Toda la familia se encontraba reunida para la cena de Navidad, un momento en el que todos podrían estar unidos disfrutando de una gran noche, entre risas, alegría, exquisita comida y mucho más.
—Mamá, ¿a qué hora llegará Papá? — preguntó la pequeña al lado de su mamá, mientras esta buscaba algo en la alacena.
—Pronto, mi niña, no te desesperes — se dedicó un momento para brindarle una sonrisa a su hija—. Dani, lleva a tu hermana a la mesa.
—¿Necesitas ayuda con algo más, mamá? — comentó el niño que estaba sentado en un banquito observando a su mamá y hermana.
—No, mi niño, solamente que la lleves.
—Como órdenes, mamá — el pequeño tomó la manito de su hermana y así la llevó al comedor.
Transcurría el tiempo y el papá de la pequeña no llegaba. La familia se encontraba platicando en la sala, algunos contando anécdotas del pasado, otros platicando sobre los viajes más fabulosos que han tenido, entre muchas cosas más. Por otro lado, los niños se encontraban jugando en el patio esperando la hora para intercambiar los regalos.
Mientras tanto, la mamá de la pequeña se encontraba preocupada ya que su esposo no había dado señales de vida desde la tarde que salió a buscar un regalo muy especial para su hija. La mujer sentía una opresión en el pecho que le impedía respirar bien, pero ella trataba de disimular lo más que podía. Optó por ir a buscar un vaso de agua, lo cual le informó a los familiares que estaban con ella en la sala.
—Iré por un vaso de agua, en un momento vuelvo.
Ellos asintieron y siguieron con sus pláticas, mientras la ya mencionada entraba a la cocina en busca de su vaso con agua. En ese momento, recibió una llamada la cual contestó de inmediato sin poner atención a quién se trataba; ella solo quería escuchar la voz de su esposo y saber que estaba bien.
En la llamada:
—Lyon, ¿ya estás en camino?
—Disculpe, ¿usted es la esposa del señor Lyon?
—Sí, soy yo.
—Soy enfermera del Hospital Ángeles. Su esposo está muy grave; lo acaban de traer de urgencia. Necesitamos su presencia para firmar unos documentos y poder operarlo. — Al escuchar aquello, la mamá de la pequeña soltó el vaso que sostenía en la mano, y este, al caer, se hizo pedazos. La noticia la había dejado muda. Los demás familiares, al escuchar el estruendo del vaso, fueron hacia la mamá de la pequeña Daenerys, y el hermano menor del señor Lyon contestó la llamada al ver que la mujer de su hermano no reaccionaba. Él indicó que lo fueran operando, que no tardarían en llegar, y así cortó la llamada.
La mamá de la pequeña niña aún seguía en shock; estaba temblorosa y en un profundo llanto, aún no creía lo que le habían dicho. El solo pensar que su esposo podría morir era algo que ella no podía soportar.
Por otro lado, la madre del señor Lyon, al escuchar la noticia, se desmayó de la impresión.
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En el Hospital
El señor August, al llegar a la recepción, preguntó por su hijo, el cual ya tenían en quirófano. Por otro lado, llevaron a la señora Leni a uno de los cuartos para recibir atención médica.
Horas pasaron y no tenían información de ninguno de los dos. La madre de la pequeña solo daba vueltas en el pasillo y rogaba para que todo saliera bien.
—Familiares de la señora Leni y Lyon.
—¿Cómo se encuentran? —preguntó de inmediato el abuelo de la niña.
—La señora Leni ya se encuentra estable, y al señor Lyon ya lo trasladamos a un cuarto. Ahora mismo él pide hablar con la madre de sus hijos. — La mamá de la pequeña limpió sus lágrimas y se acercó al doctor —. La enfermera le indicará cuál es la habitación. — Ella asintió y comenzó a seguir a la enfermera.
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—¿Cómo te sientes, amor?
—Bien — dijo casi en un susurro.
—No hables, mejor guarda tus fuerzas.
—¿Los niños? ¿Dónde están?
—Se quedaron en la casa esperando que volvieras.
—Que los traigan de inmediato, necesito verlos. — La mamá de la pequeña solo asintió y se fue a ordenar que trajeran a sus hijos. Dos horas después, los llevaba el Beta de Lyon. La niña estaba hecha un mar de lágrimas al ver el estado de su padre.
—Papi, ¿estarás bien?
—No llores, princesa, estoy bien. — Sonrió levemente para hacer sentir bien a su hija.
—Papi, ¿regresarás a casa?
—Daniel, sube a tu hermana aquí. —El niño obedeció y la subió a un lado de la camilla —. Princesita, probablemente no nos volveremos a ver.
—¿Por qué, papi?
—Porque estaré con tu hermano mayor, cuidándote desde el cielo.
—Lyon, no digas eso, saldrás de aquí. — El papá de la pequeña ignoró lo que había dicho su esposa.
—Princesita, quiero que me prometas que no dejarás que nada ni nadie te dañe porque tú eres una guerrera; nada podrá detenerte. Cumple todas tus metas, nunca olvides quién eres, de quién eres hija y cuídate bien de las personas que están a tu alrededor. — Tomó la mano de la pequeña —. Habrá personas buenas que estarán contigo en los buenos y malos momentos; esas son las que realmente valdrá la pena que estén en tu vida. Te darán cariño, comprensión, amor, fuerza, consejos, entre muchas cosas más. — Su padre sonrió levemente, pero estaba llena de sinceridad —. También habrá otras hipócritas e interesadas que fingirán quererte solo para obtener un beneficio propio; otras, las cuales querrán acabar directamente contigo para obtener el poder especial que se mantiene en ti. No eres como yo o como tus abuelos; tú eres única y especial. Prométeme que aprenderás a controlar los dones que te ha brindado la Diosa Luna y también prométeme que aprenderás a diferenciar entre las personas que acabo de mencionar y que solo buscarás lo mejor para ti, sin importar a quién tengas que lastimar para mantenerte a salvo, porque yo no estaré para protegerte, mi lucesita. — Limpió las lágrimas que recorrieron por las mejillas de la pequeña y esta asintió.
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Editado: 26.04.2025