A Flor de Piel.

Capítulo seis: flores nacientes.

 

Ha pasado ya el horror, los eternos cuarenta segundos de su trompeta irrumpiendo en el silencio y expectativas de la sala.

 

Apenas escucha su propia respiración junto con los latidos propios retumbando en sus oídos. Todos síntomas de aturdimiento o quizá, el aturdimiento es la seña de un ataque de pánico. 

 

—Muy bien, Ëlla, veo que ajustó lo objetado, de todos modos, iga practicando, siempre puede ser mejor— Es el veredicto del hombre, la voz siempre neutral.

 

Ëlla asiente, se deja caer en su silla y suspira pesadamente. No es que no haya sido bueno cumplir, quizá esperaba un poco más de ¿Halagos?. Y aún así la gente tiene la audacia de llamarla la ‘Trompetista estrella’  por encima de un compañero de último año; a su parecer este no es el trato que se le da a la estrella de una sección, pero si lo piensa bien, ese podría ser la felicitación menos despectiva que ha escuchado de la boca de Mr. Athens.

 

O quizá los chicos de la banda del bar la han mimado demasiado. La banda. Ya van a ser tres años desde que su tío consiguió que el dueño del local y también vocalista de esta agrupación de jazz tomará cuatro minutos de su tiempo para escuchar a una Ëlla de apenas catorce años subirse al pequeño escenario del establecimiento, y desafiar a los demás músicos a tocar el icónico ‘Flying home’ de Benny Goodman e incluso atreverse a contribuir a la pieza con una improvisación, al día de hoy, Martin, el pianista sigue lamentando la falta de público de aquella ocasión.

 

Es claro que la carencia de un trompetista dispuesto a recibir menos de la mitad de un salario mínimo, es la razón por la cual Ëlla, despreciando su minoría de edad, terminó siendo contratada, aunque su jefe siempre insistirá con la frase de ‘Quiero músicos seguros de su talento en mi banda, extraordinarios si es posible; y si una niña de catorce es capaz de demandar una pieza a un montón de vejestorios expertos, entonces esa es la niña que debe tocar los solos de trompeta’.

 

No es que Ëlla no crea en sus palabras, pero si no fuera por el dinero, el hombre no correría anualmente el riesgo de ir a la cárcel por emplear menores. Con suerte han logrado esconder a Ëlla bajo mostradores y barriles de vino, pero todos saben que con su creciente altura pronto será tiempo de buscar una nueva estrategia.

 

Y su estatura no fué lo único en crecer en esos años, la paga y sus habilidades también lo hicieron. Después de más o menos un año el nombre ‘Ëlla Stanley’ comenzó a ser conocido por el bar y el pequeño mundillo musical conformado por viejos alrededor de este. Mr. Athens que resultó ser un cliente frecuente fué quien le ofreció audicionar para ingresar a la academia de Artes Blumenkunst.

 

— ¿Yo? ¿En una banda sinfónica? No lo creo, el jazz es mi estilo.— Fue lo que Ëlla había dicho.

 

— Si de verdad deseas vivir de esto y ser exitosa debes tener una educación musical real, aprende lo sinfónico, pule ese sonido tuyo. Pero si tus planes son tocar Benny Goodman en bares de mala muerte entonces adelante, continúa aquí desperdiciando cualquier talento que puedas tener. No serías el primer músico que veo terminar como vagabundo.

 

Al final arrastró a Magnus a aplicar también en el programa de dibujo. Fué bastante difícil en realidad, no ayudaba que el juez resultara ser Mr. Athens, que, contradiciendo un poco, o más bien, probandole, se mostraba reacio a aceptar argumentando que no quería el sonido burdo y callejero de una trompetista de jazz en su banda.

 

Hey, eso estuvo genial, sinceramente esperaba que te desmayaras aquí mismoRowan la saca de su ensoñamiento.

 

Ah, si, graciasSin siquiera mirarle responde.

 

Pasan un par de minutos donde el director revisa las partes de otras secciones, afortunadamente el final del ensayo llega sin oportunidad de tocar en conjunto una última vez.

 

Bien, eso es todo por hoy, pueden irse y no olviden limpiar el salón, recuerden practicar, el concierto de final de trimestre está muy cerca y quiero todo impecable. Hasta la próxima semana.

 

Esa es la despedida de su maestro que sin ceremonias se retira del lugar. 

 

El concierto, eh. Me pregunto si ella va a poder manejarlo.

 

══════════════════════════════════════

Hey, ¡Magnus! un huracán llamado Gabriel sacude fuertemente al pobre rubio, quien gozaba de una tranquila lectura en el jardín.


 

Su paciencia y tranquilidad no se dan por perdidas, pues recibe con una agradable sonrisa a su amigo. Verlo poco a poco ganando confianza le da emoción, aún recuerda al chico que se moría de vergüenza con tan solo verlo a los ojos.

 

—¡Hola! ¿Qué tal tu día? Le pregunta mientras se mueve un poco hacia un lado para hacerle un lugar.

 

— Todo muy aburrido, en realidad. En todas las asignaturas que vi hoy, dejaron tarea — hace pucheros con una actuada cara desolada.

 

— Jajaja, así siempre son. No te preocupes por eso, podemos reunirnos un día y hacer tareas juntos. Así quizá sea menos aburrido. 

 

— Me parece una buena idea. — Gabriel responde en un tono amistoso, pero intentando disimular la emoción que le genera esta propuesta. — Por cierto, perdón por interrumpir tu lectura, ¿es el libro que nos recomendaron para hacer el proyecto? ¿no? ¿Qué tal está?

 

—  Sí, lo es. No es muy interesante la verdad, se siente como que saltan de una parte a otra muy repentinamente, como si de verdad no hubiese pasado algo ahí. 

 

— Sí, hay muchas cosas que no han sido reveladas...—  El peliblanco mira hacia otro lado, incómodo. No está listo para esta conversación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.