A. Alexa. Rescatados (#1 Santa Ana)

XL

- ¿Qué tal este? - estiró la mano fuera del armario, mostrándoles uno de los vestidos, esperando que le ayudaran a elegir.

- Demasiado... negro. - soltó una carcajada ante la respuesta de Valeria. Si bien le resultaba difícil elegir un atuendo para ocasiones formales, con ella ayudando se convertía en un imposible.

- Es el séptimo vestido que rechazan, y eso que no me dieron siquiera la oportunidad de probar alguno.

Pero hoy es una ocasión muy especial. – repuso Carla, que estaba acompañándolas en la difícil tarea de elegir que ponerles, poniéndole ojitos de enamorada y una sonrisa soñadora.

- Es simplemente una fiesta, donde va a haber mucha gente importante, pero una fiesta al fin y al cabo. ¿Qué tiene de especial? – preguntó, aunque estaba consciente de lo tonta que había sonado. Era un mantra que se repetía desde hacía días, pero ni ella misma llegaba a convencerse de sus palabras.

- Querida, tienes que estar deslumbrante hoy. ¿Vale? Así que ponte las pilas y busca. Además, no puedo creer que no hayas querido ir para comprar algo, es como un crimen, ¿verdad, Carla? – la otra mujer asintió sería e Isa sintió ganas de estrangularlas.

Entre el trabajo, las niñas, la terapia y todo lo acontecido con Damián no había tenido ganas de ir de compras, además su armario era bien surtido de vestidos de noche que nunca se había probado siquiera. Su madre se había encargado de ello cuando apenas regresó, al principio fue como una especie de terapia para ella, reponerle todo de lo que fue privada por tantos años. Después, simplemente se volvió en una costumbre que Isa no quiso reclamarle.

- ¿Por qué no vas y buscas algo tú? – le espetó, pero al ver la sonrisa entusiasmada de Valeria se arrepintió inmediatamente, ¿en qué se había metido?

La muchacha desapareció entre las puertas del armario y pasaron varios minutos antes de que diera señales de vida. En ese tiempo Isa se limitó a observar el vestido demasiado negro que aún tenía en las manos.

- Aún no veo cuál es el problema con este. – musitó y Carla la miró con una sonrisa.

- Créeme que no hay vestido en la tierra que será suficientemente bueno para ella hoy. Está demasiado abrumada con que tenga que ir, está canalizando todo en esto. – le explicó e la otra mujer frunció el ceño, sopesando si era verdad. Podría ser, concluyó.

Un grito de emoción las sobresaltó y Valeria salió triunfante con un vestido celeste con lentejuelas.

- Estaba bien escondido ahí atrás. – explicó, con una sonrisa brillando en su cara. - ¿A qué es perfecto?

Carla asintió de inmediato, a ella también le gustaba el vestido. Isa se tomó un segundo para mirarlo, no lo había visto mientras buscaba, pero no podía negar que era hermoso.

- Sí. Hay que ver cómo me queda. – repuso, pero Valeria ignoró su comentario con un ademán.

- Ve, ve a ponértelo, que quiero ver.

Isa tomó el vestido de sus manos y se adentró en el baño, buscando un poco de privacidad.

- Por favor, dime que tú ya tienes el tuyo. – gritó, suplicando en silencio que fuera así y que no tuviera que vivir esa tortura de nuevo.

- Claro que lo tengo. – repuso la muchacha, en tono obvio.

✨✨✨

Entrar del brazo de Alejandro se sintió más raro de lo que pensó que sería. Todas las miradas se posaron en ellos, pero no estaba segura si era porque él era el heredero de la empresa homenajeada o si se trataba de ella. Se sorprendió al darse cuenta de que no le importaba el porqué. Divisó a su familia en un rincón y eso le infundió un poco más de fuerza.

- ¿Estás bien? - le susurró Ale mientras un fotógrafo les tomaba unas fotos.

- Excelente. - le respondió de la misma manera, pensando en que era verdad.

El miedo que la oprimía había desaparecido en algún momento, tal vez porque la vida le había demostrado que había cosas mucho peores que unos cuantos murmullos de la gente que no la conocía, o tal vez porque estuvo a nada de morir y ahora estaba decidida a ser feliz y disfrutar esa segunda oportunidad.

Se acercaron al rincón donde estaban los Montenegro y Daniela se apresuró para darles un abrazo a ambos. Isa la retuvo un instante más del necesario, necesitando de ese contacto afectuoso.

- Te ves hermosa. - le dijo a la muchacha cuando se separaron.

Parecía resplandecer en su vestido color champán, tan diferente a su estilo habitual. Parecía toda una mujer e Isa tenía una buena idea de quién era el responsable para tal cambio.

- Igualmente. - repuso la muchacha.

Isabella aprovechó que Alejandro había dejado de hablar con sus padres para saludarles ella también. Su padre le dio un abrazo un poco torpe, mientras Carolina la saludó con dos besos en la mejilla. Si el acto sorprendió a sus hijos, nadie tuvo el mal tino de mencionarlo.

Permaneció al lado de su novio mientras la gente pasaba por ahí felicitándoles por la fecha. No iba a negar que varias veces, al reconocer a alguno de los recién llegados, se tensaba por el miedo a que alguien le dijera algo, pero al parecer su madre había tenido razón al decirle que bajo el amparo de un apellido poderoso nadie se atrevería a decirle nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.