Después de escuchar sus palabras, me quedé callada un momento. La vez que lo vi en el río, olía a un humano común. Nunca creí que fuera diferente, por así decirlo.
—No sabía que ese señor tenía hijos.
—Tiene dos —lo escuché mientras me subía al asiento del copiloto y él ponía sus manos en el volante.
—Ahora veo por qué me dejó con ellos.
—Él es al... —lo interrumpí.
—Sí, también lo noté, aunque al principio no estaba segura.
—¿Por qué no estabas segura?
—Porque la primera vez que lo conocí, no olía como ahora.
—¿En dónde?
—Cuando fui de picnic con las chicas, lo encontré en el río.
—Ahora que vivirá contigo, evita lo más que puedas hablar o estar cerca de él y no preguntes por qué. —Así como dijo, no pregunté nada. El camino fue silencioso y hasta un poco incómodo.
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—Listo, llegamos a la cárcel.
—Ya quiero que sea fin de semana para ir a la otra prepa —confesé.
—Lo sé, en aquella tenemos libertad para mostrar quiénes somos, y aquí nos tenemos que contener por los humanos.
—Lo malo es que estoy aquí solo porque mi mamá así lo quiere, pero, en fin, aquí nos separamos. Tengo que mostrarles algo a las chicas.
—Voy contigo. —Lo miré como diciendo: ¿por qué?
—Te dejaré en la puerta, nada más.
—Yo creí que irías de chismoso.
—Los chismes no se llevan conmigo. —Me llevó al salón tomados de la mano para después despedirnos.
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—¿Y las demás? — pregunté mientras me sentaba al lado de Anette.
—No vendrán.
—¿Y eso?
—No sé, andan raras.
—Después les pregunto.
—Tienes algo que mostrarme, ¿cierto?
—Sí. —me alcé la blusa de un costado para mostrarle la costilla, aprovechando que solo estábamos nosotras dos— ¿Qué opinas?
—Literalmente son los cuatro elementos.
—Sí, solo espero que salga la oportunidad para usarlos. —me acomodé nuevamente la blusa y ella asintió
—Hola, hola señoritas, ¿cómo amanecieron? ¿Qué cuentan? —dice mientras se acerca a nosotras—. ¡Qué calor tan fuerte está haciendo el día de hoy!
—En lo personal, yo no siento calor. —respondí.
—Y yo me quiero meter en una tina con hielo.
—No exageres, Axel.
—No es exageración, es que en serio siento que me voy a derretir.
—¿Será que el infierno está reclamando tu presencia? —comentó Anette.
—Shh, ¿cómo te atreves a decir eso de mí? Yo soy un angelito.
—Con cuernos y cola. —le contestó con una pequeña risita y sí, comenzó una pequeña discusión entre ellos mientras yo solo los miraba con diversión. Cuando estos dos se pelean, es mejor no meterse, pero al mismo tiempo es un juego que los divierte y también a quien los ve.
—Ahí está. —observé la puerta al escuchar esa voz desconocida que también sirvió para que las personitas que estaban peleando se callaran y miraran en la misma dirección —. Fue un gusto conocerte, hasta pronto. —dijo el chico haciéndose a un lado para dejarnos ver a la persona que estaba detrás de él, pero no es nadie importante, solo es Bastian.
¿Qué hace Bastian aquí? ¿Acaso me va a vigilar hasta en la escuela? Esta vez sí se voló la barda, la señora Noemí como se atreve a tenerme vigilada aquí también
—Si solo viniste a vigilarme por mandado de mi mamá, por favor vete, porque yo no voy a tener guardaespaldas.
—Ni quien quiera vigilar a una mocosa como tú. No puedes tener nada de interesante como para gastar mi tiempo en ti. —se acercó a mí de mala gana— Mi hermana me obligó a traerte el celular. —me lo entregó
¿Si tú hermana ya no estaba cuando me fuí como te obligó a venir? Eso es una excusa barata
—Ya lo entregaste, ahora vete, porque mi campo de visión es muy valioso para gastarlo en personas desagradables.
—Mi tiempo es tan valioso que no lo gastaré en discutir con una mocosa. —dio la vuelta y caminó en dirección a la puerta
—Ni el mío en ti, pulgoso. —alcé la voz para que me escuchara. Se detuvo un momento en la puerta como si pensara en responderme algo, lo cual no hizo porque siguió su camino.
—Necesito detalles, ¿quién es? —la voz de Anette me sacó de mi trance, ya que me había quedado mirando fijamente la puerta por donde salió.
—Es hermano de la chica que me cuida.
—¿Desde cuándo?
—Apenas comenzó hoy.
—¿Felix lo vio? —preguntó Axel con una repentina seriedad.
—Pues sí. —lo miré confundida— ¿Qué tiene que lo haya visto?
—Nada... Solo curiosidad.
Ajá, ¿y qué dedo me chupó?
—Cuando haces preguntas, no solo es por preguntar. Suelta la sopa, Axel. Te conozco bien.
—Que no es nada, venadita. —tomó su mochila y se fue a los asientos del fondo, ya que venían entrando los compañeros con el maestro.
—Abran sus libros en la página 33 del libro de química. —comentó el maestro y puso algo en el pizarrón.
Al pasar una hora, el maestro dijo que podíamos salir, ya que la maestra de biología no vendría a dar clases el día de hoy por problemas personales. Si queríamos, podíamos ir a desayunar en ese momento, pero yo mejor me fui a sentar en las gradas que están por el campo de fútbol. Casi todos estarían en clases, a excepción de mi grupo, así que era perfecto porque no habría muchas personas. Sin embargo, mi tranquilidad se vio arruinada porque la voz que resonaba en mi cabeza...
★Abre el link★
†Daenerys, quiero salir un rato. Estoy aburrida.†
Aquí no puedo hacerlo, tienes que esperar hasta la noche.
†Es injusto.†
Yo también pienso eso, Evil, pero no puedo hacer nada para cambiarlo.
†¿Mínimo me dejarías ver a Kristian, aunque sea de lejos?
Déjalo, lo busco.
★Cierra el link★
Bajé las gradas y comencé a buscarlo por toda la escuela. Observé disimuladamente dentro de los salones, pero no se encontraba en ninguno. La única parte que me faltaba era el comedor de la escuela, así que fui allá, pero tampoco estaba. Suspiré pesadamente al rendirme y me senté en una de las mesas que se mantenían disponibles.
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Editado: 26.04.2025