Asha
—Iré a revisar que Daenerys se encuentre bien.
—¿Tiene alguna enfermedad?
—No es algo que tenga por qué decirlo. —Subí uno de los escalones.— Solo avísame si notas algo distinto en ella.
—Si no sé qué es lo que tiene, no sabré cómo ayudarla.
—No intentes involucrarte en algo que es ajeno a ti. —Lo miré por última vez antes de seguir subiendo las escaleras.— Puedes salir lastimado... —Dije en un susurro para mí misma. Al llegar, toqué a su puerta, pero al no haber una respuesta, entré sin avisar. La chica estaba acostada durmiendo cómodamente mientras abrazaba una almohada, por lo cual solté un suspiro de alivio.
—¿Cómo es que una niña tan linda puede soportar tanto a tan poca edad? —Me senté a su lado, pero con el debido cuidado para no despertarla.
—Lo mismo me he preguntado, pero no encuentro la respuesta a mi pregunta. —Di un pequeño brinquito en mi lugar al escucharla contestar.
—Disculpa, no te quería despertar.
—No tienes por qué disculparte, no estaba dormida. —Dejó la almohada en su lugar y se sentó frente a mí. Por curiosidad miré sus brazos, ya que se podían notar aquellas marcas que había comentado la señora Noemí. Escuché un suspiro por parte de Daenerys, por lo cual desvíe la mirada; no quería incomodarla.— Soy el fenómeno de la familia, aunque a veces no está tan mal serlo. —Sonrió falsamente.— El que algunos teman hace que no me molesten en lo absoluto. Por cierto, este símbolo es nuevo. —Me mostró su brazo derecho, en el cual quedaban espacios por llenar. Admito que quisiera tocar cada uno, pero no sé si eso le moleste.
—¿Y no sabes qué es lo que las causa?
—No, mi madre no me ha dicho nada al respecto y, aunque he investigado, no encuentro la solución. —Las miré con atención hasta que pude reconocer una.
—El del cuello es de una antigua manada de zorros que provenían del norte, pero en la guerra de especies se extinguieron.
—Lo sé, leí todos los libros que tenía mi papá en su biblioteca. Contaban las historias de nosotros y de otras cuantas razas, el porqué habían desaparecido, rivalidades, muchas cosas, pero ninguna me aclaró el porqué de los símbolos en mi cuerpo.
—¿Y las demás sabes de qué son?
—Lobos, elementales, demoníacos, y estos son de clanes de vampiros. Todos y cada uno de ellos extintos. Solo sé que en su época eran de los más fuertes e importantes. Hasta ahora, nadie ha logrado hacer lo que ellos. —Cada una fue desapareciendo de su piel; no se veía rastro de que allí estuvieron hace unos segundos.— ¿Sientes miedo? —Su pregunta me tomó un poco por sorpresa. ¿Podía sentir miedo de ella? No la veo como un peligro; al contrario, solo es una criatura en busca de saber qué es y a dónde pertenece.
—¿Por qué debería tener miedo?
—Todas las personas que se han hecho cargo de mí temían que les hiciera algo. —Se puso en pie y se acercó al espejo que estaba junto al armario.
—A pesar de que solo llevo unos días aquí, sé que puedo confiar en ti con los ojos cerrados. —Dije cálidamente, pero a ella pareció no convencerla, y sé el porqué de su desconfianza.— Si necesitas ayuda con las investigaciones, solo dime. Confía en mí como esa vez lo hiciste. —Ella me miró algo confundida, pero solo me limité a sonreír antes de salir de su habitación. Una vez estando abajo, tomé mi bolsa y busqué a mi hermano, que estaba en el patio de atrás.
—Hermanito, iré a buscar algunas cosas. En un rato regreso y, por favor, pórtate bien. Cualquier cosa me avisas de inmediato. —Revolví su cabello, lo cual sé que no le gusta, pero como soy la mayor no me dice nada.
Bastián
Al ver que Asha ya se había ido, saqué mi celular y me puse a ver fotos de hace algunos años, las cuales conservaba como si de un tesoro se tratara. En mi mente creé un mundo donde esa persona no se fue y yo me atreví a acercarme desde que la vi por primera vez. Tal vez ahora estaría conmigo siendo amigos o algo más, pero no unos desconocidos.
Los años han pasado y no he podido sacar ese sentimiento de mi pecho. Mi hermana dice que se ha vuelto una obsesión, pero yo solo sé lo que siento. Sonará absurdo ya que era un mocoso, pero es mi primer amor; por eso siempre la llevo en el corazón. Nunca hablé con ella, siempre la observaba a distancia. ¿Por qué? Por ser un cobarde. El simple hecho de que ella estuviera a pocos metros me ponía tímido, sentía pena, nervios; era una mezcla de emociones que, aún cuando pienso en ella e imagino cómo podría ser, puedo sentir.
Ahora entiendo que debo resignarme a perder, pero ¿quién no lucha por lo que quiere? Debo intentarlo aunque sea una vez. Muchas veces escuchaba a mi hermano lamentarse por no haberse confesado, y yo solo me reía, aunque por dentro sabía lo que se sentía.
"Es tan triste tener cerca algo que deseas con todo tu ser, pero no puedes tocarlo porque no eres merecedor de él."
No supe cuánto tiempo pasó desde que se fue mi hermana; solo sé que está comenzando a oscurecer y no ha regresado.
—¿Qué haces? —Al escuchar la voz de Daenerys, apagué mi celular casi como si hubiera sido un chico descubierto por sus padres viendo pornografía, aunque traté de hacerme el disimulado.
—Nada, solo veía cosas...
—¿Qué tipo de cosas? —Se podía notar la curiosidad en su voz.
—Pues cosas... —Al ver que no diría nada, pareció ya no importarle.
—¿Y Asha?
—No sé, solo dijo que buscaría unas cosas.
—Ah, ok... —No dijo nada, solo se acercó al lobo que estaba echado al lado de su casita. Ella se sentó a su lado y el lobo puso su cabeza sobre las piernas de su dueña.
—Mmm... ¿Desde cuándo vives aquí? —Me sentía incómodo estando en silencio.
—Hace 6 años.
—¿De qué país eres?
—Nací en Alaska.
—Ya veo, ¿tus padres son de allá?
—Mi papá sí lo era, mi mamá no. —Contestó mientras acariciaba al lobo.— Cuando mamá viajó a Alaska, conoció a mi papá, se enamoraron, tuvieron hijos y yo fui la última.
#4495 en Fantasía
#1702 en Personajes sobrenaturales
amor mentiras odio amistad traición, anhelos drama misterio secretos deseo, dudas despedidas romance comedia
Editado: 26.04.2025