a su lado, que no dijera nada le preocupa. Deslizó la mano hasta la suya, llamando su atención.
— ¿Le acaba de amenazar a Nikita? — fue lo que dijo, mirando a cada uno detenidamente. Estaba tratando de tranquilizarse, pero no lo lograba.
— Creo que nos acaba de amenazar a todos de cien maneras diferentes. — acotó, frunciendo el ceño.
Ese era el problema con Enzo. Parecía un idiota engreído la mayoría del tiempo, pero nunca podías saber que andaba maquinando, a quien planeaba quitar del camino. Cada palabra suya debía tomarse con reserva, cada acción suya como una amenaza velada.
Y ese día parecía peor que nunca. Algo lo tenía alterado y eso se veía a leguas, aunque él trataba de ocultarlo.
— Creo que fue un acierto no proponerle esa sociedad. — aceptó Derja.
Era la que menos estaba involucrada en el mundo de la mafia, se dedicaba a su centro juvenil, pero eso no quería decir que no sabía cómo funcionaban las cosas, no por nada era la hija de uno de los jefes.
— Buena jugada, querida Milena. — estuvo de acuerdo Logan.
Novak estiró la mano para tomar su copa de vino, pensando brevemente en la estupidez de beber vino por el desayuno, y la alzó en el aire.
— Me uno a las felicitaciones, malena. Deberíamos seguir siempre tus instintos.
Ella le sonrió, mandándole un beso en el aire. Luego levantó su copa, instando a los otros dos que hicieran lo mismo.
— Que parezca que estamos celebrando algo. — les dijo y aunque no parecieron entender a qué se refería de inmediato, alzaron las copas en el aire, en medio de risas.
Milena sintió su mirada en la nuca todo el tiempo, pero no permitió que los demás lo notaran.
— ¿Qué sigue? — preguntó Derja después de que Logan fuera a buscar una botella de vodka y unas copas, para celebrar como era debido.
Milena se encogió de hombros.
— Vamos a concentrarnos en el debate y en el campamento.
— Que aburrido. — protestó Logan, haciendo un puchero.
— Enfócate. — Novak le dio una colleja, bromeando. — Sabes que Sotomayor te va a cobrar la humillación de la vez anterior, hay que estar preparados.
— Estamos preparados. ¿Verdad? — atisbó hacia Milena, buscando su confirmación.
— ¿Por qué me preguntas a mí? — la cara de Logan fue todo un poema.
— Tú eres la mente maestra detrás de todo esto. – ofreció como explicación.
— Y tú eres el experto en política. Por algo te elegimos a ti. Haz algo por ti mismo, cariño.
La carcajada de Derja resonó en todo el club.
— Parece que estás solito, cariño. — se burló.
— Calla, calla. — protestó este. — ¿Estás hablando en serio? — preguntó seriamente preocupado. — No tengo nada preparado, Milena, pensé que tú te harías cargo como la última vez.
— Ya, no nos vayas a llorar. — pidió, en parte molesta porque no se había tomado tan en serio sus obligaciones, pero también entendía que ella era la que insistía en tener todo controlado, no podía enojarse porque no tomarán la iniciativa. — ¿Cuál era el tema? — preguntó finalmente con un suspiro.