Mordisquee los bordes de mi pulgas, mientras esperaba a las afueras del restaurante.
Como sea hoy tenía que lograr un avance. No importaba cómo, pero debía conseguir empujar a Cinthia y a Eliot más cerca. Tan cerca como para reproducir a un niño.
La mera idea me produjo nauseas.
¿Adónde se está yendo mi mente, por el amor a Dios?
Sacudí la cabeza desaprobando mi propio hilo de pensamientos, sobándome un poco la barriga por el riesgo de vomito.
Claro que quería que estuvieran juntos.
Bufe y el propio sonido de la acción filtrada involuntariamente me hizo revisar los alrededores ya que no quería parecer una demente que sostiene conversaciones con su subconsciente. Segura de que nadie me había visto, continúe divagando.
Como sea.
Quería hacer explotar las chispas del amor y que Cupido se sintiera amenazado ante mi presencia.
Aunque a ese extremo, sin embargo, no podía saltarme tantos pasos en unos pocos días.
La inactividad por parte de Eliot los días siguientes al encuentro en el campo de golf me tuvo caminando por las paredes cual posesa.
¿Qué es este nivel de tranquilidad cuando tenemos por delante una misión sumamente importante que cumplir?
¿Es que soy la única que se preocupa?
Hoy, al recibir una llamada a primeras horas de la mañana, me recordé que esto no podía tardar más de lo que había planificado. Tenía más responsabilidades por atender en mi bandeja.
Uno de los niños, Toby—el más pequeño además—sufrió un tropiezo con sus propios pies y cayó directo sobre su barbilla. Auch. Gigantesco Auch. El llanto imparable me azotó el canal auditivo y me levantó de la cama en segundos. El pobre terremoto lloraba desconsolado pidiendo verme porque temía recibir los puntos sin mi presencia. Pese a su estrecha relación con Alina, quien es la segunda al mando en la casa hogar, era yo quien siempre estaba con ellos, en todo momento y en toda situación. No era menos que me pidiera entre gruesas lagrimas y balbuceos ininteligibles que fuera cuanto antes a sostener su mano mientras el doctor lo pinchaba con una—tan grande como un T-rex, describió él— aguja.
Mi corazón fue estrujado en el sitio y todo mi pecho se comprimió al escucharlo pedir por mí. Alina hizo sus mejores esfuerzos para manejar la situación, sin embargo no fue hasta que nos conectamos en una videollamada que el llanto se apaciguo ligeramente.
Alina y yo casi no pudimos hablar ya que Toby acaparó mi atención entera. Tampoco la llamaría porque sabía que eso aumentaría mi preocupación. Confiaba en ella a ojos cerrados y con certeza podía asegurar que llevaba la administración y los cuidados de la casa hogar de maravilla.
Ahora... Ahora mismo estaba en una misión. Una que debía acabar para poder retirarme sin ningún pendiente por lo que no me lo pensé mucho más al terminar la llamada con Toby y Alina. Mis dedos se movieron por si solos escribiendo un decisivo mensaje de texto.
El mismo que me trajo a mi paradero actual.
Había citado a Cinthia para tener un "almuerzo de hermanas". O al menos, esa fue la tonta excusa que utilicé. No sabía cómo Cinthia no tenía ninguna sospecha de mis segundas intenciones al utilizar palabras tan poco usuales en mi vocabulario.
Y es que eso no fue lo peor de todo.
La cantidad excesiva de emojis que escogí arrojarle al final debería haberla enviado a una cirugía de retina. Cada vez que veía el mensaje mi cuerpo se removía. ¡Pero tenía que hacer algo, no podía perder más tiempo!
De cualquier manera, tuve éxito y es así como espero su llegada para iniciar la segunda fase de mi plan.
La implantación.
Tan mal como suena, espero que funcione.
Tenía que admitir que conocía muy poco o nada sobre el amor. Tanto que podría decir que mi experiencia era la misma que la de un niño cursando la primaria... y eso es un insulto directo a la vida amorosa de los infantes.
Raras veces había logrado algo con alguien, y no es porque tuviera problemas entablando relaciones, es que era demasiado despistada como para darme cuenta que alguien estaba interesado en mí, y por supuesto, en estos tiempos donde la reproducción para la subsistencia del ser humano es tema de primicia, todos parecen haberse deshecho de su paciencia y no tienen la sutileza de hacértelo saber a tiempo. Te superan en un santiamén y se buscan a alguien con más astucia, y aunque no los podía culpar, sería increíble que las personas volvieran a los coqueteos lentos y tranquilos.
Solo que, una disculpa ante todo, ese no sería el caso para Cinthia.
Como dije, no sabía mucho de citas pero lo que si sabía es que, una vez consideras a una persona, así sea por un mínimo instante, esta se quedaba grabada en tu cabeza. O me convencí de eso. De cualquier manera, lo pensarías una y otra vez hasta que acabar cuestionándote... Bien, ¿y por qué no?
Quería que Eliot fuera ese "¿Y por qué no?" para Cinthia. Si es que verdaderamente lograba emparejarlos podría irme de regreso a Carolina del Norte con la suficiente paz para no estar metida en mi cabeza llena de culpabilidad. Saber que la dejaría en manos de un tipo decente silenciaba todas las preocupaciones—o algunas de ella, porque por alguna extraña razón la irritabilidad no abandonaba mi cuerpo estos días—, y por ello, quería conseguirlo a toda costa.
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romance, amigos de infancia, reencuentro de amigos y familiares
Editado: 16.11.2025