A. Alexa. Rescatados (#1 Santa Ana)

XVI

Llegó a casa de madrugada. Después de dejar a Isabella en su habitación, fue a ver a Francisco. No le gustó nada verlo agarrado a una botella como si fuese un salvavidas. Francisco había tenido problemas de bebida antes y no quería que recayera.

Su amigo le dio una sonrisa torcida y lo invitó a beber. Alejandro aceptó una copa por la simple razón de que él también necesitaba digerir todo lo ocurrido en la noche.

Sus entrañas se retorcieron al escuchar la versión de Francisco. Él conocía la de Isabella y conocía los problemas de Damián. Así que ahora todo tenía sentido, al menos para él. No quiso decirle a Francisco nada de lo que sabía. Se encargó de hacerle saber que su hermana se encontraba trabajando en su casa y que se encontraba segura en ese momento. Todo lo demás se lo tenía que decir ella.

Se fue directo a la cama, pero no podía conciliar el sueño. Escuchó los ruidos de una casa que se estaba despertando y decidió dar por perdida la noche de sueño y se levantó. Las cuatro mujeres ya estaban sentadas en el comedor y él se deslizó en la silla rogando que pasara desapercibido. No tuvo suerte.

- ¿Cuándo vuelve Isabella? – le preguntó su prima, él le había dicho que estaría ausente un par de días el día anterior; pero no especificó nada. Tal vez Érica tenía cosas que hacer y él ni siquiera le preguntó si estaba bien para cuidar de su hermana.

- Creo que se tomara unos días más. – en realidad él le había dejado una nota diciéndole que se tome el tiempo que quisiera, pero no tenía por qué decirle eso a su familia. – ¿Necesitas que busque una enfermera para estos días? – le preguntó a su hermana, ella le había hecho prometer que nunca más tomaría una decisión así sin consultarle.

Daniela y Érica negaron al mismo tiempo.

- En realidad, pensábamos en… hacer algo y nos preguntábamos si ella volvería para entonces. ­– aclaró Érica mientras un rubor cubría sus mejillas.

- Vas a tener que llamarla para preguntarle cuando vuelve.

 ¡Ahora los empleados deciden cuando van a trabajar y cuando no!— exclamó María, fingiendo sorpresa. Las muchachas la fulminaron con los ojos, pero ella no se inmutó.

— Está indispuesta y le di unos días para recuperarse. — era todo lo que diría sobre la situación, no era su historia para contar y tampoco la contaría delante de María.

 ¡Qué lindo ver cómo la consientes! — contestó con burla, mirándolo desafiante. Reacio a comenzar una pelea, no respondió, pero se limitó a observarla de la misma manera.

 Podemos desayunar en paz, ¿por favor? — Alejandro volteó a ver a su madre, que parecía disgustada por la escena, aunque no sabía por qué. Le sorprendió que no se pusiese de lado de su nuera, pero asintió con la cabeza y agradeció cuando el resto del desayuno pasó en silencio.

✨✨✨

El sol brillaba fuerte y le lastimaba los ojos. Se levantó para cerrar las cortinas, pero se detuvo en seco al ver donde estaba. Lo sucedido la noche anterior la golpeó como un tren y tuvo que agarrarse de algo para no caer.

Francisco estaba ahí.

Su hermano estaba en el mismo pueblo que ella.

Habían hablado.

Él estaba lastimado y ella lo cuidó.

Y después él huyó como un cobarde.

Estaba en la habitación de hotel donde la trajo Alejandro. Era temprano. Había dormido solo un par de horas y se sentía agotada mental y físicamente. Vio un papel doblado en la mesa y se apresuró a ver que era. Una nota.

      Tomate el tiempo que necesites. El trabajo puede esperar.

      Él está en el hotel. Cuarto 2010. Ve a verlo cuando estés lista.

      “Cada historia tiene dos lados. Hay que escucharlos ambos para sacar     conclusiones.”

Con cariño, Alejandro

Acercó la nota a su corazón y fingió no darse cuenta lo estúpida que parecía. No le gustaba la idea de no ir a trabajar, porque así tendría más tiempo para pensar. Pero también sabía que en el estado en el que se encontraba no era capaz de cuidar de nadie. Pensó sobre la última frase que escribió Alejandro. ¿Acaso él sabía algo que ella no? O tal vez lo decía por decir. Pero no podía olvidar que era amigo de su hermano.

¿Quería ella escucharlo? La noche anterior él había hablado de Italia y de cartas y otras tonterías, pero no se detuvo a pensar un segundo en porque diría algo así. Había asumido que estaba mal. Pero las palabras de Alejandro lograron sembrar la duda y no podía dejar de cavilar.

Horas más tarde había tomado su decisión. No podía vivir con la duda por el resto de su vida. Así que iba a ofrecerle su corazón en una bandeja de plata y va a mirar como lo rompía de nuevo. Estaba acostumbrada.

Francisco abrió la puerta y la miró sorprendido. Había ido a buscarla a ese maldito lugar, pero le dijeron que se había ido la noche anterior. Sintió la desesperación apoderarse de él, cuando en un rincón lejano de su mente recordó las palabras de Alejandro:

- La traje aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.